Por virtud de esa ironía se plantea la posibilidad de que lo blanco manche esparciendo y mezclando su pureza y su perfección sobre lo negro. Revés burlón de la mancha oscura que propaga y mezcla sus impurezas e imperfecciones sobre lo blanco.

 

 

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La blanca suciedad. Análisis de “Los merengues” de Julio Ramón Ribeyro

por Santiago López Maguiña

 

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6. La blanca suciedad

La vaporosidad y la blancura son cualidades que aparecen reiteradas en la escena que despierta la obsesión de Perico por los merengues: “conservaba viva la imagen de varios chicos que se los llevaban a la boca como si fueran copos de nieve, ensuciándose los corbatines”. Los merengues como los “copos de nieve” son suaves, ligeros, aéreos, pero sobre todo blancos. Blanco es color que señala una superficie que no muestra mezclas ni manchas, como ya lo dijimos, y en ese sentido se emparienta con lo “puro”, que es lo límpido y lo exento de mixturas. Lo límpido se relaciona con lo limpio, que aparece manifiesto en la ropa de los niños que se ensucian con el polvo blanco de los merengues triturados. Y está también presente en la claridad del escenario en el que aparecen los merengues. La claridad de este escenario se hace manifiesta por vía de consecuencia en contraste con los espacios donde dicho personaje habita, en “esos callejones de Santa Cruz”, que pueden asociarse con lo oscuro y lo estrecho.

Los merengues, por otra parte, debido a su consistencia se desmenuzan fácilmente y sus fragmentos se esparcen ensuciando con blancura. La suciedad blanca que produce el desmenuzamiento de los merengues funciona como una ironía: lo sucio y mezclado que se acomodan hipoiconicamente con lo negro aparecen gracias a ella unidas a lo blanco, que se conecta con la limpieza y lo puro. Lo blanco que es fondo se convierte en mancha que se mezcla, mientras que lo negro que se relaciona con la mancha, pasa a ser fondo. Por virtud de esa ironía se plantea la posibilidad de que lo blanco manche esparciendo y mezclando su pureza y su perfección sobre lo negro. Revés burlón de la mancha oscura que propaga y mezcla sus impurezas e imperfecciones sobre lo blanco.

7. Lo aéreo y lo terrestre

La propiedad aérea de los merengues, que hemos dejado sin explicar, no surge sólo de la analogía que se establece con los “copos de nieve”, que, dicho sea de paso, es una analogía metafórica, sino sobre todo de las analogías que ocurren entre las propiedades que caracterizan a los propios merengues y que Perico en tanto observador sensible reúne en la experiencia perceptiva que tiene con los dulces. Lo aéreo, en efecto, se acomoda a la inconsistencia, a la suavidad, a la densidad difusa de los merengues. Esas son cualidades o facetas que aparecen con las partículas que resultan de su fragmentación, que también están caracterizadas por tener un peso de gravedad muy bajo, propiedad esta última que permite la caída lenta que da la impresión de suspensión en el aire, impresión que queda subrayada si se la opone al carácter terrestre que posee el pan de yema, tal como sale a relucir en el siguiente pasaje:

“un día, la hija del pastelero le regalón un pan de yema que estaba un poco duro.
— ¡Empara!— dijo, aventándolo por encima del mostrador. El tuvo que hacer un gran esfuerzo a pesar de lo cual cayó el pan al suelo y, al recogerlo, se acordó súbitamente de su perrito, a quien el tiraba carnes masticadas, divirtiéndose cuando de un salto las emparaba en sus colmillos”

pasaje que nos permite además observar que mientras en su caída los merengues fragmentados más o menos se sostienen en el aire y terminan en el suelo con lentitud, el pan de yema debido a su mayor peso de gravedad es atraído a tierra de una manera más rápida y contundente, haciendo de su conexión con la tierra una faceta definida y definitiva.

En el mismo pasaje, por otro lado, el pan de yema aparece ligado al campo de lo animal: es alimento que se da a los perros, al contrario de lo que sucede con los merengues, que se ajustan a lo humano o se acomodan exclusivamente a los seres que pertenecen a ese mundo.

Puede plantearse otra equivalencia semi-simbólica:

“merengues” : ligereza y aéreo :: “pan de yema” : pesadez y terrestre
 
“merengues” : humano :: “pan de yema” : animal

8. De lo visual a lo táctil y gustativo

Volviendo a la analogía de los merengues con los copos de nieve en la que se destaca la blancura y la vaporosidad, se ve en cambio que se omite la analogía con las cualidades frígidas de los copos de nieve. Lo frígido es cualidad no pertinente. En la experiencia sensible de Perico dominan las cualidades visuales de la presencia atrayente, en desmedro de sus cualidades táctiles y de las cualidades gustativas.

