LAS
RUEDAS DEL BESO DE REINALDO ARENAS
Qué
pista habría sido mi pecho
para
las ruedas humanas
de tu beso . . . . . . . .
Reinaldo/
qué
campo mi garganta.
Qué
alta y curva puede ser la madera inflada
. . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . de tu última camisa/
Vuelan
los albatros sordos a la orilla de tu cuerpo desmenuzado
en este
. . . . . . residuo de
tarde,
moribundo niño que aún camina
(celeste, rojo, violeta, negro y nuevamente celeste).
Qué pista
habría sido mi espalda
para las ruedas humanas de tu beso
qué
campo la corteza oscura de mis ojos/
.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
árbol nómada.
Antorcha incendiada en las olas.
Siempre volveremos a no vernos, a no reírnos/
a no amarnos . . . . . . . .
. a no hablarnos.
Proa
de la ausencia.
Así como sé de sitios a los que nunca
iré,
así yo sé de ti.
sigue
»»
|