Escríbale al autor

Victoria Guerrero
(Lima, 1971)

 

Estudió literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado De este reino (1993), Cisnes Estrangulados (1966) y El mar, ese oscuro porvenir (2002). Actualmente estudia un postgrado en literatura en la Universidad de Boston

 

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LA CASA DE ZARUMILLA

A Kike

Otra vez la cocina amanece vacía, repleta de sí misma. Unas migajas de pan tiradas en el suelo anuncian la muerte de la gata. El animal no ha cesado de lamer la mano del amo. Su aullido se oye a lo lejos, bajito, desde un lugar oculto, atrapado por el tiempo.

El techo de la sala cae un día tras otro, un día tras otro, pero buscar el alimento diario siempre es anterior a todo derrumbe. Dentro de su propia esfera, el amo da vueltas con los brazos abiertos y lee un libro de Mester Eckard. Recuerda a la gata huyendo de toda luz, escondida detrás del neumático de un auto descompuesto.

La poesía es ese verso loco de la carencia. Un insecto acurrucado sobre su propia cabeza mientras agoniza detrás de una pared derruida. Este es el gran engaño de lo real: abrir el congelador inservible y besar en los ojos al animal que chilla cada vez más bajito.

Despertarse junto a la poesía y no encontrar nada sino el papel en blanco como los ojos blancos de la gata. Hay que abandonar el cuerpo, extraviarlo, para que brote un verso como un alimento del padecimiento. Un verso que nos hunda bajo su resplandor de fuego. Un verso para aplacar la miseria.

Arrastrándose de espaldas a la Av. Perú, la gata impide el tránsito limpio de miles de autos que glorifican la velocidad. Pronto, la eterna angustia del derrumbe y el porvenir se encadenan. El amo persigue al animal abriendo la niebla con sus brazos. El eterno basural de las esquinas es el refugio del hambriento.

Sin embargo, el techo sigue cayendo, multiplicándose infinitamente sobre sus cabezas. Es el cielo devorándose a sí mismo. Al fin, sólo llueve polvo dentro de la casa. Amo y gata, mano y amor extendiéndose. Brazos que mecen al animal como a un recién nacido. La poesía sirve para esto, ¿di, Kike?

© Victoria Guerrero, 2004 descargar pdf

 

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