Sin embargo, la cualidad de lo vaporoso se presenta también como una cualidad perteneciente a los modos sensibles del tacto y del sabor, que en este sentido comporta la puesta en escena de una masticación (una confrontación) y una asimilación (resolución) que no sufre resistencias, ni obstáculos, y que da lugar a una fragmentación y dispersión del objeto, de tempo lento, lo que supone una aplicación distendida en su trituración, implicando sensaciones corporales de agrado y de bienestar.

En oposición, el pan de yema ofrece resistencias y presenta obstáculos en su masticación y asimilación, y no conduce a una fragmentación fácil y placentera. La dureza del pan obliga al empleo de la fuerza y las sensaciones, que se desprenden de la aplicación de energía y de movimiento corporal, son desagradables y mortificantes.

Los merengues constituyen una materia dúctil, inconsistente, que no ofrece resistencias, mientras que el pan de yema es una materia dura, consistente, que ofrece resistencias.

De estas observaciones resultan las siguientes equivalencias:

ligero y aéreo : placentero :: pesado y terrestre : mortificante

y

suavidad : placentero :: dureza : mortificante

9. Sensaciones internas

Podemos proceder a una operación de reducción, que destaque las cualidades sensibles más redundantes, generales y fundamentales que hemos ido desprendiendo: así retenemos por el lado de los merengues percepciones de lo límpido, mientras que por el lado del pan de yema percepciones de lo oscuro. Estas percepciones envuelven a su vez sensaciones internas y carnales, referidas a lo ligero, inconsistente y suave, que suscita placer en el caso de los merengues, y a sensaciones de pesadez, de consistencia y de aspereza en los desplazamientos internos (un objeto duro se desliza y descompone en la carne con tropiezos), que suscitan mortificación en el caso del pan de yema.

Ligero, inconsistente y suave
::
placentero
pesado, consistente y áspero
mortificante

10. Envolturas corporales

Esas percepciones y sensaciones permiten definir dos envolturas corporales y dos ámbitos carnales distintos. Unas próximas e inmediatas a la experiencia vital de Perico y otras lejanas y mediatas a su experiencia, y que son percibidas por proyección.

Las primeras pertenecen al campo del cuerpo propio, mientras que las segundas pertenece al orden de cuerpos no propios o extraños. Los campos de lo propio y lo no propio (lo otro) se definen a partir de un espacio interfaz (espacio de interrelaciones y selecciones) denominado envoltura. La envoltura para la semiótica del discurso es una frontera de naturaleza sensible múltiple y sincrética, que se forma gracias al tacto y a partir del modelo que constituye la figura de la piel que cubre el cuerpo.

En la interfaz que ocurre en el contacto con otros cuerpos, se define una capa corporal dentro de la cual el cuerpo se ubica a sí mismo (delimita el campo de lo propio) respecto de aquellos cuerpos (que confina en el campo de lo no propio). A partir de ese punto de referencia se delimita, por otra parte, un espacio interno donde se ubica la carne, zona de los modos sensibles sensorio motrices a la que siguiendo a Paul Ricoeur Jacques Fontanille llama el mi mismo (13). Esos modos sensibles son los movimientos internos, las palpitaciones, los estremecimientos, los temblores, los gorjeos, etc., que pertenecen de suyo a la carne.

La envoltura corporal de Perico se hace visible a partir de la experiencia perceptiva que tiene de los merengues “blancos, puros, vaporosos”, que lo atraen desde que ha visto “a varios chicos que se los llevaban a la boca, como si fueran copos de nieve, ensuciándose los corbatines”. Se trata de una experiencia visual, pero también gustativa y táctil. Aunque no directamente, Perico siente por proyección la vivencia de un sabor, que, sin embargo, nunca ha experimentado. De todas formas, se trata de una cualidad sensible a la que accede por una suerte de presentimiento. Está asociada, sin embargo, con sensaciones y percepciones antiguas y conocidas. La blancura, la pureza y la vaporosidad (la limpidez e incorporeidad) de los merengues (y sus correspondientes sensaciones internas: su ligereza, su suavidad, su labilidad relacionadas con movimientos internos fluidos y de ritmo espaciado) se vinculan con un estado de ánimo de bienestar, que ha experimentado sin duda en otras ocasiones y con respecto a presencias similares, la de alimentos dulces y suaves que se digieren con comodidad y placer.

La blancura, la pureza y la vaporosidad, en efecto, pueden corresponder en la dimensión del tacto a una consistencia (modelado) incorporal y en la dimensión visual a lo límpido o a lo transparente. Preferimos lo límpido por su asociación con lo claro, lo limpio e, incluso, lo brillante, que como veremos son cualidades que se conectan con los roles sociales que cumplen los actores. A su vez puede observarse que lo límpido y lo incorpóreo expresan contenidos de ligereza, suavidad y labilidad que suscitan placer.

