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Esas revelaciones sirven para relativizar la realidad y hacer que sea difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso. Las declaraciones de los personajes creados por Denevi  no contribuyen al descubrimiento de la verdad, sino que revelan  sus propios deseos y frustraciones.

 

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The Moonstone de Wilkie Collins y Rosaura a las diez de Marco Denevi

por Armando Francesconi

 

Rosaura a las diez del escritor argentino Marco Denevi (1) ha sido definida por Fernando Alegría (1964): “la mejor novela policial que se ha escrito en lengua española (...)”.  También la novela de Wilkie Collins (2) ha sido considerada  por T.S. Eliot (3) en su famosa introducción a la novela: “the first and  greatest of  English detective novels”, y añadió  que fue también “the longest” en su género.  Pero, como observa Thomas Feeny (1978: 228):

The classification of Moonstone within this genre might seem somewhat odd (...). In neither Moonstone nor Rosaura is there true detection; in both a number of characters, rather than a single detective, actually bring about the solution to the case.

 En efecto, ambas se consideran novelas policiales pero su clasificación dentro de este género no parece muy apropiada. En ninguna de las dos hay una verdadera actividad investigadora y además en la novela de Denevi lo policial no existe en absoluto. Hay sólo las versiones del los huéspedes de la pensión en que ocurrió un delito; un delito cuyo moviente no se revelará al lector. Pero en The Moonstone de Collins está el modelo para  Rosaura: la trama  y el proceso de enunciación.

En su introducción a la edición americana de Rosaura a las diez, Donald Yates (1964)  escribe: “Denevi acknowledges only a single dominant literary influence: that of Wilkie Collins”, confirmando las numerosas y sorprendentes semejanzas entre las dos novelas.
   
Por lo que concierne  su estructura notamos que en ambas  la ‘fábula’ es referida por distintos narradores que no revelan lo sucedido en una manera objetiva sino ellos mismos. En Rosaura a las diez hay cuatro narradores y en The Moonstone unos cuantos más.  Sin embargo en el primero, las declaraciones de los cuatro personajes no tienen la misma función que las revelaciones de los personajes de The Moonstone, o sea, proporcionar una serie de elementos que, juntos, contribuyan a restablecer la verdad sobre lo ocurrido. Esas revelaciones sirven, pues, para relativizar  la realidad y  hacer que sea difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso. Las declaraciones de los personajes creados por Denevi  no contribuyen al descubrimiento de la verdad, sino revelan  sus propios deseos y frustraciones.

Gabriel Betteredge, el primero y más importante narrador de The Moonstone, tiene muchos rasgos en común con la señora Milagros que es,  a su vez,  la primera y más importante narradora de Rosaura. Pero, aunque esta última es dueña de una pensión, ‘La Madrileña’,  y Betteredge está al servicio de la rica familia  Verinder, parecen tener una misma postura frente a las personas que los rodean. Betteredge se preocupa  con constancia del bienestar  de Franklin, el protagonista en The Moonstone (Collins, 1999: 27):

While he was speaking, I was looking at him, and trying to see something of the boy I remembered, in the man before me. The man put me out. Look as I might, I could see no more of his boy’s rosy cheeks than of his boy’s trim little jacket. His complexion had got pale: his face, at the lower part, was covered, to my great surprise and disappointment, with a curly brown beard and mustachios.

y la señora Milagros se preocupa, como una madre, de Camilo, el protagonista en Rosaura (Denevi, 1991: 23):

Estoy preocupada. (...) me parece  que esas cartas no anuncian nada bueno. (...), que para algo soy como una madre para él. Si un hijo recibe cartas que a la legua se ve que son pecaminosas, la madre no va a quedarse lo más tranquila, cruzadas de brazos.

Además tanto Betteredge como la señora Milagros son viudos y bastante prolijos. Betteredge  a menudo habla de su ex mujer y la describe  irónicamente ya que no le tenía mucha estima y consideración (Collins, 1991: 11):

‘I have been turning Selina Goby over in my mind, ‘I said, ‘and I think, my lady, it will be cheaper to marry her than to keep her.

En cambio, la señora Milagros ignora del todo a su ex marido que murió por beber demasiado. Son también muy  obstinados  y  pertinaces; Betteredge está convencido de que  en la novela Robinson Crusoe se halla la respuesta a los muchos problemas del hombre (Collins, 1999: 74):

The man who doesn’t believe in Robinson Crusoe, after that, is a man with a screw loose in his understanding, or a man lost in the mist of his own self-conceit! Argument is thrown away upon him; and pity is better reserved for some person with a livelier faith.

 y la señora Milagros saca la infundada  conclusión de que el padre de Camilo murió con toda seguridad por alcoholismo, como su marido (Denevi, 1991: 9):

-Dígamelo a mí. Mi marido murió de lo mismo, y había que ver cómo le gustaba empinar el codo.
-Pero, este, pero mi padre...
-Está bien, a usted le costará confesarlo ahora, por el luto reciente. Y dígame, ¿fue una cosa repentina?

