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Las lecturas que reclaman una rigurosidad académica a un libro que no pretende serlo –pretendía ser más un “libelo”— terminan por desvalorizar muchos de sus conceptos, tal como sucede con el de la Arcadia.

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El género del ensayo y la recepción de Lima la horrible de Sebastián Salazar Bondy

por Mario Granda Rangel

 

El calificativo de “horrible”, lanzado por Salazar Bondy está dirigido al rostro moral de Lima en un vigoroso, apasionado y bello intento de iluminar con un proceso de aparentes negaciones la única afirmación posible: la búsqueda de una identidad perdida o jamás contemplada con la lucidez que brinda la inteligencia, cuando va unida con el desinterés y el amor.

Varela se refiere principalmente al propósito moral y redentor del libro, pero hace también un acercamiento a la condición estética de la prosa, pues su estilo es “vigoroso, apasionado y bello”. Palabras que podrían tomarse como muy generales, pero que plantean una de las problemáticas de la forma del ensayo. La condición de texto “bello”, además, no significa que el juicio crítico sobre Lima pierda su valor. Las palabras de Abelardo Oquendo revelan esta correspondencia entre ética y estética:

Los viejos mitos, los antiguos temores pierden vigencia. Hay un espíritu distinto que se revela ya formado y dando frutos maduros en las generaciones jóvenes, en sus denuncias. Lima empieza, por esto, a ser menos horrible(5).

“Menos horrible”, entonces, no solo por ser el inicio del descubrimiento de una de las ideologías más difundidas de la discriminación, sino menos horrible porque es el comienzo de una nueva forma de la ciudad de Lima.

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En segundo lugar, y aún en relación a la naturaleza del ensayo en Lima la horrible, también nos interesa otra observación de la crítica: aquella que dice que el libro de Salazar Bondy carece de salidas o soluciones a la crisis ética que este señala.
Reiteradas veces se ha dicho que el libro se dedica más a la desmitificación de la Arcadia Colonial –la ideología pasatista que no despega su mirada del pasado— y no propone alternativas para los problemas que advierte. En otro lugar, Abelardo Oquendo señala que si bien los planteamientos del libro son válidos, el tema de la Arcadia Colonial es demasiado complejo como para que sea desarrollado en un libro de poco más de cien páginas: el método expositivo del ensayo fracasa, pues el tema del texto supone lecturas muy avanzadas como para conocer de forma completa las referencias que hace el autor. Emir Rodríguez Monegal, por otro lado, menciona que el “método dialéctico” aplicado por Salazar Bondy solo se fija en la “antítesis” del tema y no la síntesis, que comprendería el lado positivo de la colonia: “No toda la colonia es negativa, como no todo el arte colonial es remedo e imitación (todo arte remeda e imita pero solo es arte si además crea), como no toda escenografía es despreciable”. Similares observaciones ha hecho la crítica reciente. Sergio Franco ha señalado que en el texto se “pierde de vista por completo que el arte producido durante el período de estabilización barroca constituyó una compleja vía de negociación simbólica en la que se manifestó paulatinamente la conciencia reivindicatora y protonacional de un sujeto criollo”, mientras que Peter Elmore concluye que a la operación desmitificadora del libro no la acompaña “la afirmación de un mito alternativo” o “utopía inclusiva”.

Es evidente que Lima la horrible no puede escapar a la especialidad de un estudio histórico o literario actual. Pero creemos que esta observación, que muchos se debe a que se le está leyendo como un ensayo sino como un estudio o análisis científico de la ciudad y su cultura. Es cierto que la exigencia actual de las humanidades, que comenzó a finales de los años cincuenta y poco a poco fue cada vez más rigurosa con los temas que estudiaba, es necesaria. En los años setenta, Alberto Flores Galindo se queja con justicia del “ensayismo” de ciertos autores, pues no investigan ni argumentan con propiedad, en un evidente deseo por el perfeccionamiento académico de las humanidades. Pero las lecturas que reclaman una rigurosidad académica a un libro que no pretende serlo –pretendía ser más un “libelo”— terminan por desvalorizar muchos de sus conceptos, tal como sucede con el de la Arcadia Colonial, de tanta importancia en el libro. Lo que habría que hacer, efectivamente, es leer Lima la horrible como un ensayo y no como tratado de sociología. Pero que esto no signifique la desvalorización del libro en el nivel del contenido.