La envoltura se va formando en la relación corporal que el observador establece con el mundo exterior y se constituye a partir de experiencias sensibles en las que no ahondaremos en esta ocasión.

En nuestro análisis hemos presentido que Perico adivina, a partir de su propia experiencia corporal, que los merengues son presencias que puede asimilar de manera suave y fluida, en contraste con el pan de yema que asimila con dificultad, sufriendo sus asperezas.

La experiencia que principalmente define el cuerpo propio de Perico se funda en la asimilación de presencias corpóreas y oscuras, que constituyen la contraparte equivalente de vivencias internas de asperezas. Mientras que el otro mundo, formado por proyección (14) del mundo propio, se organiza por medio de la asimilación de presencias incorpóreas y límpidas, que se perciben análogas a la vivencia interna de lo suave, que no es extraña a Perico, aunque quizás no dominante. En el mundo estrecho y oscuro en el que vive debe frecuentar presencias alimenticias duras y ásperas, pero debe también tener experiencias con respecto a presencias alimenticias suaves y blandas. Sin embargo, aunque no los tuviera ellos pueden presentirse por una simple operación de contraste.

Los cuerpos, por tanto, adquirirían compacidad e identidad de acuerdo a las propiedades de las presencias que asimilan. Tendríamos de esa manera un cuerpo propio formado mediante el contacto con materias densas y ásperas opuesto a otro cuerpo formado en el contacto con materias ligeras y suaves.

Por eso los objetos que asimila Perico y que constituyen su mundo propio, no siendo cosas placenteras ni satisfactorias, son presencias repudiadas o rechazadas. Al contrario, las presencias asimiladas en el otro mundo siendo cosas que tienen una proyección placentera son presencias atractivas. Puede precisarse de paso que al ser atractivas por analogía deben a la vez ser sabrosas, mientras que las cosas rechazadas deben ser desabridas.

La proyección del mundo propio en el otro mundo empuja o determina un movimiento que va de aquel mundo hacia este último. Un movimiento que partiendo de un ámbito de dureza y oscuridad se dirige hacia un ámbito de suavidad y de limpidez.

La orientación hacia el otro mundo parece por eso estar modalizada por una suerte de obligación o determinación. No en una selección inmediata y voluntaria. La presencia de los merengues constituye así una aparición que de suyo parece imponer su fuerza atractiva.

11. Los merengues: mejor ejemplar de pureza

Las sensaciones que experimenta Perico en la percepción de los merengues son excepcionales. De intensidades placenteras muy fuertes y de extensiones muy difusas. Se trata de una experiencia que funciona como un parangón (15). Por el contrario la experiencia sensible que mantiene con el pan de yema funciona como un término de base (16). Las intensidades placenteras son débiles y la extensión es concentrada. Ambas experiencias tienen por eso un carácter representativo o simbólico, que se condensan en las materias significantes en torno a las cuales tienen lugar.

12. De la cosa al objeto

El otro mundo donde se ubican los merengues no es un mundo abierto y de fácil acceso. Desde un punto de vista sensible y perceptivo, que se traduce en movimientos y en envolturas, ese es un universo cerrado. Aunque a Perico percibe un espacio de cualidades blandas y lisas, no puede acceder a él. Hay una frontera resistente que le impide participar del disfrute de las cosas que forman parte de ese mundo.

El lector debe tener en cuenta que el análisis que hasta aquí llevamos a cabo intenta captar los modos sensibles, lógicamente anteriores, a la formación de los valores. Nos situamos en un momento en que los presencias aun constituyen cosas que se perciben mediante analogías y cotejos (17) (contrastes) basados en ajustes por similitud y en conexiones fundadas en indicios. Los actores se mueven ante todo operando enlaces y equivalencias de cualidades de cosas y de cuerpos con los que entran en contacto táctil, en primer lugar, y posteriormente en contacto olfativo, gustativo, sensorio motor, visual y auditivo.

Por medio de esas conexiones y analogías se logran sincretismos perceptivos gracias a los cuales se unifican facetas o cualidades que impresionan a un observador sensible o cuerpo propio. La unificación consigue compactar cuerpos, a la vez que se compacta el cuerpo propio. Por fin a partir de su identificación como sí (envoltura continente) y como mí mismo (contenido) puede regular las relaciones e intercambios que establece con otros cuerpos.

Habituado a una experiencia de conexión con cosas de materia dura y oscura, que son cuerpos resistentes, la experiencia con los merengues ubica a Perico ante una presencia suave y límpida, que aunque parece fácilmente asimilable no le es asequible. Conectados a lo transparente los merengues, sin embargo, forman parte de un mundo infranqueable o impenetrable.

