Concebimos sin dificultad que la Literatura Potencial no es una receta para “hacer obras maestras”: ella apunta infinitamente menos alto, su esfuerzo es el de encontrar la misma facultad generatriz de ellas, pero en el orden mucho más elemental y más científico de las estructuras del lenguaje

 

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Presentación de los trabajos de la Sub-Comisión en el Cuaderno 17 del Colegio de Patafísica (1)

 

Fausto, fastidiado por su antitético famulus (2), presta una oreja irritada pero quizás complaciente a los lugares comunes de ese representante de la cultura:

…die Kunst ist lang! Und kurz ist unser Leben (3)

le repite esta “pars negative” tan bienvenida a este punto. Los investigadores que se han reunido bajo la triple invocación de la Literatura Potencial, la ‘Patafísica y la Eternidad, no comparten este pesimismo humanista. De conformidad con las célebres directivas de Su Magnificencia: “La ‘Patafísica, toda la ‘Patafísica”, se estima que el Arte no es demasiado largo en la más corta de las existencias. Los Cien mil millones de poemas lo han hecho comprensible a los Patafísicos y a muchos otros.

Que la “expresión” encierra otra cosa adicional a ella misma es algo que sabemos desde que existe un lenguaje, cuando le tomamos gusto a los “no” que dicen “sí” o a los “sí” crueles que niegan más duramente que los “no” y así sucesivamente… El Verbo es íntimamente potencial (y por ello ontogénicamente metafísico o generador de Soluciones Imaginarias): es de allí que sea Dios. Pero el tiempo de las adoraciones ha pasado, el de la ciencia y de sus ambiciones ultrapreciadas ha llegado. La divina potencialidad del Verbo, pese a algunas fulguraciones notables, ha quedado, aunque aún siempre listo a surgir, latente e implícito. Se trata, y eso ha significado la creación del Taller de Literatura Potencial, de pasar a lo explícito de poner en práctica esos poderes. Así, a los tiempos de las CREACIONES CREADAS, que fueron los de las obras literarias que conocemos, deberá sucederle la era de las CREACIONES CREADORAS, susceptibles de desarrollarse a partir de ellas mismas y más allá de ellas mismas, de una manera a la vez previsible e imposiblemente imprevista.

Lo que llamamos obras maestras del pasado no puede darnos sino una idea de este grandioso proceso. ¿Su densidad no oculta —por privilegio interno— una indefinida posibilidad de interpretaciones a menudo fuertemente divergentes y en la que las contradicciones acumuladas con los siglos suscitan nuestra perplejidad? Cada generaci ón las “renueva” y en ella refleja sus estados de ánimo. ¿Qué no hemos encontrado, qué no encontraremos “en” Virgilio o “en” Rabelais?

Sin embargo —por irónica que sea esta constatación—, no basta crear “obras maestras” para hacer la Literatura Potencial. La ambición de Oulipo es a la vez más modesta y más pretenciosa. Se sitúa en la búsqueda de medios más que en la intuición de fines. Busca inventariar —o inventar— los procesos por los cuales la expresión deviene capaz de transmutarse por su sola factura verbal en otras expresiones más o menos numerosas. Se trata de provocar deliberadamente aquello que las obras maestras han producido secundariamente o como por exceso, y sobre todo hacer aparecer en el tratamiento mismo de palabras y de frases lo que la misteriosa alquimia de obras maestras engendra en las esferas superiores del sentido y la fascinación estéticas. Concebimos sin dificultad que la Literatura Potencial no es una receta para “hacer obras maestras”: ella apunta infinitamente menos alto, su esfuerzo es el de encontrar la misma facultad generatriz de ellas, pero en el orden mucho más elemental y más científico de las estructuras del lenguaje. Cuando esta literatura haya tomado conciencia y consistencia, cuando haya engendrado obras, entonces podremos, si acudimos a su palmarés, distinguir las obras interesantes o no, y, como dicen los no-patafísicos, las obras maestras de las obras menudas.

Por el instante, no estamos sino en el crepúsculo de la aurora. En su primer Cuaderno, veremos que para abrir los ojos de sus Miembros todavía poco aptos a soportar el sol potencial, ciudadanos de los oscuros Territorios del Verbo obvio, el Taller se ha aplicado a descubrir en sus sombras los reflejos fosforescentes que se filtran: sea bajo las especies de algunas de las tentativas más o menos potenciales conscientemente llevadas a cabo en el pasado, sea sobre todo en la manipulación de los materiales involuntariamente propuestos por los antiguos (¡ya!) autores en el tratamiento potencial. Esta exploración por ella misma, es infinita: y nuestra primera y modesta muestra no da ninguna idea de las inmensidades que se podrán prever, cuando, por ejemplo, gracias a las calculadoras extraigamos todo un vocabulario (verbigracia, concerniente a los golpes) e incluso estructuraciones sintácticas de la obra de Corneille o de Eugène Sue para escribir obras en “cornelliano” o en “sueriano”, luego crear hechos “corneliiano-suerianos”, etc… —o incluso (como lo han tímidamente ya esbozado algunos lingüistas), cuando esas calculadoras sirvan para hacer aparecer las constantes de un escritor en toda suerte de lugares, y podamos trazar así una cartografía de sus virtualidades… (llegamos aquí a la definición de ‘Patafísica por Jarry). En un orden más abstracto, ¿no estaremos tentados por una Topología de Lugares Comunes, de la cual llegar a extraer los lugares comunes de las estructuras de los lugares comunes —y de nuevo una topología de esos lugares “al cuadrado” y así sucesivamente, hasta que, en un análisis riguroso de este mismo “regreso”, alcancemos este absoluto, el Absoluto, del cual, según Jarry, “los clichés son armadura”?

Pero esta no es sino la mitad del programa y la menos fecunda. Una vez entregados a estas búsquedas y sensibilizados por esta intelección al grado “n”, la literatura potencialpotente (¡no osamos siquiera decir los actuales Miembros de la Sub-Comisión de Oulipo!) tendrá la posibilidad de tocar por su propia cuenta este órgano de múltiples teclados, las combinaciones de registros matemáticos dedaleanos, las “mezclas” que desarrollan las armónicas indefinidamente brillantes y sutiles. ¿Y qué música? No tenemos idea. ¿Lo creemos nosotros verdaderamente? El único ejemplo que podemos proponer para evocar de bien lejos estas visiones futuras no figura en esta entrega: son los Cien Mil Millones de Poemas de Raymond Queneau. Ellos hacen el efecto —¡no es peyorativo bajo nuestra pluma!— de una mistificación. Y, profetas incrédulos como Swift, nosotros tratamos patafísicamente estos futuros.

¿Pero hay otro canon (se diga seriamente en el sentido profano o en el sentido patafísico) que el de tratar el futuro como un atado de Soluciones Imaginarias, es decir de potencialidades?

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1 Presentación a los primeros trabajos del Taller, publicados en los archivos del Colegio de Patafísica (dossier N° 17).

2 Asistente de mago.

3 En alemán en el original: “el arte es largo, la vida breve”.

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Para citar este documento: http://www.elhablador.com/patafisica2.htm

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