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La historia de los Buendía está ya escrita en los pergaminos de Melquíades, cuya figura es la de sabio y también, inicialmente, la del inmortal.

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Historia y memoria en Crónica de una muerte anunciada y Cien años de soledad

por Gloria Macedo

 

2. Búsqueda en la memoria

2.1 El archivo
Para González Echevarría, “al no tener forma propia, la novela generalmente asume la de un documento dado, al que se le ha otorgado la capacidad de vehicular la “verdad” –es decir, el poder– en momentos determinados de la historia. La novela, o lo que se ha llamado novela en diversas épocas, imita tales documentos para así poner de manifiesto el convencionalismo de éstos”... “Es mediante este simulacro de legitimidad que la novela lleva a cabo su contradictorio y velado reclamo de pertenecer a la literatura” (p. 32).
Tomando en cuenta lo anterior, vemos que el documento va a cumplir un papel importante en ambas novelas, aunque estas no registren necesariamente momentos específicos de la historia latinoamericana, sí hacen referencia a ella. En Cien años sería el manuscrito de Melquíades(4) y en Crónica el sumario elaborado inmediatamente después del asesinato de Nasar y por qué no, la crónica misma.
El documento para ambas novelas va a ser portador del castigo y de la culpa. En Cien años está la vida de los Buendía, de carácter fundador y virginal en asuntos amatorios, políticos y de convivencia social y en Crónica el asesinato y la deshonra.
En el caso de Cien años, para Díaz Caballero “Melquíades cumple una doble función: por medio de la primera es el portador del mensaje de un arquetipo histórico que hay que construir, la sociedad sin clases; por medio de la segunda es el mediador del desarrollo de Macondo hacia su disolución, apareciendo varias veces para resolver situaciones límite de las cuales Macondo no puede salir por sí mismo” (p.206). El narrador de Crónica cumple una doble función como Melquíades, por un lado es su historiador, por otro impide conocer la verdad, pues no logra una investigación concluyente.
Arnau indica que “Este lugar [cuarto de Melquíades] es como un santuario en la casa de los Buendía” (p. 67). En cambio en Crónica, el lugar donde ese encuentra el sumario ha sufrido una inundación, sin embargo, tiene la característica de lugar “no público” y de algún modo, también, “sagrado”.

2.1.1 La escritura
La historia de los Buendía está ya escrita en los pergaminos de Melquíades, cuya figura es la de sabio y también, inicialmente, la del inmortal. El detenimiento del tiempo en su laboratorio hace ver a este como un espacio sagrado y de conocimiento, que trasciende(5).
En relación con los pergaminos de Melquíades, Forgues señala que estos “se integran en la estructura interna de la obra y no la preceden” (p. 55), en el sentido de que su contenido no funciona como marco de la novela, sino que forma parte de ella, por lo tanto no determina el futuro, sino que adquiere significación dentro del conjunto. Esto es cierto, pero habría que señalar también que la incorporación de los manuscritos dentro de la novela, da la impresión de circularidad y de repetición, con lo cual se difumina la barrera que separa el inicio del final.
El contenido del manuscrito crea esa sensación de “si lo hubiera sabido antes”, y pone de manifiesto el poder del narrador al jugar con el campo de expectativas del lector. De un modo parecido funciona el sumario que aparece en Crónica. En esta la historia al igual que en Cien años (aunque de otra manera) se escribe dos veces. Esta vez, el sumario es el documento que reemplaza a los manuscritos de Melquíades. La diferencia es que en los manuscritos del gitano está el futuro y en el sumario, como se sabe, se registra el pasado. Pero los dos terminan siendo “archivo” de la “historia” de un pueblo. Además es una historia donde aparecen personajes que ya intervienen en otras novelas del autor textual que aparece con el nombre de Gabriel García Márquez. Como si las obras fueran la “historia” misma y el autor textual su “historiador”. Recordemos que Macondo es la “ciudad de los espejismos”(6), tal vez Riohacha sea uno de esos lugares donde se refleja la historia ya vivida. Se trata, según vemos, de la creación de una historia paralela a la realidad.

