En Muñequita linda puedes ver que he escrito cuentos urbanos, rurales, fantásticos, simbólicos. Además hay que asumir el hecho mismo de la globalización que, lo quieras o no, ha trastocado todo; entonces eso sugiere que tu texto esté dentro de lo que pueda suceder en cualquier lugar del mundo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Entrevista con Jorge Ninapayta
por Francisco Izquierdo
 
 

Jorge Ninapayta de la Rosa (Nasca, 1957) radica desde hace pocos años en Nueva York, en donde se dedica a la enseñanza del español. Aprovechando su visita a Lima, El Hablador conversó con el autor del aclamado Muñequita linda, quien muy gentilmente contestó a nuestras inquietudes a propósito del éxito de este libro, de su labor como cuentista y de sus próximos proyectos

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La pregunta va por sí sola, ¿en qué corriente de la Literatura Peruana te sitúas?

Bueno, siempre he pensado que son los lectores y la gente especializada quienes deben encargarse de ubicar a un escritor o poeta dentro de un canon establecido. Ahora, gran parte de la crítica coloca mis cuentos en un término medio, dentro de lo realista y fantástico, lo que no sería otra cosa que literatura fronteriza. Mis cuentos parten básicamente de las experiencias que he tenido, de ahí surge mi búsqueda por plantear un efecto estético en cada relato. No me he planteado la situación de que tal cuento pueda ir a un determinado apartado de la literatura. Mi preocupación mayor es que siempre trato de sacarle partido a las estrategias que hay en torno del acto de escribir para que un tema sea eficaz y cause un efecto determinado en el lector.

¿O sea, te adhieres al texto?

Claro, si las condiciones del relato, sea su argumento, personajes o técnicas, requieren que sea de corte surrealista u otro pues me atengo a él. Siempre he creído que el tema sugiere la estrategia narrativa y la extensión misma del cuento.

Al parecer no tienes un parámetro establecido, es decir un plano que rija anticipadamente tus cuentos…

Exacto. En Muñequita linda puedes ver que he escrito cuentos urbanos, rurales, fantásticos, simbólicos. Además hay que asumir el hecho mismo de la globalización que, lo quieras o no, ha trastocado todo; entonces eso sugiere que tu texto esté dentro de lo que pueda suceder en cualquier lugar del mundo. Actualmente la perspectiva del escritor va más hacia lo que lo rodea.

¿La estrategia misma de escribir un relato te condiciona a plantear sus categorías?

Sí. Creo que cada historia necesita que el autor encuentre la manera adecuada de contarla. Cada relato exige una determinada forma. Por ejemplo, la primera versión de “Muñequita linda” era más psicológica, incluso más realista, y en ese estilo mandé el cuento a un concurso donde no fue considerado para nada. Así, la segunda versión traté de orientarla por el lado del humor, pero un humor siempre psicológico, y semirrealista. No cambió sustancialmente, pero sí encontré el tono, que era el de un humor negro, porque la historia contada de manera realista, o directa, resultaba muy patética. Y prácticamente hice una especie de traducción de todo el cuento a ese tono.

¿Cómo enlazas tus experiencias personales con el contexto social que te rodea?

Mis relatos parten de estímulos propios, y otros de situaciones que he visto o de las cuales he tenido referencia; sin embargo, plasmar lo que escribo dentro de mi entorno es algo que no suelo hacer, no me es necesario, a pesar de que soy consciente de que de una manera u otra lo panorámico en torno a un escritor influye decisivamente en su obra.

Leí en una reseña sobre Muñequita linda que te señalan como el sucesor de Ribeyro, ¿te consideras tal?

Primera noticia (risas). Eso es una exageración. En realidad no me he puesto a pensar detenidamente bajo qué línea se encuentra mi narrativa: yo solo me dedico a escribir.

Entre los diez relatos que componen Muñequita linda hay una buena cantidad que han ganado premios como el Rulfo o el Borges. Frente a esto, ¿qué tan estimulante es para ti ver reconocida tu obra no solo por los lectores, al ya estar publicada, sino por el hecho mismo de recibir premios?

Los concursos tienen más de una finalidad. Primero, ver si uno puede obtener el premio, hablando en términos de dinero, algo nada desdeñable si eres estudiante o algo por el estilo. Segundo, que de una manera u otra envías tu texto a personas supuestamente calificadas para ver si lo que estás haciendo vale la pena o no, algo que puede ser subjetivo. Tercero, está el hecho de que ganar un concurso, definitivamente, te da cierta confianza. Y no siempre quienes ganan un concurso son los mejores. Claro que todo esto no te hace ni mejor ni peor escritor de lo que eras antes de ganar, no garantiza nada para un futuro o carrera literaria: es solo un grupo de personas (el jurado) que dice si tu cuento está bien o no, y nada más.

¿Qué tan importante ha sido para ti publicar, en vista de que tienes un solo libro? ¿La decisión de publicar va por el hecho de juntar cuentos exitosos, o porque era el momento de hacerlo?

Cuando estudiaba literatura, una de las recomendaciones recurrentes de los profesores era que todo libro debía tener una estructura, es decir, en el caso de un libro de cuentos había que procurar que éstos estuvieran unidos por cierta afinidad, en cuestión de estilo, de tema, de extensión: lo usual para determinar la dirección y orientación del corpus absoluto. Bueno, en mi caso no primó eso. Lo que yo hice fue reunir todos los cuentos que tenía listos. Por eso Muñequita Linda aparece como una muestra de lo que hacía hasta hace unos años, un libro en donde no hay un común denominador. Mi idea de publicar sale a partir de que los estaba revisando mucho –los cuentos– y eso no me permitía avanzar en otros proyectos. Al final uno publica para continuar con las cosas nuevas que tiene en mente. Esa fue la razón por la que publiqué.

De tu experiencia personal, ¿se puede publicar, se puede hacer literatura en el Perú?

Bueno, si uno va de rodillas a las editoriales creo que sí (risas). En realidad es difícil. Por ejemplo, adonde yo iba todos me pedían que pagara mi edición. Ahora, las editoriales grandes, las ya establecidas, me prometían que me iban a publicar…, pero dentro de algunos años. Felizmente apareció la oportunidad en Campodónico. Tuve suerte, definitivamente.

 

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