A veces se comete el error de desasociar los periódicos del resto de impresos, cuando en realidad estos se complementan. Entendemos que a lo largo del siglo XIX el periódico desplazó a los demás impresos convirtiéndose en el principal medio de difusión, salvo las revistas que aparecieron tardíamente y en círculos especializados

 

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Manuel Atanasio Fuentes y la reforma de la Imprenta del Estado frente a la opinión pública (1868)

por Víctor Arrambide Cruz

 

No tardaría mucho en aprobarse la propuesta. El gobierno estaba convencido de la necesidad de reorganizar la imprenta y ponerla a su servicio. Atrás quedaba la idea de subvencionar periódicos “ministeriales”, publicaciones de corte político que defendían a los gobernantes de turno. Así, el decreto del 31 de marzo de 1868, aprueba la propuesta de Fuentes, donde se reconoce las ventajas económicas de llevar a cabo este proyecto:

No solo reportará al fisco ventajas y economías considerables sino, que estas serán trascendentales a las oficinas públicas y a la sociedad en general, puesto que por la abundancia de materiales y por la amplitud que se de a la empresa, podrán alcanzarse impresiones bien hechas y a cómodos precios(23).

Del mismo modo, coincide en señalar la importancia de su publicación diaria de El Peruano, porque:

llena todas las necesidades sociales, y se convierte en defensor de la sana doctrina, dando al periodismo la importancia noticiosa y moralizadora que constituye su verdadera esencia.(24)

Una vez aprobado el proyecto, se hicieron los trabajos necesarios para poner a punto la Imprenta, hasta que el 1 de julio de 1868, cuando se inició la publicación diaria de El Peruano.

 

El proyecto y la opinión pública

El proyecto y su ejecución no fueron ajenos al debate público, que se manejó a través de la prensa, y que no se ceñía a debatir las propuestas del gobierno, o de los partidos políticos, sino que también las cuestiones cotidianas. La prensa revela incluso que los personajes ahora impregnados de una canonización patriótica fueron en su momento agentes y victimas del poder de la palabra impresa (Jaksic 2004:137).

¿Cómo pudo ver la población de Lima este proyecto? En base a la cantidad de artículos publicados en 1868 sobre el tema, ciertos sectores vieron con interés el uso del dinero para el proyecto y la posibilidad de que existiera una competencia desleal con los periódicos de la capital. Sumando los tres diarios publicados ese año: El Peruano, El Comercio y El Nacional, contamos con 36 artículos entre junio y noviembre, de diversas extensiones. Una cifra interesante teniendo en cuenta que hubo momentos donde se publicaron día tras día réplicas y duplicas sobre el tema. A ellos agregaríamos algunos artículos publicados en el semanario La Prensa, que no tuvo tanto alcance por sus pocos ejemplares. Del resto de periódicos publicados ese año, cinco en total, fueron tan esporádicos que solo conocemos referencias de ellos.

De estos artículos, hay que distinguir los que son propios del periódico, como editoriales, la revista de periódicos y notas; y los famosos “comunicados”, artículos pagados por los interesados en participar en los debates, porque se podían ventilar hasta asuntos muy personales, lo que era causal de juicios sobre difamación y en contra del honor que se ventilaron en los jurados de imprenta.

Los temas del debate al que hago referencia se circunscribieron en tres puntos:

  1. Sobre la relación entre el Estado y Manuel Atanasio Fuentes en el uso de recursos para el proyecto, y su viabilidad legal;
  2. La desigual competencia del Estado con las imprentas particulares en el mercado, y
  3. La obligatoriedad de la publicación de los avisos judiciales en El Peruano.

El tercer punto fue un debate entre Manuel Atanasio Fuentes y José Gregorio Paz Soldán, cuyos términos legales y extensas citas los trataré con detenimiento en mi tesis, por ahora, me centraré en los dos primeros.

