Sin
embargo, la voz de la viuda del terror sigue hablando
al marido muerto: "contigo
o sin ti", le manifiesta. El hermano no
cuida de su hermano porque "ninguno tiene cara
y hasta los dientes han ennegrecido" y varios
cuerpos más están siendo desenterrados
de manera alegre, como en un juego de "la
gallina ciega". En medio de este desorden
nacional donde no hay inclusión del Otro posible
(para remitirnos a Habermas), y con todas estas tragedias
particulares (la viuda, sus hijos) que refieren no
obstante a una ciudadanía mutilada
(8), ¿cómo se sitúa
la mirada del intelectual? En principio, se encuentra
marcado por ese "ahora" y ese acostumbrarse
que, no obstante, no pueden dejar de dar cuenta de
la violencia política. Ya en una entrevista
el propio Mendizábal había dicho, cuando
hablaba de la poesía de su generación:
"La violencia nos marca
para siempre. Tenemos la piel más dura. Somos
cínicos pero eso nos hace más tiernos.
No sé cómo aguantamos tanta violencia
que nos llueve" (Freyre
y Santiváñez 9). Por eso, los
"y uno quieto [
]
y uno muerto" con que va concluyendo el
poema sitúan al yo lírico como espectador
y testigo; sin intervenir en lo que está sucediendo.
No querer apartar una rama ni levantar una tapa es
no querer ver mejor o de cerca (o desde dentro) las
cosas. Sin embargo, ese "uno" que ha dado
cuenta de su compasión por el Otro tiene suficiente
conciencia de saberse dentro de "esta
habitación oscura tan grande" y
con el temor de "prender
una luz en medio". Esta habitación
que es el propio país retratado en la desoladora
falta de rumbo en medio de la guerra que envuelve
también al yo poético del poema.
En
Poéticas del flujo, Mazzotti ve en la
incorporación de temas más allá
de los meramente personales, que daban su sello característico
a la producción poética de Mendizábal,
"otra lección aprendida
de los maestros del 60, [que] le permite discurrir
también por acontecimientos colectivos, como
la violencia política o las masacres de comunidades
andinas, aunque enfocados, eso sí, desde el
sentimiento íntimo que despiertan en la mirada
del poeta" (2002a:
107). Mazzotti analiza la perspectiva temática
de los poemas de Mendizábal que incorporan
el contexto nacional (exclusivamente "Pucayacu")
para concluir que no hay diglosia ni quiebre lingüístico.
Comentemos brevemente algunos de estos poemas de Mendizábal.
En "día de los muertos, 83", el sujeto
poético, que ha anunciado desde el primer verso
que "tiene una bala en
el cerebro" (que se puede relacionar con
el comienzo del poema "1." de Una procesión
entera va por dentro de Rodrigo Quijano (9),
da cuenta de una "señal de época"
que revela que su espíritu ya ha captado el
caos y la violencia de su entorno, a la vez que se
encuentra luchando por no impregnarse, aunque asomos
de ello aparecen en los ojos, en
"las miradas raras que [la amada] dice[s] que
tengo". Es interesante referir cómo
el sujeto poético internaliza esta señal
de época. Las "miradas raras" hablan
del caos y la violencia; se trata de un fenómeno
de internalización que se trasluce en la voz
poética inmanente del texto, el cual va perfilando
a través de ese sistema de referencias la situación
del momento. Y también la violencia que se
respira en el ambiente, esa que "está
como una bola de mierda y acero estropeándome
/ el sueño", conduciéndolo
a la "dispersión" y a la locura.
No sólo la voz poética internaliza la
violencia, sino que expresa a su vez una relación
entre el mundo exterior y su propia visión
que señala el caos y la desorientación.
En
el poema titulado "jonás" Mendizábal
utiliza las letras minúsculas tanto para los
títulos como para cada palabra de sus versos
se empieza hablando de "todo aquel ruido fuera";
este poema es en realidad un arte poética que
da cuenta de un poeta (y ciudadano) que no participa
sino horrorizándose de la violencia que se
vive, y se pregunta de qué manera lanzarse
a denunciarla con palabras o redimir con ellas a los
confusos, sus propios compatriotas pequeño-burgueses.
Lo único concreto es que se sitúa en
el ámbito de la escritura, con lo que se intenta
agrandar la luz pequeña de la habitación
vacía y "tan grande" que se menciona
en la parte final de "Pucayacu". Por lo
demás, el deíctico "fuera"
establece una distancia entre el yo que habla y el
mundo o su realidad. Mientras que en "día
de los muertos, 83", como vimos, la mirada rara
reúne los dos mundos: ambos se tocan.
En
otro de los poemas, "el cerdo se aliña
con laurel", se marca distancia o diferencia
respecto a "los artistas malditos" (quizá
una alusión a los poetas de la agrupación
de principios de los ochenta Kloaka, ya que en el
ambiente cultural limeño se les denominaba
de este modo), los cuales, por ansiar la Gloria, así
con mayúsculas, "no
desea[n] ocultar los estigmas que hacen al enemigo
detectarle". El poeta equipara el culto
de estos poetas "malditos" con el "culto
a la muerte". Por último, el poema "chica
esta mañana amanecí" comparte con
el anterior el mismo tono procaz y abiertamente insultante:
"que los chicos feroces
se metan su política al culo / y su poesía
al culo". Tono que se puede asociar a
su vez con lo que Eduardo Chirinos llamó el
"contexto de violencia
generalizada, que iba desde el trato personal hasta
la guerra interna" (Rabí).
Sin embargo, lo que resulta claro es que en éste
y otros poemas en los que Mendizábal trata
el tema de la violencia política se ha construido
un yo poético que no sólo interioriza
la violencia, sino que a su vez dialoga y discute
con las otras poéticas aparecidas paralelamente
a la suya propia, planteando de este modo su alternativa
u opción.
Como
hemos podido observar, la violencia política
y social del país se vio reflejada tanto en
el poema como en la manera en que este autor entendió
su actividad poética. "Pucayacu"
daría cuenta de las altas cuotas de violencia
y represión durante los ochenta. La perspectiva
histórico-social adoptada convergió
en la expresión de rechazo respecto al discurso
oficial. Es importante resaltar también que
su propuesta revela los aspectos siniestros de la
llamada globalización cuando penetra los mercados
periféricos y genera respuestas de carácter
violento, las cuales, a su vez, motivan que el rostro
del estado neoliberal se revele en sus dimensiones
más sórdidas.
©
Paolo de Lima*, 2004
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