III
César,
como verás, todo ha cambiado
desde aquel llanto en que viniste a verme.
César Calvo
Sostengo
las sombras perdidas de la noche
son mi claridad, bebidas inútilmente
. . . . . . . . . . . . .
desde el inicio de tu viaje.
¿Es verdad que allá reposar los pies
en ginebra es usual?
Aquí
un sonido bello amanece,
ya no parece en vano
tu nombre a la hora del entendimiento
a la hora de mi voz.
Queda hablarle al nombre
escribirte, pobre, desde las palabras,
desde la palma de esta ciudad
y su humedad que colapsa;
¿qué queda?
Alcanzar tu nombre es fatiga
alcanzarme lo es;
nada parece persistir en el tiempo
sin el gesto suicida que eres tú.
Esculpo
una memoria,
una sombra que me ama.
................................................................................
IV
Sé
que han encontrado un segmento
entre todo lo que escribo
y la yema de mi gesto
Escribo
para cubrirme cuando no cae la lluvia
para multiplicar mi mano
raspada por la lengua de un gato
para romper las murallas de latidos y caricias
que me separan de lo real
Tengo
que escribir
porque es imperativo no generalizar mis tropiezos
y que no me duelan los botones que me cuelgo
Debo
seguir
de no ser así
sólo tiemblo en los lugares menos indicados
tiemblo desde el páncreas
para el resto de órganos
Si
escribo
alcanzo a rozar la punta de todo
todo el azul que sea necesario para desatar un llanto
alcanzo a tejer neuronas perdidas
el amor
silencio
la luz de las sombras