I.
La Organización
Luego
de las últimas jornadas en La Paz, las delegaciones
escogieron Lima y la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos como la próxima sede del JALLA-E
para el año 2004. De esta manera, se hicieron
varias reuniones para formar un comité “transitorio”
de organización, mientras se solucionaban algunos
problemas de procedimiento con la dirección
de la carrera y se buscaba el apoyo del centro de
estudiantes de la universidad.
Durante
todo el año 2003 se convocó a los interesados
(a través de anuncios en la Facultad de Letras
de San Marcos y en varios grupos de Internet, a los
que muchos estudiantes de la carrera de Literatura
de San Marcos estaban vinculados) para así
organizar lo que ya se había denominado JALLA-E
San Marcos 2004. La convocatoria recién dio
frutos en enero de este año y solo entonces
comenzó la organización del evento.
Al asumir la organización del JALLA-E nos impusimos
varios objetivos. Primero, tratar de convocar una
mayor cantidad de personas y una participación
más variada de delegaciones internacionales.
Mantener la estructura del evento (ponencias, talleres,
plenarias –que al final reemplazamos por mesas
redondas– y eventos culturales) pero fortaleciendo
cada una de sus áreas. Involucrar, además
de estudiantes de pregrado (que siempre eran los asistentes
más frecuentes a las Jornadas anteriores) a
estudiantes de posgrado y a investigadores jóvenes
(que hubiesen terminado recientemente el pre o el
posgrado). Y, por último, conseguir que el
evento tuviese una temática lo suficientemente
abierta como para permitirnos averiguar cuáles
son las tendencias en los estudios de la región.
Una
vez asumidos estos objetivos, preparamos un proyecto,
un presupuesto, y los enviamos a todas las instituciones
con capacidad de cooperación. Sin embargo,
no conseguimos nada de dinero y tuvimos que utilizar
nuestros propios recursos. Creamos una página
web www.jallae.com (que ahora heredará la siguiente
organización) y comenzamos el trabajo de planeamiento
y difusión a través de la red. Recién
en mayo del 2004, en el mismo mes en el que vencía
el plazo de envío de sumillas de ponencias,
y gracias al apoyo de una de las oficinas de la Universidad
de San Marcos, pudimos mandar a hacer los afiches
y trípticos que nos permitieron la difusión
impresa.
Por otro lado, y después de arduas discusiones,
establecimos la temática y el orden de las
cuatro mesas redondas, así como la de los cinco
talleres, teniendo luego que buscar al director idóneo
para cada uno. De todas maneras, fue muy difícil
decidir una comisión de coordinación
académica que se encargase de evaluar las sumillas
enviadas y de seleccionar a las mejor planteadas,
trabajo que, al final, generó algunas enemistades.
Y, finalmente, hubo que decidir qué eventos
culturales se realizarían, cuándo, dónde
y por qué.
Además
de resolver los temas del contenido de JALLA-E, había
que resolver otros temas muy importantes para la organización:
quién se iba a encargar del manejo del correo
electrónico (tarea titánica, dado que
se tenía que leer y responder a veces casi
50 cartas diarias), quién y cómo iba
a manejar el dinero, quién iba a buscar los
auspicios o canjes, quién coordinaba con qué
invitados, etc. Hubo además que resolver temas
como el logo, el diseño de la página
web, y ver cuál era el contenido, cómo
se prepararía este y cada cuánto tiempo
la actualizábamos. En las últimas semanas
también fue necesario saber quién buscaría
precios de hoteles para sugerir, quién intentaba
rebajas especiales, etc.
Poco
a poco nos dimos cuenta de cuánto había
crecido el JALLA-E. Ya manteníamos correspondencia
con gente de Chile, Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador,
Colombia, Venezuela, Canadá, Estados Unidos
y Alemania. También el contacto nacional estaba
creciendo: nos escribíamos con gente de universidades
en Lambayeque, Puno, Junín, Ayacucho, Cusco,
Ica y Ancash. No todos los que contactamos llegaron,
pero vino mucha gente al final, y no dejaba de sorprendernos
cómo habíamos pasado de estar sentados
frente a una computadora imaginando un evento hacía
apenas unos meses a haber recibido tantos trabajos
(tuvimos que rechazar casi el 40 % de los trabajos
recibidos), además de las comunicaciones diarias
con tantos lugares del planeta.
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A un mes del inicio de JALLA-E ampliamos el equipo
de trabajo, incluyendo a 19 voluntarios, y comenzamos
la última etapa de preparación: la de
las señales y la constitución de pequeños
equipos para encargarnos de cada una de las áreas
de trabajo. A una semana del inicio, cuando ya era
increíble para nosotros lo que estaba a punto
de pasar, comenzamos a recibir cartas de ponentes
o asistentes que no iban a poder llegar. Pensamos
que muy pocos vendrían.
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