13. De lo corporal a lo social y viceversa

Es que el acceso a los merengues no tiene un carácter corporal. No depende de energías ni de sustancias corporales. Depende de un mundo fundado en valores sociales. De flujos y procesos pertenecientes a ese mundo. La relación de Perico con los merengues, en cuanto estos aparecen como presencias atractivas es una relación afectiva corporal. Cuando aparece como objeto de intercambio, la relación se torna valorativa en un sentido cuantitativo. En la dimensión afectiva los merengues son presencias principalmente sentidas. En la dimensión valorativa, en cambio, los merengues aparecen como presencias sobre todo cuantificables, se convierten en objetos.

En cuanto los merengues aparecen como objetos de valor, Perico no puede aproximarse ni disfrutar de ellos. No puede comprarlos, porque no sabe hacerlo, aun más porque no es socialmente reconocido como sujeto competente en las relaciones de intercambio y porque no muestra signos que inscriban su cuerpo en el marco de un posible sujeto.

Ha de repararse en que los merengues son una presencia atractiva que toman valor porque responden a una orientación obsesiva que hace de ellos blanco de una mira intensa (que tiene un origen entusiasta) acompañada de una captación restringida, en contraste con el pan de yema que es blanco de una mira de intensidad débil acompañada de una captación amplia (que tiene un sustento fastidioso: fruto del hartazgo se han convertido en objeto sin valor). Pero, en segundo lugar, los merengues y el pan de yema tienen valor en tanto pueden ser intercambiados por la medida de valor universal que es el dinero. En cuanto presencia deseada los merengues tienen un valor corporal, dependiente de las sensaciones y las percepciones del cuerpo propio. En cuanto es valor capaz de medirse en términos monetarios los merengues son a su vez valores mercantiles. Pero estos valores sólo se actualizan y se realizan en la medida en que sus tenientes son reconocidos como tenientes de valores de intercambio. Hay una condición social que convierte a los sujetos en aptos para el intercambio. No es el dinero significante que determina la posición de sujeto (capaz de tomar de decisiones y hacer valoraciones) sino es la posición de sujeto la que determina el valor del dinero. La visión según la cual el dinero es el significante primordial o primero de todo valor es una visión impresiva e ilusoria. La visión según la cual el dinero es un significante cuyo valor se deriva de la posición social de sus poseedores es, en cambio, una visión capaz de establecer relaciones de dependencia y de correlación entre diferentes unidades significantes y entre ellas y los objetos a los cuales hacen referencia. Gracias a esta visión un actante puede ser apto para realizar adecuadas ponderaciones y correspondencias aceptables.

El dinero, por su lado, aparece en primer lugar como un valor, pero en cuanto no puede ser empleado como valor de equivalencia y de intercambio, se convierte en una presencia huera e inútil. Un resto del que hay que desprenderse y que posiblemente pasa a formar parte de los montones de cosas sin uso que forman los basureros y muladares.

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(13) Cf. Ricoeur, Paul. Sí mismo como otro. Madrid, Siglo XXI editores, 1996 (1990). Fontanille, Jacques. “Modes du sensible et syntaxe figurative”. En Nouveaux Actes Semiótiques 61 – 61 – 63, 1999, Université de Limoges. Pp.1 – 68. Cf. También “Figuras semióticas del cuerpo. La envoltura y el movimiento”. En Nuevos horizontes de la semiótica. Universidad de Lima. Material de lectura.
(14) Proyectar, según el Diccionario de la Lengua Española en su cuarta acepción es “hacer visible sobre un cuerpo o una superficie la figura o la sombra de otro”.
(15) El parangón es un valor que reúne todas las cualidades que
(16) Echamos manos de la noción de categorización desarrollada por Jacques Fontanille en Semiótica del discurso. Lima, Universidad de Lima, 2001.
(17) Son las operaciones básicas de aprehensión del mundo de acuerdo a la semántica cognoscitiva. Cf. Lakoff, George y Jonson, Mark. Philosophy In The Flesh. The Embodied Mind and its Challenge to Western Thought. New York, Basic Book, 1999.

© Santiago López Maguiña, 2004

1 - 2 - 3 - BIBLIOGRAFÍA

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SANTIAGO LÓPEZ MAGUIÑA (Huaraz, 1949) Es profesor de Semiótica en la Universidad de San Marcos y en la Universidad de Lima. Se doctoró en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Minnesota. Es colaborador habitual de revistas como Hueso Húmero y Lienzo, y entre sus libros publicados están Relación acerca de la antigüedades de los indios (1992) y Una proximación a Escribir en el Aire (1998). Actualmente es director del Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Facultad de Letras de la UNMSM.

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Para citar este documento: http://www.elhablador.com/merengues.htm


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