2.2  La “historia” y la memoria
En Cien años y en Crónica se puede apreciar el trabajo con la memoria, aunque la primera, como es obvio, desarrolla más temas que la segunda. Para Óscar Collazos, en el caso de Cien años “Desde la magia hasta la alquimia, como si Macondo recorriera desde su fundación las épocas vividas por la humanidad, tienen cabida en aquella época fundacional” (p. 126). El narrador tiene la tarea de contar y con ese fin toma de la realidad y de la historia elementos para su propia historia. Incluso, se ha señalado que existe una correspondencia evidente con la historia de Colombia en Cien años de soledad(7).
Donald Shaw recoge un interesante dato: “Ludmer, en el mejor libro sobre la técnica de García Márquez en Cien años de soledad, demuestra que la estructura de la obra es en el fondo simétrica: ‘Tiene veinte capítulos sin numerar; los diez primeros narran una historia; los diez segundos la vuelven a narrar invertida’” (p. 115). En Crónica esto pasa todo el tiempo, desde el inicio.
Manuel Arango dice que “Cien años de soledad es la fusión de la realidad y de la fantasía, entre los hechos fantásticos de Macondo y los hechos registrados por la historia” (p.57). En el mismo nivel Collazos opina que “El tiempo histórico de las guerras es perfectamente verosímil y la historia de Colombia, en sus grandes trazos anecdóticos, confirma que García Márquez no hizo otra cosa que sacar de allí los datos de su ficción” (pp. 139-140). Para este crítico es “La historia de Colombia, en un siglo de luchas, introducida en la peripecia de una familia” (p. 151). Así los Buendía no son sólo una familia sino que representan, junto con Macondo a toda Colombia y por extensión a América Latina(8). Ya Carmen Arnau en 1971 indicaba que “En Cien años de soledad está contenida toda la historia de Colombia, adquiriendo especial importancia y extensión uno de los episodios claves (sic) de este país: la lucha entre liberales y conservadores” (114).
También, llama la atención que la novela se inicie con la memoria futura de un hombre que recuerda el día de su niñez en que conoció el hielo (Palencia, p. 66) y que este hecho vaya a ser narrado muy posteriormente. Este recurso se utiliza para mantener la expectativa del lector, mezcla el pasado con el futuro y permite el ingreso en un mundo en el que se tendrá que organizar la secuencia de acciones. Para Arnau “Esta técnica de la anticipación no hace que el interés decaiga sino que lo redobla, ya que el lector se integra con lo que va leyendo, va participando también con la narración” (54)(9).
En el caso de Crónica, las pretensiones no serán las mismas. A diferencia de Cien años donde la memoria se manifiesta en el tema, aquí se deja ver en la narración misma. Es el narrador con lo que le toca de protagonismo el que decide por dónde lleva su narración. Y ente punto es central la idea de recuerdo.
A propósito de este tema León Guevara hace una análisis de las maneras como se manifiesta el recuerdo en Cien años:

La vía del recuerdo se presenta a su vez de tres formas: el sueño, el presagio y el recuerdo propiamente dicho, entendido éste como la manifestación de algo sucedido en épocas pretéritas con la virtud de repetir los acontecimientos tal como se sucedieron, gracias al olvido puesto que no se puede recordar algo que no haya sido olvidado previamente (35).

Estos tres tipos de recuerdo también funcionan para Crónica, si tomamos en cuenta que la narración toda es la evocación del pasado, los sueños premonitorios de Santiago y los elementos que sirven como señal de muerte a lo largo de la novela, como cuando Victoria Guzmán arranca de cuajo las entrañas de un conejo, hecho que asombra al propio Santiago cuya muerte será muy parecida.
La vía del recuerdo va a demostrar que la memoria del pueblo tiene a Santiago Nasar no como el culpable en relación con Ángela Vicario; sino como la víctima en relación con los gemelos Vicario.

