La barbarie que encarna Facundo se nos presenta, entonces, mitigada, sin crueldad, inocente. Nada más podría surgir de ella, pues ante todo es natural. Es un depósito que se podría domesticar, como de hecho sucedió en 1810, en las batallas que libró Argentina por su independencia del sistema colonial

 

 

La otra barbarie: de Facundo a Rosas

por Enrique Cortez
 
 

La barbarie, en Facundo, es un concepto, una abstracción de la realidad. Asociada al campo, en las primeras páginas de este texto, Domingo Faustino Sarmiento nos la muestra estática, espacial, geográfica, natural. Pero pronto deviene inmaterial, determina el espíritu de sus habitantes, los gauchos; se nos presenta como una mentalidad. Facundo Quiroga será el paradigma más acabado de este modo de ser. Dice Sarmiento:

"Facundo no es cruel, no es sanguinario; es el bárbaro, no más, que no sabe contener sus pasiones, y que, una vez irritadas, no conocen freno ni medida; es el terrorista que a la entrada de una ciudad fusila a uno y azota a otro, pero con economía, muchas veces con discernimiento" (169).

La cita anterior, al final del capítulo XI de Facundo, parecería una ironía. Después de haber derrochado tinta en registrar la ferocidad, la crueldad de muchos de sus actos, Sarmiento redime a Facundo; nos presenta una imagen "humana" del antes vil.

La barbarie que encarna Facundo se nos presenta, entonces, mitigada, sin crueldad, inocente. Nada más podría surgir de ella, pues ante todo es natural. Es un depósito que se podría domesticar, como de hecho sucedió en 1810, en las batallas que libró Argentina por su independencia del sistema colonial.

En este punto, lo que era condición de la campaña, es ya intruso en las ciudades. La barbarie circunscrita espacialmente al campo, con la guerra civil entre federales y unitarios azota a las ciudades, aún refugios de civilización. Parecería tratarse de una peste abominable, que casi lo ha contagiado todo.

Pero esta barbarie inocente, no es todo. Y el terror que propagaba, que era efecto y no causa, de una pasionalidad desbordada, de un aprendizaje largísimo de incivilidad, cede pronto su lugar a una barbarie que se hace método, sistema. Se trata de una barbarie civilizada, es decir, pensada, organizada como medio de control, como política. Su campo de batalla y su pronto refugió será la ciudad; Juan Manuel Rosas su mayor ejecutor.

La oposición entre civilización y barbarie, propuesta desde los títulos de las diversas ediciones del Facundo, deja de sostenerse y se hace un lugar de frecuentes intercambios semánticos. En general vemos cómo el elemento "americano", denominado bárbaro por Sarmiento, lo humedece todo al punto que se vuelve sistema opresivo, tiránico en Rosas.

Visto desde esta perspectiva tiene razón Sarmiento cuando enfatiza la muerte de Facundo Quiroga como un desenlace político. Con su muerte la barbarie deja de ser sólo cultural y ahora se torna política. Los valores negativos agrupados en lo bárbaro, dejan de signar culturalmente la identidad personal de la gente proveniente del campo, pues al ser sistematizados por Rosas le permiten el poder total de la naciente República Argentina. Su estrategia basada en la violencia, se resume en su lema: "El que no está conmigo es mi enemigo". Al final, nadie quiere ser su enemigo y su ascenso al poder es pacífico, aunque no el modo como llega a él.

No obstante, como todo concepto, el término bárbaro, se nos presenta vacío y sólo obtiene plena significación en función de un contexto narrativo. De manera que a falta de un mejor término Sarmiento nos presenta, al comienzo de su narración, una descripción más bien idiosincrásica de la sociedad de entonces, denominándola bárbara. Allí, nos muestra cómo el producto social de La Colonia, diferenciado y jerarquizado espacialmente, correspondiendo lo bárbaro al campo y lo civilizado a la ciudad, es el problema de fondo.

Al no poder articular en un proyecto común los diversos grupos que pueblan la Argentina, al no reconocer su heterogeneidad social, la administración colonial ha perdido hasta su función de ser. Pero al presentarnos una sociedad convulsionada que se resiste a abandonar ciertos modelos coloniales, Sarmiento entiende que se trata de una oportunidad única. La barbarie es en el fondo la factura que le pasa el antiguo sistema a la naciente república. Y si bien, en las páginas de Facundo se nos presenta como un problema serio, un canto de esperanza surge de la interpretación histórica que hace al final de ellas Sarmiento.

En efecto, con la muerte de Facundo Quiroga, el triunfo de la otra barbarie propiciada por Rosas se vuelve infame. Lleva a la ene potencia lo que en Quiroga era vicio cultural. Hace que su barbarie sea aborrecible hasta por los, digamos, bárbaros auténticos, esto es, los gauchos; enseña que lo bárbaro, sistematizado, se vuelve maligno. Por lo tanto, su modelo se desprestigia, exige un reemplazo.

 

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