El debate empezó cuando se hizo público el proyecto de Fuentes, en El Comercio a fines de mayo de ese año.(25) Ya habían pasado dos meses desde que se aprobó y se estaban realizando los trabajos, ni siquiera dicha resolución se había publicado en el periódico oficial. ¿Por qué razones se mantuvo oculto a la luz pública el referido proyecto? A los pocos días, el 8 de junio, El Comercio ya publicaba el texto íntegro de la resolución(26), lo que obligó a su publicación inmediata en El Peruano.(27) Los primeros artículos se centraron en la inviabilidad del proyecto, por el fuerte gasto que perjudicaría al Estado mismo, calificándolo de despilfarro y por el peligro que significaría para las imprentas de la ciudad:

El Gobierno que no produce material para dar dos veces por semana la cuarta parte de una hoja como El Comercio quiere un diario de las dimensiones de El Comercio y monopoliza la industria tipográfica hostilizando a los diarios(28)

Otros se centraban en señalar la ilegalidad del contrato y cuestionaban el papel de Fuentes:

Es demás probar la ilegalidad de dicho contrato y los grandes perjuicios que reporta a la nación, tan sólo por beneficiar a un individuo. ¿Cómo es posible, en efecto, que se regalen 40.000 pesos, una imprenta con todos sus útiles…una casa….que se de tanto por ciento de las utilidades y se establezca un monopolio cuya sola palabra causa horror, tan sólo por beneficiar al Murciélago!!?(29)

El uso del términos como “monopolio” y “libertad de industria” se repiten en muchos de los artículos, haciendo referencia a la disposición por el cual el diario oficial sea el único en publicar los documentos oficiales y los avisos judiciales, y se ofrezca a menor precio. Aunque los periódicos no ganaban con la publicación de los documentos oficiales, el hecho que lo hicieran implicaba más que todo cumplir con el fin del periodismo, hacer las cosas públicas, y mantener esta imagen ante la sociedad. En el caso de los avisos judiciales, la preocupación era que las imprentas perderían ingresos. Y no era de menos, los periódicos en esos años se mantenían por las suscripciones, los comunicados y los avisos por línea.

En un artículo en publicado en tres ediciones de El Nacional, podemos encontrar referencias a como los impresores veían con suscitado interés la participación del Estado en el mercado de las Imprentas:

Nosotros no podemos callar…porque sostenemos el derecho que tienen todas las imprentas del país a que no las hostilice la administración, ni se ataque la libertad de industria, ni se arruinen a los que cuentan con pequeños recursos.(30)

Todos los diarios tienen el derecho de publicar avisos judiciales, porque la ley lo manda, y ningún papel determinado puede tener el monopolio de avisos, porque ataca el derecho concedido por la misma ley a las demás imprentas…Si el gobierno quiere proteger la Imprenta del Estado enhorabuena…pero que no la fomente a expensas de nuestros derechos de impresores, de nuestros intereses porque hasta ahora tenemos creencia que la libertad de industria es una verdad a cuya sombra podemos trabajar honradamente.(31)

Estas afirmaciones nos muestran el grado de conciencia de los impresores sobre sus derechos. Desde 1855 estaban agrupados en la Sociedad Tipográfica de Auxilios Mutuos, órgano que en años posteriores establecería una tarifa única para las impresiones y publicarían su propio periódico. Pero de allí no se conoce —hasta el momento— más documentación si como sociedad hicieron una protesta formal ante las autoridades.

Pero no todos los artículos se refirieron de forma negativa a este proyecto. En respuesta a los artículos publicados en El Nacional, aparecieron otros en El Comercio defendiendo el trabajo que realizaba Fuentes y el gobierno. Entendemos que estos artículos son comunicados, por lo tanto pagados y publicados, aunque el diario no esté a favor de esas ideas:

Los fondos invertidos en la Imprenta del Estado no son dinero arrojado a la calle; el edificio que se construye y los útiles que deben emplearse en la publicación del periódicos, tendrán siempre su valor que se podrá hacer efectivo cuando fuere conveniente(32)

