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El contacto con José Rosas Ribeyro, previo a nuestra entrevista, fue por teléfono. Le dije que había leído su texto y las reacciones aparecidas en torno al mismo y que me gustaría hablar con él. Le digo también que Elqui Burgos no desea decir nada sobre el tema. Me responde sin sorpresa. Me dice que él sabe bien que Burgos no va a hablar

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Cuando muere el mito

por Francisco Izquierdo Quea

 

En la fábula del Juicio Final
todos se duermen por separado
y se despiertan juntos.

César Aira

 

El contacto con José Rosas Ribeyro, previo a nuestra entrevista, fue por teléfono. Mi interés por hablar con él se centraba en que su texto “María Emilia Cornejo: el lado oculto de un mito”, aparecido en la edición n°5 de la revista Intermezzo Tropical, había suscitado una serie de confrontaciones respecto a una verdad que hasta hoy es para muchos discutible y resistida: que en 1973 Rosas Ribeyro y Elqui Burgos hicieron el montaje y la construcción definitiva de los tres poemas más representativos de Cornejo: “Soy la muchacha mala de la historia”, “Como tú lo estableciste” y “Tímida y avergonzada”.

A modo de un plus a esta declaración, Rosas Ribeyro dijo que todo partió de unos manuscritos de la propia María Emilia Cornejo alcanzados por el profesor y también poeta Hildebrando Pérez Grande, quien por ese entonces (y hasta el día de hoy) dirige el taller de poesía en la universidad San Marcos.

Entonces sí: el contacto con Rosas Ribeyro, previo a nuestra entrevista, fue por teléfono. Para ello ya había leído con atención su texto y revisado además algunas pocas reacciones que sobre éste surgieron. Tenía en claro las compatibilidades y alcances que su confesión había impuesto sobre ciertas personas. Así, tenía en cuenta, por ejemplo, que Pérez Grande, el tercer implicado en este hecho, había publicado un breve texto, adjunto al de Rosas Ribeyro, en la misma edición de Intermezzo Tropical. Su versión, definida a partir de breves circunloquios, se instaura en los siguientes puntos: 1) es amigo de Rosas Ribeyro y bromeando dice que no sabe nada; 2) Cornejo usaba poncho, tenía el cabello oscuro y fumaba cigarrillos; 3) Pound también revisó, editó o hizo algo similar con el poemario Tierra baldía de Eliot; 4) en el taller de poesía de San Marcos de los años setentas había gente ducha, hábil y con esquina; 5) Cornejo, Rosas Ribeyro y Burgos asistían a ese taller; y 6) al margen de lo que hayan o no hayan hecho Rosas Ribeyro y Burgos, los poemas de Cornejo han alcanzado “alturas insospechadas” pues “el tiempo ha legitimado su autoría”.

Asimismo, tenía presente a “La historia de la muchacha”, breve nota del periodista Carlos Cabanillas, aparecida el pasado 31 de enero en la edición 2012 de Caretas. En dicha nota, Cabanillas recoge opiniones de cinco personalidades de las letras peruanas en torno a lo afirmado por Rosas Ribeyro. Su importancia radicaría en que es, sino el único, uno de los poquísimos textos que la prensa cultural peruana se dio el trabajo de elaborar en torno al caso Cornejo.

En esa nota, Marco Martos aclara que la confesión de Rosas Ribeyro le parece una “subida al carro lamentable”. Carmen Ollé, por su parte, afirma que “el poema es más importante que el poeta”. Aparecen también opiniones de Armando Arteaga, Hildebrando Pérez (que dice lo mismo que en Intermezzo Tropical: Pound, Eliot, etc.) y de Rocío Silva Santisteban, que posteriormente ella aclararía en “El affaire María Emilia”, post publicado el 1 de febrero de 2008 en su blog personal.

