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Mario
Meléndez
(Linares, 1971)
Estudió
Periodismo en la Universidad La República de Santiago.
Entre sus libros figuran: “Autocultura y juicio”
(con prólogo del Premio Nacional de Literatura,
Roque Esteban Scarpa), “Apuntes para una leyenda”
y “Vuelo subterráneo”. En 1993 obtiene
el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de
Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura
hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras.
Ha sido invitado a numerosos encuentros literarios entre
los que destacan el Primer y Segundo Encuentro de Escritores
Latinoamericanos, organizado por la Sociedad de Escritores
de Chile (Sech), Santiago, 2001 y 2002, y el Primer Encuentro
Internacional de Amnistía y Solidaridad con el
Pueblo, Roma, Italia, 2003, donde es nombrado Miembro
de Honor de la Academia de Artes y Letras de Roma. En
el 2004 es incluido en las series: “Grandes Poetas
del Siglo XXI”, revista digital Ciberjob
(España), “Poemas Clásicos de Hispanoamérica”,
revista digital Agonía (España),
y “Grandes
Autores Latinoamericanos”, revista digital Los
Poetas (Estados Unidos). Además dirige, durante
dos años, un taller literario en la Cárcel
de Talca que dio origen al libro Los Rostros del olvido
(dos volúmenes) donde se reúne el trabajo
poético de los internos. Actualmente trabaja en
el proyecto “Fiestas del Libro Itinerante”,
y preside la Sociedad de Escritores de Chile, región
del Maule.
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PORQUE
EN MI CASA OCURRE DE TODO
Aquí
se baila al ritmo de las estufas
se canta como los grillos más desesperados
se aprende a desnudar al viento
que nunca nos muestra su trasero
y en noches de luna llena jugamos a ser felices
midiéndonos los colmillos
Porque en mi casa ocurre de todo
y los pocos ratones que existen
están condenados a seguirnos la corriente
unos vestidos de superhéroes
otros haciendo gárgaras
con los bigotes de un gato muerto
Y así como las ampolletas aportan lo suyo
las sábanas también observan
más allá de sus narices
y ven miles de piojos sentados en el patio
y pulgas tomando sol
entre las patas de una gallina
y caracoles reunidos en una gota de champagne
cuando la tarde estira sus piernas
por encima de los vivos
Pero nos faltan aún las bisagras
y algunas flores que no han sido entrevistadas
y están las escaleras y el ropero de tres
cuerpos
y aquella hormiga pacifista
con sus dotes de gran oradora
Y no se asusten si a ratos quedamos a oscuras
son los zancudos que apagan la luz
y vuelan con su coreografía hacia otra parte
Porque en mi casa ocurre de todo
y todos tienen derecho a voz y voto
desde el baño a la cocina
desde mi cama al hueco dejado por las arañas
antes de hacer sus maletas
Todos sonríen de alguna manera
y se conforman con lo poco y nada que poseen
Porque en definitiva aquí pueden estar tranquilos
y saben que es peligroso cambiar de domicilio
cuando han logrado el respeto de este pobre poeta
que bien los tiene en su Santo Reino
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BAJO
AMENAZA DE VIDA
Una
mañana salí de mi tumba y grité
“No escribiré otra línea jamás”
y las palabras saltaron de sus asientos
a protestar por lo que ellas creían injusto
Viendo que no obtenían respuesta
se juntaron en secreto durante largas horas
resolviendo por fin declararme la guerra
Como primera medida se tomaron mi casa
echaron candado a mi pieza y a mis muebles
se apoderaron de mis juguetes
de mis libros, de mis papeles
rayaron las murallas acusándome de cobarde
y firmaron una larga lista
para expulsarme del gremio
Viendo que tampoco obtenían respuesta
acordaron una huelga de hambre y de sed
y me advirtieron que sería
hasta las últimas consecuencias
no sin antes, por supuesto
pedirme algunas frazadas
para cubrirse del frío y del viento
y el antiguo tocadiscos de mi padre
para escuchar sus temas preferidos
Yo mientras tanto me divertía a más
no poder
con las travesuras de la Pantera Rosa
y bebía cerveza y fumaba a destajo
recostado sobre el sofá más cómodo
del planeta
Pero de vez en cuando echaba un vistazo
a mis queridas compañeras de ruta
y las oía hablar en voz baja
las oía llorar y reír entre ellas
recordar lejanos lugares, lejanos objetos
recordar algunos rostros
una mujer, un beso, una mirada
una sonrisa que se apagó para siempre
Entonces yo también lloré y reí
y volví a llorar
y quise amigarme con ellas
llevándoles algunas disculpas
y uno que otro refrigerio
Grave error
las malditas me dijeron de todo
Probé suerte de nuevo unos días más
tarde
les hablé sobre mi vida
sobre mis dudas, mis temores
sobre la fija idea de dedicarme a otra cosa
en fin, de arrojar la toalla
Entonces las palabras más viejas
las más usadas, las más escritas
aquellas que abrazaron mi causa a ojos cerrados
se sentaron en mis rodillas
y en voz alta, casi entre lágrimas
comenzaron a decir mis poemas a los cuatro vientos
Y allí me quedé en silencio escuchando
aquel murmullo
aquel sonido de hojas que jamás tocó
la tierra
Allí me quedé en silencio y me vi
por primera vez
en esos versos desnudos, en esos versos hambrientos
en los publicados, en los inéditos, en los
incompletos
en los que ya no recordaba o no quería recordar
Allí me vi por primera vez
cuando ellos me miraron a los ojos
y me mostraron sus alas para volar por el mundo
©
Mario Meléndez, 2004
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