Y haciendo una aclaración en lo que debería ser una inversión y un despilfarro, y tildando a El Nacional de un órgano de demagogia, por su actitud tan crítica ante todas las acciones del gobierno:

Con la avidez de un hambriento, busca en todo lo que ve, un mal procedimiento del Gobierno, en todo gasto público un derroche…Despilfarrar es deshacer, desbaratar, y figuradamente se llama así a un gasto inútil, a un consumo improductivo…con toda la extensión que reclaman las necesidades del servicio público, y la no menos imperiosa de fundar las disposiciones supremas y de defenderlas contra los apasionados ataques de los órganos de la demagogia…(33)

En un último artículo en respuesta a El Nacional, se señalaba que en realidad el gobierno no estaba atacando a la libertad de industria más bien respetaba las opiniones opositoras y que debía verse con buenos ojos su participación en el mercado:

…lejos de ser un ataque a las libertad de industria, como estúpidamente lo dice, es precisamente su natural y necesaria consecuencia, y vea también cuales son las ventajas que obtienen los consumidores…si hubiese prohibido la publicación del Nacional o impuestota condiciones innecesarias, verdaderamente habría atacado la libertad de industria, pero cuando no ha hecho tal cosa, sino celebrar una sociedad para establecer una empresa…no sé como se diga que ha inferido un ataque a la libertad de industria…

Luego de la publicación diaria de El Peruano, algunos de los artículos reiteraban la inutilidad de publicar de esta forma el periódico oficial, y estaban atentos a cualquier publicación que se diera allí, si llegaba a presentar noticias antes que los otros diarios y si publicaba una noticia con retraso respecto a la competencia, era la oportunidad perfecta para que sus detractores reiteren su oposición:

Evidenciada la inutilidad de Peruano como diario, la de la compra de útiles de Imprenta y de un local especial para su publicación, lo está en el hecho de haberse publicado regularmente desde el 11 de julio último con solo los tipos y útiles que existen en la imprenta de Palacio, y en la misma localidad, lo cual convence también de que, ni para la publicación diaria, ha tenido el gobierno necesidad de hacer urgentes gastos que ha hecho ni la de comprometerse a continuar haciendo los demás del contrato.(34)

Antes de concluir, veamos algunas líneas referidas al gestor de este proyecto. Mucho se ha hablado sobre Manual Atanasio Fuentes, un personaje polémico, seguido por muchos y odiado por otros. En los artículos revisados hay opiniones divididas. Algunos, consideraron a Fuentes la persona idónea para este trabajo, pero, los opositores, usando calificativos como la “Imprenta del Murciélago”, “mayorazgo periodístico”, o llamando a El Peruano “su órgano particular” criticaban como se había hecho cargo de la Imprenta y dudaban de los gastos presupuestados:

El gobierno a tenido a bien desperdiciar cien mil soles para fundar un mayorazgo periodístico con casa capitales y otras conveniencias. Pero a quien Dios se la diere, Murciélago se la bendiga…..un mayor órgano de publicidad, mas el resultado ha sido todo lo contrario…(35)

El señor Fuentes…presentó…una propuesta, tan ventajosa para él, como ruinosa para el fisco, y escandalosa para todos, la cual fue aceptada, sin vacilación ni sustentación, como si se hubiese tenido el plan de cometer excesos y evitar que fuesen denunciados e improbados por el proponente.(36)

Muchos criticaron que Fuentes viviera en ese local propiedad del gobierno, y que no tuviera un local propio, pero era muy común ver en el siglo XIX que muchos funcionarios vivían en los locales públicos, como el caso de la Biblioteca Nacional, que tenía habitaciones destinadas para sus directores y parte del personal.