Ha sido en ese post que Silva Santisteban, a partir de aclarar o desmentir lo que aparece de boca suya en la nota de Cabanillas (“No me sorprende viniendo de Rosas”), ha salido al frente, en una suerte de confrontación con Rosas Ribeyro respecto a lo que éste dijo de Cornejo. En un texto pulcro, la reconocida poeta peruana establece los siguientes puntos: 1) es amiga de Burgos pero no de Rosas Ribeyro; 2) luego de lo dicho por Rosas Ribeyro, la que falta es la versión de Burgos; 3) Pérez Grande, el tercer implicado, no hace con su texto (de Intermezzo Tropical) más que un pase de torero; 4) el texto de Rosas Ribeyro es respetuoso; 5) pregunta cómo Rosas Ribeyro y Burgos obtuvieron los manuscritos, a sabiendas que en el taller de San Marcos los asistentes entregan sus poemas en textos ya armados; y 6) que el texto de Rosas Ribeyro ha apuntalado el mito de Cornejo.

Como es obvio, Silva Santisteban señala algunos aspectos significativos. En realidad lo importante es su sola opinión por ser la única poeta mujer que ha ofrecido una apreciación en torno a un hecho que ha desmoronado lo que hasta hace pocos meses se creía acerca de la figura de María Emilia Cornejo.

Frente a eso, la premisa establecida por Silva Santisteban es coherente: ante el pase de torero de Pérez Grande, lo que falta es la versión de Burgos.

Entonces, antes de que el contacto con Rosas Ribeyro, previo a nuestra entrevista, sea por teléfono, me comunico vía mail con Pérez Grande y le manifiesto mis intenciones de saber si tiene algo más que decir. Pérez Grande fue mi profesor en dos o tres cursos de San Marcos, hemos conversado muchas veces y en cada ocasión que nos hemos encontrado nos hemos saludado con afecto. Empero, en este caso, y tal como lo supuse, Pérez Grande ni siquiera respondió a mi correo.

Entonces antes de que el contacto con Rosas Ribeyro, previo a nuestra entrevista, sea por teléfono hablo también por teléfono con Elqui Burgos y le digo lo que pienso hacer. Burgos fue amable y cortante.

―Sobre ese tema prefiero no hablar. Ya con lo que ha dicho José me parece suficiente.

Lo intento una vez más y él vuelve a negarse. Le digo que está bien. Pero juego a hacer un nuevo intento: le pido que al menos me diga el porqué de su silencio.

―Porque quiero respetar el mito, mantenerme al margen. Para mí las cosas deben quedar como están.

El contacto con José Rosas Ribeyro, previo a nuestra entrevista, fue por teléfono. Le dije que había leído su texto y las reacciones aparecidas en torno al mismo y que me gustaría hablar con él. Le digo también que Burgos no desea decir nada sobre el tema. Me responde sin sorpresa. Me dice que él sabe bien que Burgos no va a hablar. Entonces retomo mi intención y le pido la entrevista.

La entrevista con Rosas Ribeyro se llevó a cabo en su departamento, cerca al boulevard Henry IV, a una calle del Sena. Tiene casi treinta años viviendo en París. Es un tipo risueño, de gestos concisos y palabras marcadas por cierta celeridad. El antiguo miembro del movimiento infrarrealista con Roberto Bolaño y Mario Santiago me recibió en su living, al lado de una biblioteca rebosante de libros y de algunos retratos de Rimbaud.

Las reacciones frente a lo que dijiste en tu texto no han sido muchas. Sobre todo de las poetas, que es lo que más llama la atención. Salvo Rocío Silva Santisteban en su blog y Carmen Ollé, brevemente, en Caretas, ninguna otra ha hablado…
Obvio que es sumamente raro, pero con lo poco que dicen unas y con el silencio del resto uno puede tener cierta idea de lo que piensan.

