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Álvaro Campusano (Ecuador)
Estudiante de Estudios Culturales
en la Universidad de Dartmouth, EE.UU
Actualmente realizo un estudio sobre Pablo Palacio
que, como sabes, es un escritor ecuatoriano cuya prosa
ha sido etiquetada de vanguardista. Por ello, un tema
particularmente interesante para mí en la sesion
de preguntas de mi panel, fue el de la narrativa vanguardista
del Peru. Veo que en nuestros países las experimentaciones
en prosa que surgieron durante los veintes y treintas
del siglo pasado, y que no se redujeron al realismo
social, casi no han recibido lecturas provocativas,
interesantes, que logren articular a fondo la experiencia
estética con la historia.
¿Por
qué dices que en realidad no “perteneces”
a la universidad de Dartmouth y que no representas
al Ecuador?
Porque en realidad, y en el fondo, la maestría
que hago en Dartmouth consiste en utilizar la inacabable
biblioteca y en conversar con ciertos profesores y
estudiantes que, por distintos azares, estudian o
trabajan allí. Sin embargo, no me interesa
“pertenecer” a una universidad, o en general
a una institución, menos si, como es evidente
en el caso de Dartmouth, lo que estaría en
juego inevitablemente es la pretensión de prestigio
académico. También siento que, a pesar
de ser ecuatoriano, no represento al Ecuador. Y lo
que es más, no estoy interesado en hacerlo.
Esto es así porque lo que sí me interesa
es ese espacio no institucionalizable y ese territorio
desnacionalizado que se genera en el diálogo
(en el sentido fuerte) que podemos establecer hoy
por medio del pensamiento literario. Lo que me llama
la atención es entrar en sintonía con
quienes arriesgan algo en y frente a su época
por medio de su escritura.
Siempre las nacionalidades complican el diálogo
entre los países, sobre todo en Latinoamérica.
Por eso justamente los estudios comparativos entre
escritores latinoamericanos deberían insistir
en el cuestionamiento de las mitologías nacionales.
Es decir, en el cuestionamiento de las certezas que
nos inculcan desde la escuela primaria en nuestros
países sobre el sentido de pertenencia nacional
a partir del antagonismo frente a un otro. Esto refuerza
los conflictos que nos debilitan. Ejemplos que tenemos
inmediatamente a la mano son los conflictos recientes
entre Perú y Chile, o entre Chile y Bolivia,
o en la década pasada, entre Ecuador y Peru.
Ese territorio desnacionalizado que reverbera en el
pensamiento literario del que te hablaba, es una negación
de los cuentos instituidos bajo la logica gris del
cálculo de poder entre nuestros estados nacionales,
que sólo deberían apoyarse frente al
canibalismo del mercado.
¿Qué
otro tema te ha interesado?
Me llamó la atención el encuentro entre
los registros documental y literario. Me interesa
mucho esa zona de frontera indeterminada entre el
lenguaje visual y el lenguaje escrito. Pienso especificamente
en la ponencia de Elen Doppenschmitt, de Brasil, elaborada
en torno a un documental. En éste se desmonta
esa visión, esa imagen, que se construye de
las favelas a partir del discurso del desarrollo.
El documental, prescindiendo de imágenes panorámicas,
estaba hecho primordialmente de primeros planos en
los que un hombre que vive en una favela expresa musicalmente
su visión del mundo. Es éste un sujeto
que articula un pensamiento desde su lugar concreto
de existencia. Por oposición, el desarrollismo,
en su visión panorámica que pretende
abarcar todo sobre las favelas, reduce estos espacios
urbanos a un problema tercermundista a ser resuelto,
eliminando de los sujetos que allí habitan
toda complejidad psíquica y sociocultural.
Muchas de nuestras literaturas realizan el mismo trabajo
de corrosión sobre el molde homogeneizante
que se nos ha querido implantar desde los centros
del poder mundial.
¿Es
la primera vez que vienes al Perú? ¿Qué
te ha parecido?
Sí, es la primera vez. En este momento de mi
vida ha sido una experiencia fundamental, hermano.
Vivo en EE.UU. desde hace un tiempo, en el llamado
Primer Mundo, donde muchos ambientes universitarios
tienden a ser lugares perfectamente administrados
y domesticados: lugares que propician cualquier cosa
menos el pensamiento. Por eso para mí fue fundamental
llegar acá y alimentarme del cariño
y del abrigo que persiste desafiante en medio del
smog, en medio del lío, del caos,
en medio del riesgo de salir a la calle por la noche
en Lima. Vuelvo al norte más aguerrido y peruano
que nunca.
©
El Hablador, 2004 
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