Otros paralelismos se pueden hallar  entre las protagonistas femeninas. El primero atañe a los nombres: Rosaura en la novela de Denevi y Rosanna en la de Collins. Ambas estuvieron en la cárcel y aparecen al principio como figuras pasivas, mientras, luego, muestran un cambio radical y se vuelven muy obstinadas e independientes. Sin embargo no tienen semejanzas físicas ya que Rosaura no presenta deformidad alguna a diferencia de Rosanna que es gibosa. Pero hay otro personaje  en la novela de Denevi que comparte con Rosanna la deformidad física y es Elsa, criada también ella. Tanto Elsa como Rosanna andan enamoradas, sin ser correspondidas, de los respectivos protagonistas, Camilo y Franklin, y corren grandes riesgos para protegerlos. En Rosaura la criada Elsa roba la carta de Rosaura a la tía y en The Moonstone Rosanna roba y esconde la camisa de noche de Franklin convencida de que esta lo envolvería en el robo del diamante.

Miss Clack y la señorita Eufrasia Morales son otros  personajes femeninos  casi especulares:  las dos son  indiscretas. La primera está obsesionada por la idea de difundir la virtud a través de la divulgación de libritos y le ha dado por redimir a todo el mundo sin darse cuenta de que es sólo inoportuna (Collins, 1991: 222):

Here was a golden opportunity! I sized it on the spot.  In other words, I instantly opened my bag, and took out the top publication. It proved to be an early edition -(...)- of the famous anonymous work (...), entitled The Serpent at Home. The design of the book- (...)- is to show how the Evil One lies in wait  for us in all the most apparently innocent actions of our daily lives. The chapters best adapted to female perusal are ‘Satan in the Hair Brush’; ‘Satan behind the Looking Glass’; ‘Satan under the Tea Table’; ‘Satan out of the Window’ - and many others’.

En efecto, es ella misma quien va a recordar en su declaración que, un día, hallándose casualmente en la biblioteca de casa de la tía Verinder, se había quedado a escuchar un íntimo coloquio entre la prima Rachel y Godfrey Ablewhite.

Lo mismo ocurrió a la señorita Eufrasia que cuenta como no pudo menos de escuchar un fuerte altercado entre Camilo y Rosaura. De todas maneras, aunque las dos son solas y  a menudo son el principio de innumerables situaciones humorísticas, el lector no puede sentir compasión alguna hacia ellas porque su triste suerte les viene de su absurda conducta. También esas mujeres están enamoradas de los personajes masculinos de las novelas, pero éstos no se dan cuenta mínimamente de su presencia.

Otra característica común a las dos novelas son las numerosas referencias oníricas. En The Moonstone Franklin Blake escribe (Collins, 1991: 355):

When I did get to sleep, my waking fancies pursued me in dreams. I rose the next morning, with Objective-Subjective and Subjective-Objective inextricably entangled together in my mind; (...).

Rachel  Verinder, la heroína de la novela, confiesa que sueña con su amado por la noche, también Ezra Jennings dice tener horribles sueños que en su caso son la consecuencia del uso excesivo de opio (Collins, 1991: 392):

June 16th.- Rose late, after a dreadful night; the vengeance of yesterday’s opium, pursuing me through a series of frightful dreams.

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(1) Rosaura a las diez de Marco Denevi  tuvo gran éxito desde su primera edición, en  1955, ganando el primer premio de la editorial Kraft  y alcanzó en seguida notoriedad internacional.   La edición que hemos consultado es la de 1991 por el Centro Editor de América Latina.

(2) La novela de Wilkie Collins se publicó por primera vez en tres volúmenes  en la revista de Dickens All the Year Round  (1868).  Nos referimos a la tercera edición de la Oxford World’s Classic de 1999, o sea: Wilkie Collins, The Moonstone, ed. John Sutherland, Oxford University press, 1999.

(3) Elliot dio ese juicio, como ya dicho, en la introducción a la primera edición de la Oxford World’s Classics en 1928. La cita se puede encontrar también en ‘Wilkie Collins and Dickens’, Selected Essays: New Edition,  New York, 1950, p. 413.

 

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