2.3 El tiempo y la repetición
Al leer Cien años nos damos cuenta casi con los personajes mismos que el tiempo es cíclico(10). En reiteradas ocasiones Úrsula lo dice con asombro. Cien años es un relato de fundación, donde José Arcadio Buendía asume el papel de patriarca. Sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos van a cumplir repetidamente sus búsquedas y sueños, pero también sus desventuras, actualizadas según el contexto en el que se desenvuelva cada uno: al igual que el último Aureliano, José Arcadio acabará sus días en el laboratorio de Melquíades.
José Arcadio Buendía no fundó Macondo solo, pero fue el que encabezó a los veintiún fundadores y para regentar el pueblo no necesita corregidores ni alcaldes, como él mismo lo dice. Realizó durante dos años una larga travesía buscando el mar y logró descubrir un lugar para su gente (no solo lo encontró, sino que lo creó), edificó en él un pueblo y lo guió. Entre otras cosas que lo caracterizan como el patriarca, José Arcadio Buendía se da cuenta de que el mundo es redondo y a su muerte llueven flores amarillas. Cuando Aureliano, al observar las injusticias de los conservadores, participa de la guerra civil, lo hace también con veintiún hombres, como si fuera una re-fundación de Macondo, esta vez en el aspecto político.
En la estirpe de José Arcadio Buendía se segregan sus rasgos. Tanto los Arcadio y los Aureliano, tienen características definidas que les sirven para levantar un pueblo y morirse con él: “Mientras los Aurelianos eran retraídos pero de mentalidad lúcida, los José Arcadio eran impulsivos y emprendedores, pero estaban marcados por un signo trágico. Los únicos casos de clasificación imposible eran los de José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo” (p. 180). Estos últimos habían cambiado su identidad durante la niñez, pero la recobran con la muerte donde son enterrados uno en lugar de otro.
En el caso de Crónica,críticos como Mocega-González han señalado que “Esa muerte tan insistentemente repetida –“al revés y al derecho”– designa el movimiento de la rueda giratoria del tiempo, siempre presentándonos la irrupción de una nueva conquista, sea ésta cual fuere, una nueva vida ilusoria y su inesperable desaparición final, lo que a todas luces evidencia el mito del eterno retorno. Por eso, en la narración, Santiago Nasar muere antes de vivir y vive después de morir” (pp. 819-820), ya que como lectores nos enteramos primero de su muerte que de su historia personal.
La búsqueda y asesinato de Nasar suceden en unas cuantas horas, que incluso se señalan con exactitud. Por el contrario, la reconstrucción de los hechos toma un tiempo no determinado en la novela. Las averiguaciones que realiza el narrador después de más de veinte años de la “anécdota” entre Nasar y los Vicario demuestran que este acontecimiento ha tomado la categoría de “mito” y de allí su fuerte carga simbólica.


Conclusiones
La culpa, el castigo, el asesinato y la deshonra son tópicos que articulan la narración de Cien años de soledad y de Crónica de una muerte anunciada. A pesar de que las distancian muchos años, está en ellas la marca de su autor real y del autor textual. Hablan del pasado y de temas actuales que, en su relación con la historia, tratan valores y comportamientos humanos muchas veces condenables y, sobre todo, repetibles.
Al revisar la historia de América Latina a través de la novela, de analizar los caracteres humanos, los prejuicios sociales, la presencia política y religiosa, queda el testimonio de los personajes como lección de vida.
Con todo eso, entendemos que la narración es para Gabriel García Márquez, por su estructura y contenido, un compromiso manifestado a través de un documento, el cual revela al personaje de Macondo o de Riohacha como un personaje también de América Latina, con sus vicisitudes y fracasos.
La historia que contienen estas novelas no es solo la ficcionalización de moldes humanos sino su inserción en un proceso literario y cultural.
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(4) “Su libro es [el de Melquíades], de alguna manera, la misma novela que hemos leído” Emir Rodríguez Monegal, “Novedad y anacronismo en Cien años de soledad”. En: Gabriel García Márquez (1982, p. 134).

(5) Armando Zubizarreta comenta que “La memoria individual, tanto como la colectiva, bajo especiales condiciones, conserva la información con esa peculiaridad atemporal, mítica, (“un instante”) que le es atribuida al manuscrito”. “Triunfos del narrador oral en la literatura latinoamericana (de Ciro Alegría a Gabriel García Márquez)”. RCLL. N.34. (1991, pp. 93-94).

(6) “Todo parece ser un espejo hablado y todo, en esta novela de espejismos, obedece a la ley de la circularidad” (Palencia, p. 125).

(7) “Macondo es sólo el desarrollo y disolución de la burguesía nacional colombiana y la latinoamericana, por extensión”. (Díaz Caballero, p. 203). Adelis León Guevara señala a “1848, punto de partida del inicio de la novela. De acuerdo con esto la fecha tope para llenar los cien años sería 1948 que, como es sabido, marca el límite de las constantes luchas entre liberales y conservadores en Colombia” (p. 30).

(8) En una lectura muy particular Esther Mocega-González señala que “Santiago Nasar vestido de blanco, representa[ndo] así la figura del descubridor” (p. 811) y que “representa al primer conquistador y violador del territorio hispanoamericano, cuya visión recae en Ángela Vicario”. “La mecánica de los triángulos históricos y la trampa del círculo en Crónica de una muerte anunciada”. Revista Iberoamericana (1987, p. 812).

(9) Raquel Kersten la llama “[la evolución anticipada] Esta técnica consiste en anticipar la narración de la novela por medio de saltos en la secuencia anecdótica, anunciándose lo que ha de suceder más adelante”. “Gabriel García Márquez y el arte de lo verosímil” En: Revista Iberoamericana (1980, p. 198).

(10) Para Forgues [El tiempo circular] se manifiesta en la estructura narrativa, de manera a la vez simbólica y ejemplar, en las sucesivas destrucciones de la casa y sus reconstrucciones incesantemente renovadas” (p. 52).

 

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