La
muerte y el libre albedrío
A
través de esta poética, el interés
por el tema de la muerte en Fonseca se ha ido desarrollando
como la inevitable fatalidad que envuelve a los hombres
y que los lleva muchas veces a una capacidad de aniquilación
y de autodestrucción y en la que asistimos
no a la evidencia filosófica del mundo contemporáneo
sino más bien a una convivencia con su determinante
designio a través de un presente donde se actúa
cínicamente frente a los valores y las normas
de la moral. El ser-para-morir en los relatos es parte
de la cotidiana aventura y de la insolencia con la
que en muchos casos se enfrentan a la vida. Es respecto
a esto que los elementos que conjugan sus preocupaciones
temáticas, así como formales, constituyen
gran parte de las recurrencias de sus cuentos, evidentemente
unos más que otros, como ocurre con el relato
"Libre Albedrío" que abre uno de
sus más recientes conjunto de relatos A
Confraría dos Espadas (1998). Podemos observar,
como en un tratado o en una poética, rasgos
esenciales de su narrativa.
Resulta
sorprendente el tratamiento del tema en este relato
que apunta de un modo distinto a la posibilidad de
la muerte ante la vida. Narrado mediante un lenguaje
directo y simple el relato está estructurado
por medio de unas cartas que envía un anónimo
hombre a una mujer madura en respuesta a las que ella
le ha ido enviando en el transcurso de un mes. En
estas, haciendo caso a sus interrogantes, le da cuenta
de los "asesinatos" sistemáticos
que ha ido cometiendo a un grupo de mujeres (así
como el modus operanti) que predican una misma ideología,
la de el libre albedrío, misivas mediante las
cuales esta anónima mujer se irá convirtiendo
en una de sus posibles "víctimas-cómplices".
El contrato de libre albedrío es singular.
Las mujeres que este verdugo moderno ha ido aniquilando
forman parte de una sostenible razón que las
lleva a acabar con sus propias vidas, acto que les
permite alcanzar la plenitud total pues son ellas
mismas las que deciden su destino. El victimario es
una especie de "termina la historia", que
acaba con la vida que cada una de ellas ha ido viviendo-escribiendo
y en las que el personaje le coloca el punto final.
Para ser parte de esta razonable manera de morir no
se necesitan desencadenantes del acto mismo:
El
libre albedrío en el acto de acabar con la
vida sólo es auténtico si la persona
es tranquila, saludable, lúcida y le gusta
vivir.
Es
por eso que en la selección que realiza el
verdugo encuentra mujeres que no poseen el "potencial
adecuado", a las que va descartando y a las que
de alguna manera convierte en conejillo de indias
para su real propósito. Justamente dirigiéndose
a la inminente víctima el hombre le informa
sobre la determinación de las mujeres:
Querían
ejercer a plenitud el poder del libre albedrío,
querían escribir su destino, actuar, en suma,
sin que la decisión tomada fuera una inevitable
coincidencia de antecedentes fortuitos.
Es
como si el personaje, alter ego del autor,
perteneciera a una cofradía en la que la libertad
sobre la muerte fuera una de sus premisas y la consiguiente
aniquilación fuera producto de una violenta
manifestación de las posibilidades del hombre,
que en el caso del autor, se liga muy bien con el
acto mismo de las escritura que le permite transgredir
sus propias posibilidades, porque lo que realiza con
sus personajes sustituye y da cuenta de una realidad
en la que el ser se ve constantemente enfrascado con
su propio destino y con la imposibilidad de sus acciones.
Somos parte, así como lo son los personajes
del relato, de la determinación de un demiurgo
que escribe historias y que lucha con sus posibilidades,
así como de la rebelión de sus propias
creaciones, que se enfrentan a su designio, queriendo
escribir su propio destino.
Fonseca
ha desarrollado una interesante manera de seducción
para sus relatos que si bien guardan reconocibles
referencias con la novela negra y policial no se detiene
en seguir una misma línea, al contrario, su
narrativa busca encontrar nuevas posibilidades para
el arte de contar, de narrar, y somete la brevedad
a mecanismos de expresión como es el
caso de la utilización de un lenguaje directo,
cinematográfico que permiten la velocidad
y la agilidad en un relato, así como la efectividad
en el caso del cuento, a pesar de que no se trate
de la unas cuantas líneas o de la "brevedad"
que todo cuento espera lograr para no transgredir
su propio género.
Rubem
Fonseca, nacido en Juiz de Fora, Estado de Minas Gerais,
en 1925 es hoy por hoy, a sus 78 años de edad,
uno de los más grandes exponentes del género
del cuento y uno de los grandes maestros de la narrativa
actual. Momento es que se termine de consolidar todo
su aporte dado a la literatura.
©
Aldo Incio Muñoz*, 2003
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