Jeremías Gamboa
Punto de Fuga
Editorial Alfaguara. 169 pp.
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Víctima de un hecho perturbador, un hombre abandona en plena madrugada el tenebroso edificio donde vive para dormir en casa de un amigo; un padre y su hijo quienes nunca habían hablado se encuentran en una incómoda situación cuando por fin pasan un tiempo juntos; un reencuentro de amigos de la universidad se convierte en un martirio para uno de ellos; una adolescente desea escapar de su casa y de la situación familiar en que vive. Estos son algunos de los personajes de Punto de fuga, primer libro de relatos que el joven escritor Jeremías Gamboa ha publicado bajo el sello de la editorial Alfaguara.
El conjunto de cuentos de Punto de fuga puede catalogarse como el botón de muestra de una Lima urbana, un texto que pretende, más que un análisis, hacer un cuadro de la ciudad, un cuadro incluso en el sentido artístico del término (el propio título del libro alude a un concepto artístico). De este modo, Gamboa presenta su mapa mental de Lima, con sus barrios marginales y zonas residenciales y las conductas que provoca esta disociación en sus personajes. En ello reside uno de los puntos fuertes del libro. El eje creado por los cuentos “La conquista del mundo” y “Tierra prometida” – el primero, un viaje desde los barrios marginales hacia los residenciales y viceversa– actúa como un engarce que va a cohesionar todos los demás relatos. Ello, sumado a que ambos cuentos presentan personajes que tienen ansias incontenibles de fuga –una joven de modesta situación y dos amigos en busca de aventuras, que quisieran no tener que regresar a sus actividades cotidianas, respectivamente– habla de un libro bien pensado en su estructura.
Por la misma senda se encuentra el relato que abre el conjunto como el de cierre. “El edificio de la calle Los Pinos”, el primer cuento del libro, tiene la virtud de ubicar e informar al lector, de un solo golpe, sobre lo que va a encontrar en los siguientes textos. Pineda, el personaje del cuento, que acaso en un arranque de sugestión o de paranoia fuga de su habitación, es el modelo que el lector va a seguir en cuanto a personajes y temas en el libro.
“La visita”, el último cuento de la serie, no pudo estar mejor escogido en su condición de cuento de cierre. El empleo de técnicas más complejas, los saltos en cuanto a tiempos y espacios, la prosa que recrea la atmósfera de incomprensión e incertidumbre, y el manejo de las imágenes lo hacen el cuento más arriesgado y acaso el mejor logrado del conjunto. Con altas y bajas en su estructura, se trata de un cuento que bien puede leerse de forma independiente, pero cuya lectura resulta mejor cuando ya se ha tenido la debida familiarización con los tópicos que el autor ofrece. Jonás, un periodista que al parecer está hastiado de su trabajo y acaba de renunciar él muere cuando va en busca de su novia, quien además está bastante angustiada y al borde del colapso con todas las labores que debe desempeñar. Es sin duda un buen remate porque sintetiza el concepto del libro: la fuga en su condición de “no querer estar”, la ausencia total, la muerte.
Pero a su vez este conjunto de cuentos se constituye como un solo relato. El relato de pasajes relacionados con el que es uno de los personajes centrales en la mayoría de los cuentos, un periodista al que podemos ver en diferentes etapas de su vida. (en su etapa de infancia, como en “La conquista del mundo”, en su juventud, como en “María José” o “Nuestro nombre”, por ejemplo), este aspecto sumado los guiños que hacen que los cuentos se remitan entre sí, dan la idea de un libro compacto, un mundo creado bajo el principio de la cohesión, aunque algunos de los cuentos –los menos en realidad– no salgan tan bien librados. Es el caso de “Un responso por el cine Colón”, por ejemplo, un cuento, si se quiere, menor en comparación al resto. Otro caso es el de “Evening interior”, que aunque no ofrezca mayor relación con la urbe limeña del conjunto, sí da algunas pautas en cuanto a concepción del libro: el personaje de un cuadro siente deseos de escapar de la condición en que inevitablemente siempre estará, de realizar alguna acción, de moverse. El cuento es una muestra del buen manejo que Gamboa tiene sobre la prosa (la descripción del deseo de una acción, dejando en claro que esta no se realiza) y de su capacidad de crear y mostrar un mundo interior para sus personajes.
De hecho, la construcción de los personajes pasa por el tema del conocimiento de su autor acerca del mundo y las circunstancias en que estos se desenvuelven. Conocimiento, por ejemplo, de registros de lenguaje, que maneja bien y que se alternan de acuerdo a las necesidades del(los) relato(s). Así el ambiente periodístico empieza a cobrar importancia en los relatos como el conocimiento de la dinámica de la urbe, pero en general se trata solo de referencias al oficio periodístico sin que esto aporte mucho a la comprensión de la conducta de los personajes por parte del lector. Esto habla más de un Gamboa que ha creado un universo con los elementos que ya conocía, que de un afán de engarzar este aspecto a alguna característica fundamental de sus héroes, hecho que es totalmente válido.
En conclusión, se trata de un buen primer libro, en que son más los aciertos. Un libro que refleja el abanico de una Lima urbana, en toda su grisura, y donde los personajes se desenvuelven en la tensión de la pertenencia y la no pertenencia. Se lee en el primer cuento, “El edificio de la calle Los Pinos”: “…quizás un día decida buscar otro lugar en el cual vivir… Pero es que de pronto, … entiendo que el edificio, con todo lo que tiene, con todo lo extraño que es, me gusta, no sé cómo explicarlo. Como si fuese un lugar mío, mi lugar…”. Se palpa entonces el sentimiento de pertenecer a una familia, a una condición social, a una ciudad y a la vez querer escapar de ella. Algo comprensible, por más extraño que parezca. O ¿quién alguna vez no ha sentido el deseo de escapar de Lima?.
©
Cynthia Campos,
2008
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