Nº 19
revista virtual de literatura
 
Siguenos en:
 
 
 
Contacto Quiénes somos Colaboraciones Legal Enlaces Buscador Primer Hablador
 
 
reseña    
Ricardo Piglia  
Blanco nocturno
Barcelona, Anagrama, 2010. 299 pp.
________________________________________________

Percepciones distorsionadas

Rodrigo Fresán dice que existen escritores que leen y lectores que escriben. Sin duda, Ricardo Piglia (Adrogué, 1940) lleva la palestra de estos últimos. Y es esa peculiar forma de leer las cosas la que lo ha llevado a producir una novela que coloca en el paredón todos los convencionalismos del género al cual se le clasificaría con facilidad. De esta forma, Blanco nocturno (Anagrama, 2010) es más que una novela policial, familiar y campestre. Precisamente, este es el principal atractivo de la última novela del autor de Respiración artificial, pues desea cuestionar la idea de género sin violentar la construcción de una novela que respeta lo más elemental de una narración: contar una buena historia que esté dosificada en una estructura que permita el desarrollo pleno de los acontecimientos. Finalmente, Blanco nocturno es una “ficción paranoica”, como propondrá uno de los personajes al tratar de explicar el caos y la distorsión que han adquirido las situaciones y los personajes involucrados en el crimen que se trata de solucionar.

Blanco nocturno se desarrolla dentro de la monotonía de un pueblo, en una provincia de Buenos Aires durante los iniciales meses de 1972. El uso de un lugar donde aparentemente no ocurre nada sirve para construir un ambiente contradictorio, pues los hechos que se van a producir destruyen la tranquilidad pueblerina. Precisamente, es la muerte de Tony Durán, un puertorriqueño que llega al pueblo (cuyo nombre nunca se dice) en compañía de las mellizas Belladona, lo que desencadena la historia. Nos encontramos en un lugar donde ocurre un crimen que nadie puede explicar. El comisario Croce y el inspector Saldías (detective y ayudante, rasgo estructural del policial clásico) son los encargados de tratar de esclarecer el asunto. Así, la muerte del mulato Durán se mezclará con la historia sentimental, social e industrial de los Belladona y, también, con el negocio de las apuestas en las carreras de caballos. Son muchos los elementos que complejizan la resolución del crimen y son, precisamente, estos los que destruyen la construcción homogénea de un género específico. Lo que encontramos es la convivencia y restructuración de dichos elementos.

La novela tiene dos partes y un epílogo. Se inicia in medias res, es decir, en la mitad de la historia completa. La descripción inicial de Tony Durán se produce paralelamente a un monólogo en voz alta de Croce, que es enriquecido por los constantes comentarios de Madariaga, el dueño de un almacén donde se puede beber alcohol y hospedarse. El flashback funciona muy bien, ya que la información de la llegada de Durán se entrevera y enriquece con los iniciales razonamientos de Croce. Luego de que la historia de Durán llegue al día de su asesinato, la narración fluye linealmente, salvo ligeros saltos al pasado para recordar cosas que ayuden en la investigación. También tenemos una conversación, que aparece en muchos apartados de las dos partes del libro, protagonizada por Emilio Renzi (periodista de El Mundo de Buenos Aires que vino a ver qué pasaba en el pueblo) y Sofía Belladona. Esta narración en cursiva nos permite reconstruir la génesis familiar de los Belladona y establecer la importancia de la fábrica de autos. Se nos refiere la historia de Bruno Belladona, fundador del pueblo, Cayetano Belladona (hijo del anterior) y sus cuatro hijos con dos compromisos distintos: primero se casó con la irlandesa Regina O’Connor (madre de Lucio y Luca) y, luego, con Matilde Ibarguren (madre de Sofía y Ada). Finalmente, tenemos las notas al pie de página que reconstruyen una historia paralela a las demás, una narración hecho de retazos: notas periodísticas, comentarios de personajes, explicaciones y aclaraciones.

Ricardo Piglia usa un narrador en tercera persona que conoce muy bien el ambiente campestre. Este narrador acompaña al lector en el desciframiento de cada hecho que se va revelando en la novela, es decir, su conocimiento está condicionado por la forma en cómo se va presentando la información, nunca perturba la emoción que posee o adquiere el lector. Incluso hay momentos en los que el lector siente que el lenguaje es torpe, que se cometen errores de coherencia sintáctica pero luego advertimos que obedece a que se pretende alcanzar un registro cercano al habla popular, un estilo que finalmente se vuelve imperceptible porque generalmente se cede la palabra a un personaje. Asimismo, por los rasgos propios del policial, hay mucha intriga en el ritmo de lectura de la novela. Sin embargo, la tensión no se resuelve al final pues lo importante no es esclarecer el problema sino mostrar el espectro social y judicial que entorpece la investigación sobre crimen. Como en el Sueño eterno de Raymond Chandler, lo importante no es resolver el problema, sino mostrar la corrupción que lo envuelve.