¿Estás de acuerdo con sus opiniones?
La de Silva Santisteban tiene una que otra idea que podría haber sido interesante, pero cae muy pronto en una absoluta necedad que no entiendo. Dice, por ejemplo, que a mí no me conoce, pero que a Elqui sí, y que por ello le asombra que él esté metido en esto conmigo, que de mí no le sorprende nada porque alguna vez envié una carta a La República para desmentir alguna afirmación de Patrick Rosas. ¿Y eso qué tiene que ver con María Emilia Cornejo y con mi texto de Intermezzo? Nada, es una tontería. Pero ya luego, en el mismo texto de su blog, reconoce que yo he tratado a María Emilia con respeto y ya todo cambia de registro, porque por lo menos reconoce eso: el enorme respeto que me merece la vida lamentablemente corta de una mujer llamada María Emilia Cornejo.

¿Y en el caso de Ollé?
Lo que dijo Carmen en Caretas es en parte acertado. Somos amigos desde hace tiempo y hace poco hablamos por teléfono cuando ya se había publicado mi texto en Intermezzo y ella ya había prestado sus declaraciones a Caretas. Medio en broma abordé el tema y me referí a sus declaraciones. Y aquí viene lo sorprendente: Carmen me dijo que desde hacía ya muchos años estaba enterada de que Elqui y yo construimos esos tres poemas de Cornejo, que Enrique Verástegui se lo había contado en su momento. O sea que Carmen Ollé, una de las prologuistas de una de las ediciones de María Emilia Cornejo, sabía toda la verdad en torno a los famosos tres poemas de María Emilia… Y ni lo mencionó en su texto.

Suena a algo grave…
No soy yo quien va a juzgar lo que es grave o no. Pero sí que eso forma parte del mito María Emilia Cornejo (MEC) que mucha gente, y las feministas sobre todo, quieren mantener a como dé lugar, además de Martos…

Que habló de ti en Caretas…
Respecto a eso, pues no sé en qué contexto exacto dijo lo que se publicó. Que me he subido al coche. Para mí María Emilia Cornejo no es un coche y decir eso es una falta total de respeto hacia ella y hacia mí.

Pero su exaltación debe tener un fundamento…
Marco Martos sí sabía de este caso. Él lo supo desde un comienzo e incluso solía bromear diciendo que Elqui y yo éramos las mejores poetas feministas del Perú.

¿Y por qué crees que habló así de ti?
Porque tiene miedo que el mito se rompa. Un mito que él ha contribuido a crear y que él ha alimentado con diversos textos suyos para estar bien con las feministas. Y mira que encima tiene la cara para decir que yo me quiero subir al coche. Es una vergüenza.

Debe de estar muy comprometido con el mito MEC para haber reaccionado así…
Martos tiene cosas que ocultar. Martos está preocupado por las cosas que se pueden llegar a saber. Por eso usa su influencia en los medios para poner en claro que María Emilia Cornejo es intocable. Por eso reaccionó de esa manera tan baja y sin la menor reflexión crítica. Puro hígado, insulto. Y eso que es el mandarín de la Academia. A ver, ¿por qué no cuenta todo lo que sabe sobre María Emilia y su propia participación en la vida de ella, primero, y en la constitución del mito, después? No lo va a hacer porque ya fue muy lejos en la mentira y la ocultación.

Entonces, aparte de Hildebrando, Elqui y tú, Martos también sabía del tema…
Sí, además de tres o cuatro personas más. No diré sus nombres porque ellos no han intervenido insultando en cierta forma a María Emilia y a mí. Igual, supongo que algunas de ellas habrán contado algo a otros, porque por ejemplo yo no sabía que Enrique Verástegui estaba al tanto y eso me lo ha confirmado Carmen Ollé.

¿Y los críticos que incluyeron a Cornejo en sus antologías?
No, no creo que ellos supieran nada. Para la antología de Alberto Escobar, creo que fue Hildebrando el que le llevó los trabajos de los poetas “jóvenes” de entonces, donde figuraban los tres famosos poemas de María Emilia. Y es precisamente a través de ese libro que la figura poética de María Emilia despega. Fue una edición de decenas de miles de ejemplares. Por otro lado, estoy casi seguro que alguien como Ricardo González Vigil, que también incluyó a Cornejo en sus antologías de poesía, ignoraba por completo la verdad.

 

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