*
Fuego
ídolo muerto o matojo de pelos
hoy la luz nos aturdía con sus metales;
sus segmentos de cielo deforme
entre las rocas
Blanco
Era ese el tiempo que soñábamos,
la edad en la que comíamos con los dedos,
la que perdimos ardiendo como pájaros;
sin saber adónde llegar, de dónde partir,
a qué volver.
pero aprendimos…
______________
*
sí
Era eso, el Fuego,
—estulticia o tiempo muerto—
lo que repicaba sobre nuestra
súbita presencia,
Migrábamos… recuerdo
tus pies sobre la arena y la estéril agudeza
del viento. Hablábamos de todo,
aunque dormíamos;
de la perfidia,
o también de los
rizos que cubrían la claridad de tu frente,
yo te miraba —lo sé— con la somera luz
del cielo sobre la arcilla negra,
como recuas de jamelgos y chillidos
marchábamos.
Éramos nosotros esta única figura y sus secuencias
la historia oculta o
del hierro candente,
______________
*
Fuego,
llamarada entonces o rombo iridiscente
a eso tú venías,
a restregarnos ese odio obsceno sobre el cálido cielo de la tarde,
a devolvernos tu reflejo con este soplido intenso y maloliente,
a mirarnos con el rabo del ojo,
brasa calcinada o carbúnculo
Tú mismo
______________
*
y era finalmente eso,
el firmamento,
el único fragmento
que nos abrasaba
la escarcha roja que cubría
sus cenizas, las cosechas;
el oro
y sus vestigios de flama
carcomida por el viento
la historia nos obliga a defendernos...
Éramos tan minúsculos,
pero sabios sobre el polvo
adusto de la tierra,
obvios...
quizás un fuego perdido
que horada los ángulos muertos
de tus esferas imperfectas
© Reinhard Huamán Mori, 2010 |