¿Triunfó la opinión pública o el gobierno? Me atrevería a decir que en un primer momento hubo pequeñas concesiones. El gobierno no dio marcha atrás en su proyecto, pero en cuanto al contenido del diario oficial, a los pocos de aparecer su nueva “cara” se lee el siguiente aviso:

Para evitar inconvenientes ulteriores cumplimos el deber de advertir a nuestros lectores, que solamente todo lo que se inserta en la Sección Administrativa tendrá carácter oficial(37)

Aunque en un principio Fuentes usó El Peruano para debatir sobre la obligatoriedad de la publicación de los avisos judiciales con Paz Soldán, ante las críticas al proyecto y al nuevo aspecto del diario oficial, donde, se advertía el peligro de que sea convertido en un órgano propagandístico en vez de un diario serio. Entonces, Fuentes tuvo la necesidad de deslindar la parte administrativa de la periodística de El Peruano. Otra de las concesiones que se dieron a los demás medios fue el continuar la publicación de los avisos judiciales, tal como se puede apreciar en los ejemplares de los meses siguientes.

 

A modo de conclusión

Como hemos visto en este panorama general de la opinión pública sobre el proyecto de reorganización de la Imprenta del Estado, las posiciones estuvieron divididas entre quienes consideraban a esta acción como un gasto y otros como una inversión.

A pesar de los artículos publicados y las acciones que se tomaron en la Comisión de Infracciones del Congreso, donde el mismo Ministro de Gobierno tuvo que presentarse y exponer sobre las razones que llevaron a la ejecución de este proyecto, no se dio marcha atrás del mismo. Todo lo contrario, pues en una actitud que reafirmaría la postura del gobierno, el 21 de abril de 1869, se publicaría el llamado “decreto de exclusividad”(38) donde se reiteró la prohibición de que los diarios de la capital publiquen los documentos oficiales antes que El Peruano y luego, se firmaría una modificación al contrato de 1868 dándole mayores beneficios tanto a la administración de la Imprenta como a la publicación del diario oficial.

Sin embargo, fuera de las críticas, es importante observar que bajo la administración de Manuel Atanasio Fuentes, la Imprenta del Estado se convirtió en una imprenta competitiva, llegando a publicar los trabajos más importantes de esa década, hasta que la invasión de Lima por parte de las tropas chilenas significaría un punto de quiebre en su historia institucional.

© Víctor Arrambide Cruz, 2009

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Víctor Arrambide Cruz: (Lima-Perú) Bachiller en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con estudios en Maestría en Historia en la misma universidad. Ha hecho dos publicaciones referido a la historia del diario El Peruano en 2006, una de ellas es la edición facsimilar de El Peruano Independiente, que ubicó en la Universidad de Yale. Asimismo, ha escrito diversos artículos en El Peruano, Variedades y otras revistas. Actualmente trabaja en su tesis de Licenciatura sobre Manuel Atanasio Fuentes y la Imprenta del Estado (1868-1888). Es autor del blog de Historia El Espejo de Clío. En la actualidad labora en la sección republicana del Archivo General de la Nación.

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23 El Peruano. Año 26, Tomo 54, Nº 27. Lima, 10 de junio de 1868.

24 Ídem.

25 El Comercio. Nº 9757. Lima, 27 de mayo de 1868.

26 El Comercio. Nº 9770. Lima, 8 de junio de 1868.

27 El Peruano. Año 26 Tomo 54 Nº 27. Lima, 10 de junio de 1868.

28 El Comercio. Nº 9771. Lima, 9 de junio de 1868.

29 El Comercio. Nº 9773. Lima, 11 de junio de 1868.

30 El Nacional. Nº 830. Lima, 15 de junio de 1868.

31 El Nacional Nº 832. Lima, 17 de junio de 1868.

32 El Comercio Nº 9783. Lima, 22 de junio de 1868.

33 El Comercio Nº 9787. Lima, 26 de junio de 1868.

34 El Comercio. Nº 9851. Lima, 17 de agosto de 1868.

35 El Comercio. Nº 9811. Lima, 17 de julio de 1868.

36 El Comercio. Nº 9851. Lima, 17 de agosto de 1868.

37 El Peruano. Año 26 Tomo 55. Lima, 4 de julio de 1868.

38 El Peruano. Año 27 Tomo 56. Lima, 12 de mayo de 1869.

 

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