I.
Falsas
sociedades (apunte)
Literatura
o muerte. Pocos verdaderamente pueden pronunciar estas
palabras, además, claro, ya nadie confía
en ellas. Desde la aparición de los manifiestos
con los románticos y su momento cumbre en las
vanguardias, siempre se han visto estas manifestaciones,
donde se abandona la pleuresía y la atrofia
mental, como una forma de fomento al desorden social
y no como el principio que ellos desean expresar:
la Imaginación.
Ella
es vista como causante de lo que para muchos es una
distorsión mental y puesta en los límites
de la denominada realidad, siendo apartada del vivir,
prohibiendo sus accesos y de hacerlo debe ser extirpada
o a quien se le ocurra fomentarla se le debe silenciar.
Como opción más recalcitrante en la
sociedad se cree que es poco seria. Esto también
apoyado bajo la dichosa moral, el concepto más
corrupto que se puede haber creado, y el fomento del
temor ¿se acuerdan de la Santa Inquisición
y su Index? Hombre y obra debían ser quemados.
La literatura a lo largo de su historia siempre ha
sido injusta, pues la sociedad siempre se ha encargado
de, o intenta descomponerla primero, no reconociendo
como le sucedió a Góngora, Blake y Ojeda,
o crea fenómenos como una literatura ligera
(light) o el arte conceptual en el caso de
las plásticas. Es así como se van zanjando
abismos, perdiéndose muchas obras renovadoras.
El principio del humanismo se quiebra a sí
mismo: volvemos tísica la palabra. La definición
va tornándose un espeso vaho que no se sabe
ni a sí misma: porque hasta la libertad tienes
sus reglas.
La
importancia de la Imaginación no sólo
se da en el arte, ella está presente en la
conciencia crítica, en la culinaria, en la
política, aunque actualmente quienes la practican
caen en discursos pragmáticos y escandalosamente
racionales fomentado autopsias de sinsentido. Todos
los grandes pensadores, intelectuales, filósofos,
poetas, narradores, políticos, todos absolutamente
le rinden culto a la Imaginación; de lo contrario,
¿dónde estarían las posibilidades?
Los
cadáveres que son arrojados a la sociedad logran
su constancia gracias a la cotidianidad y a la idea
de la sobrevivencia. Vivir es utópico. El fin
se plasma en la respuesta más desalentadora
para el espíritu humano, en esta época
materialista e hipócrita: el dinero. Fin que
tiene como consecuencia, en el ámbito universitario,
que se minimice el sentido de las carreras de ciencias
humanas, salvo la Comunicación Social.
Los
creadores son sometidos a un sistema donde se debe
de vender o ser rentables porque el arte, la creación,
está predispuesta a un costo, al merchandising.
Punto a favor de los best sellers y la literatura
light que son meros entretenimientos y venden,
apócrifamente, demasiado, hecho que favorece
a varias editoriales y librerías ya que se
vuelven el sustento. Pero nunca dicen nada, es más,
producen un desgaste y las personas que consumen este
producto se vuelven inertes.
En
estos tiempos donde las sociedades son exclusivas
y elitistas, donde se propala el inútil rollo
de que los matemáticos sólo deben conocer
sus operaciones, así como la vida de un odontólogo
no debe de pasar más allá de las caries,
donde los empresarios no ven más allá
de sus bolsillos, la ignorancia, en la plenitud de
su práctica, se está apoderando de todos,
pues en este estado sonámbulo en el cual nada
se palpa y la certidumbre te la da únicamente
lo utilitario, se está olvidando dar una formación
HUMANA volviendo así todo desechable.
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(*)
Una definición general sobre lobotomía
-práctica que se comienza a llevar a cabo a
partir del mediados del siglo XVIII-, es la siguiente:
"Operación en el cerebro para eliminar
ciertos trastornos y dolores. También utilizada
para corregir ciertas conductas".
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