Los personajes de Blanco nocturno son su principal atractivo. Sobre todo porque en ellos se presenta la disidencia del género, la reformulación de la estructura clásica. Podemos verlos actuar de acuerdo a cuatro grupos organizados alrededor del hecho clave: la muerte de Tony Durán. Primero tenemos al pueblo, a la gente que presiona para que el crimen se resuelva lo antes posible ya que no soportan que un extraño acontecimiento perturbe la monotonía que siempre los acompañó. Incluso llegarán a inculpar a Yoshio, el conserje del Hotel Plaza donde fue asesinado Durán, por tener una relación poco convencional con la víctima. Luego tenemos al aparato legal dividido en dos sectores: el comisario Croce y su nada ortodoxa forma de investigar, por un lado y, por el otro, al fiscal Cueto con una participación muy comprometida en todo lo acontecido así como por su objetivo de manipular las idas y venidas del pueblo. Croce y Cueto van a tener muchos conflictos pues sus intereses son contrarios desde un inicio. Y, finalmente, tenemos a la prensa representada por el pequeño periódico pueblerino, manipulado por el fiscal Cueto, llamado El Pregón. Sin embargo, el verdadero poder de la prensa se va a manifestar en la presencia de un periódico capitalino: El Mundo. El alter ego de Ricardo Piglia, Emilio Renzi (periodista de El Mundo), será el encargado de buscar la verdadera lógica que explique la muerte de Durán. Esta prensa tendrá más de un encuentro tenso con el fiscal Cueto.

Resulta complicado establecer un protagonista en la novela pues la atención se divide o reparte en muchos de ellos. Sin embargo, si seguimos los postulados del policial clásico, la atención debería centrarse en el comisario Croce, lo cual no es exacto. Ocurre algo distinto ya que la aparición de los personajes dosifica o reparte la atención argumental. Así, al iniciar el relato sentimos que el comisario Croce será el que resuelva todo gracias a su peculiar racionalidad, lo cual no ocurre. Cuando llegamos a la mitad de la novela aparece Emilio Renzi y acapara la atención por su posición dentro del pueblo: un personaje citadino con una formación y percepción distintas a las de los foráneos. Sin embargo, poco a poco la figura de Luca cobra mayor relevancia luego de conocer la historia familiar de los Belladona. Por esto, serán estos tres personajes los que acaparen la atención de la novela, los que protagonicen los acontecimientos más importantes dentro de la trama. Son ellos los personajes mejor elaborados por Piglia, aunque debemos advertir que se siente mucha verosimilitud en los diálogos y las acciones de todos los personajes, el registro se condice con la idiosincrasia de cada uno de ellos. Asimismo, los tres protagonistas representan a un grupo existente, respectivamente. Solo quedaría sumar al fiscal Cueto para completar el espectro.

En Blanco nocturno se desarrollan algunos tópicos presentes en las tres novelas que el escritor argentino ha publicado. Como en Respiración artificial, Piglia toma la historia de una familia como telón de fondo para insertar otra historia: el crimen de Durán en el pueblo. De La ciudad ausente quizá se haya extraído poco o nada, incluso se haya reformulado algunas actitudes de los personajes. Los sentimientos hacia una mujer no buscan perennizarla, como en La ciudad ausente, ahora ellas tienen la misma relevancia que los personajes masculinos, son tan fuertes e impredecibles como ellos. Incluso al inicio el aura que envuelve a las mellizas Belladona es la de unas femme fatale. Finalmente, quizá Plata quemada sea la novela más involucrada con Blanco nocturno, sobre todo por la tensión entre delito y justicia que se produce, de distinta forma, en ambos textos. También está la relación casi amorosa entre el Gaucho y el Nene que no se repite en la última novela, pero sí la camaradería innata entre Lucio y Luca. Ellos se unieron instintivamente al saber que habían sido abandonados por su madre cuando cumplían los tres años.

Establecer relaciones temáticas es muy complicado, incluso acusa un trabajo más complejo. Pero lo que sí es un rasgo pigliano es que, en toda su obra, hay constantes guiños intertextuales. Esta característica lo emparenta con narradores como Roberto Bolaño y Rodrigo Fresán, para citar escritores cercanos a él. De esta forma, existe un mundo pigliano, un lugar de donde salen las historias y los personajes que protagonizan sus narraciones. ¿Cómo justificar que Emilio Renzi aparezca en la mayoría de sus relatos, que El Mundo sea un diario recurrente y que la importancia de la crónica o la entrevista al público ayuden a construir los argumentos de la narración? Ahora, ¿qué decir de lo metaliterario? Lo que ocurre en Respiración artificial es en grado superlativo, pero en Blanco nocturno también hace lo suyo cuando reformula el género policial, a su modo: por ejemplo, cuando no resuelve el crimen, se limita a mostrar la corrupción que la envuelve; luego la traición del inspector Saldías a Croce, la cual rompe con la estructura de la pareja racional; o, también, la imagen del mismo Croce, un detective nada convencional: “Acertó muchas veces porque parecía ver cosas que el resto de los mortales no podía ver. Por ejemplo, acusó a un hombre de haber violado a una mujer porque lo vio salir dos veces del cine donde daban Dios se lo pague. Y el hombre realmente la había violado aunque el dato que lo llevó a incriminarlo no parecía tener sentido. Otra vez descubrió a un cuadrero porque lo vio tomar el tren a la madrugada para ir a Bolívar. Y si va a Bolívar es porque quiere vender la hacienda robada, dijo. Dicho y hecho” (p. 27).