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Finalmente, habría que relacionar aLima la horriblecon su contexto, es decir, con las demás obras del mismo autor (pues mientras que contexto son los textos escritos contiguos al texto estudiado, la circunstancia es el contexto histórico extraliterario). En este sentido, se tendrían que considerar, primero, los artículos periodísticos publicados anteriormente, en muchos de los cuales ya toca los temas que aparecerán en el libro. Sin embargo, esta vez nos centraremos en dos textos, que, aunque no necesariamente periodísticos, se asemejan, en parte, a Lima la horrible: “Cuba, nuestra revolución” (febrero, 1962) y “Andes and Sierra Maestra” (Diciembre, 1962). 
“Cuba, nuestra revolución”, es un texto en el que se describe la isla caribeña como el lugar en el que se está produciendo la ansiada revolución del pueblo ante el capitalismo, o, más exactamente, ante el opresor liberalismo económico. Se trata, por lo tanto, y ahora sí, de un libelo en el que Salazar Bondy hace un contraste entre aquella Cuba que los medios de prensa occidentales hacen de la isla y la que él relata con la intención de resaltar, como es de esperar, las bondades de la revolución. Escrito como si fuera un recuerdo feliz del viaje, el texto es publicado en una edición no venal y leído en una reunión del Movimiento Social Progresista. “Andes and Sierra Maestra”, en cambio, extenso texto aparecido en inglés, es publicado en la revista marxista norteamericana “Monthly Review”. La tesis del artículo consiste en las posibilidades que existen en el Perú para que se levante un segundo frente revolucionario, en directa comparación con la revolución cubana (el texto fue publicado diez meses después de “Cuba, nuestra revolución”). Sin embargo, las abismales diferencias económicas y la lejanía entre la masa popular y el poder político –mantenido así por las medidas represivas de la policía— no permiten que se forme una clara conciencia popular ni se consolide una voluntad de poder revolucionaria. En la primera parte del artículo se señala que la repartición desigual de los bienes y la tierra, la desnutrición, las instituciones económicas gubernamentales y la acelerada sobrepoblación agravan la situación del país. En la segunda parte, en cambio, se hace referencia al enfrentamiento de los pobladores de la comunidad de Yerus-Yacán con una compañía minera en el departamento de Pasco: la empresa tiene el dinero y la justicia de su parte, mientras que los campesinos tratan de defender, dentro de sus posibilidades, lo que les pertenece. Sin embargo, el gobierno ya los ha acusado de haber realizado una “invasión armada” (en temerosa referencia a Cuba). La historia sirve a Salazar para explicar que la falta de organización de los pobladores y la falta de estrategia y liderazgo de los partidos de izquierda no permiten aún la formación de una conciencia política. Por otro lado, y a diferencia de la isla caribeña, en el Perú también hay muchas diferencias entre las mismas personas que quisieran apoyar el cambio:

si bien el estudiante puede ser un inconformista y estar a favor de la rebelión campesina, hay diferencias abismales entre él y el indio: el idioma los separa, la gloriosa historia de uno cuenta la historia de opresión del otro. El concepto de integración entre los dos grupos –indio y blanco— tiene que concebirse como una búsqueda dinámica del segundo por el primero, y no de forma inversa.

Como se puede ver, ambos textos se parecen a Lima la horrible en tanto tienen una clara intención denunciatoria, pero también encontramos profundas diferencias. “Cuba, nuestra revolución”, es el más “literario”, en el sentido de que es “una escritura del yo”. En el texto se cuentan las anécdotas y las reflexiones de un sujeto ilusionado con el triunfo de la revolución que, poco a poco, cree que será de todos. “Andes and Sierra Maestra”, por otro lado, no tiene los mismos recursos literarios, pero reclama por las injusticias que el poder hegemónico perenniza y está a la espera de la revolución. Destaca también el uso de información estadística y periodística para reforzar los argumentos. En Lima la horrible, en cambio, el idealismo y el discurso panfletario del primero han desaparecido, como también el afán explicativo y científico del segundo. El análisis de la Arcadia Colonial, la ideología de la clase dominante, es resistente a cualquier idealismo o número económico o sociológico. Por esta razón, Lima la horrible ya no estará dirigida a cualquiera de esos dos extremos –idealismo o materialismo— sino a aquello que está en medio: esto es, los discursos que la condición colonial produce, así como sus efectos psíquicos y epistemológicos, como señala Sergio Franco.

Con todo, igual habría que hacer una observación, aunque ya no tanto en relación al libro que nos concierne sino al propio Salazar Bondy. Se trata del hecho de que actualmente se le considere un ensayista cuando, en vida, solo publicó un libro que mereciera este nombre y las antologías de sus textos periodísticos son, en su mayoría, más artículos que ensayos. De hecho, como lo dice Abelardo Oquendo, “en ninguno de los géneros literarios que cultivó se le ubicó en un primer plano, salvo en el teatro, aunque hubo otros dramaturgos a quienes por el carácter uniforme y grave de su obra se le pudo juzgar mejor que el variado y multiforme conjunto de las piezas teatrales de Sebastián”. A pesar de esto, sin embargo, y como dice el propio Oquendo, esa fama de escritor se logró gracias a que tenía una gran audiencia que lo leía y lo respaldaba como tal. No sorprende, por tanto, que el vacío existente en relación a la principal actividad de Salazar Bondy más el impacto de la publicación de Lima la horrible fuera suficiente para que el escritor sea recordado más como ensayista y que, en consecuencia, Lima la horrible se convierta en su obra por antonomasia.

Aunque esto último, en realidad, es un factor exterior a nuestro análisis, creemos que tiene mucha relación con el hecho de que la obra de Salazar se haya reducido solo a este campo –es decir, el ensayo, es decir, Lima la horrible— y no se hayan explorado otros con la misma intensidad. Que la crítica no salga de esta perspectiva implica, de nuevo en palabras de Meregalli, “una exagerada confianza en la posibilidad de comprenderlo, en la posibilidad de limitarse a la lectura lineal”. En el caso de su obra, es necesaria una nueva mirada, sobre todo sus ensayos y artículos periodísticos, aún no reunidos por completo; en el caso de Lima la horrible, por otro lado, menos enfocada en ciertas exigencias académicas impuestas y a una lectura más abierta, tanto a sus conceptos centrales como en su nivel expresivo.

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5 Oquendo, Abelardo. “Ya Lima no es tan horrible”, Diario Expreso, 29 de marzo de 1964.

 

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