Hay muchos temas en la novela de Piglia, pero uno organiza todo. Este núcleo temático se muestra no como un tema convencional sino como una idea implícita en la novela. Recordemos el dibujo de la página 142, figura que es dos cosas a la vez. Si uno la mira de frente notará la imagen de un pato, pero si inclina la mirada lo que apreciará es un conejo. Es la teoría del “ver-como”. Croce le dice a Renzi: “-Me parece que Cueto siempre está diciendo que las cosas que parecen diferentes en realidad son lo mismo, en tanto que a mí me interesa mostrar que las cosas que parecen lo mismo son en realidad diferentes. Les enseñaré a distinguir.” (p. 142, la cursiva es mía). El secreto está en cómo uno ve las cosas, desde qué ángulo las observa: la percepción asumida. Son demasiados hechos, demasiadas versiones, muchos enredos y bastantes contraargumentos. La única forma de validar una versión es justificando la mirada, la forma como se observa el problema, lo cual nos lleva a un relativismo salvaje. En todo caso, el crimen está ahí, Croce propone su lectura, pero es deslegitimada por la del fiscal Cueto, quien tiene más poder que el comisario.

También es importante ver cuál es la lógica que provoca el desenvolvimiento de los temas. En ese sentido, Piglia trata de hacer que todo sea más real que ficcional. Para eso contrapone a Croce, como un tipo realista, frente a Renzi, como un sujeto que vive la resolución de los hechos aplicando sus lecturas literarias. En un momento de la narración Croce le dice a Renzi: “-Vos leés demasiadas novelas policiales, pibe, si supieras cómo son verdaderamente las cosas… No es cierto que se pueda restablecer el orden, no es cierto que el crimen siempre se resuelva… No hay ninguna lógica” (p. 283). Y, precisamente, esta es la lógica de la novela, la idea de que las cosas no deben ser tan literarias, sino más concretas, más reales. Sin embargo, Renzi no puede escapar de una forma distinta de elucubrar sus propias ideas. Al tener presente tantas idas y venidas en un caso donde no se llega a resolver nada piensa en la investigación como un género literario: “La investigación no tiene fin, no puede terminar. Habría que inventar un género policial, la ficción paranoica. Todos son sospechosos, todos se sienten perseguidos. El criminal ya no es un individuo aislado, sino una gavilla que tiene el poder absoluto…” (p. 284). Es exactamente lo que ocurre en la novela.

Podemos aceptar que la reformulación del género policial tiene larga data, incluso hay muchas formas de presenciar dicha evolución. Pero lo que singulariza la obra de Piglia es que su método combina la reflexión ensayística con la narración ficcional, una marca registrada en su producción literaria. Así, las palabras de Renzi sobre la “ficción paranoica” son el ejemplo más notable de lo que podemos llamar “ficción crítica”, una reflexión sobre alguna cuestión literaria desde la ficción misma. Por todo esto, debemos considerar la obra de Ricardo Piglia como una de las más originales y a Blanco nocturno como una prueba irrefutable de ello. Asimismo, las palabras iniciales de Rodrigo Fresán ilustran el tipo de escritor que es Ricardo Piglia, uno que parte del conocimiento pormenorizado del género para cuestionarlo. Él no es un teórico que escribe novelas, es un novelista que conoce la teoría.

 
© Lenin Pantoja Torres, 2011
 
 
 
Lenin Pantoja Torres: (Lima, Perú - 1988). Estudiante de Literatura de la UNMSM. Formó parte del comité organizador del concurso de cuento y poesía Manuel Scorza, de las tres jornadas iniciales de los recitales Ese puerto existe, también del Congreso sobre Literatura y Violencia Política. Homenaje a Óscar Colchado Lucio. Actualmente colabora con textos sobre literatura y cine en los blogs Germinal y Textura artefacto. Asimismo, se desempeña como Orientador en la Casa de la Literatura Peruana y es el administrador de la bitácora de la revista virtual El hablador.
 
 
Deje sus comentario
 
Nombre:
 
 
 
Comentarios:
 
Piglia maestro!
Comentado por: Walter Fernandini
 
 
El Hablador 2003-2011 © Todos los derechos reservados | ISSN: 1729-1763
           
Especial   Creación   Debate  
Artículos   Reseñas   Biblioteca  
Entrevistas   Periódico   Estudios