Escríbale al autor

Bruno Pólack Cavassa
(Lima, 1978)

 

Estudió derecho, coautor del libro Tetramerón. Editor de la fenecida revista Evohé, y actual editor de la revista Fórnix. Extra en mediometrajes. En preparación una obra de teatro y dos libros de poemas.

 

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el himen intacto de esta noche/
aunque ahora el sol solo me caiga atravesando el agua enferma de este
enraizado río
aunque ahora me enrede las alas con los húmeros del aire
aunque ahora la compasión coercitiva de dios y sus ángeles de carroña
me apunten con el fusil del tiempo
este cuerpo, urna de carne malva/ mujer enfermo de hombre
aunque ahora nos sentemos a prisa
. . . . . . . . . . . . en esta mesa cóncava donde el pan sangra/
no necesito que mi lomo sea tocado tantas horas para aliviar
mi alma tan solo un microbio instante,
algunos creen que soy un puerto y que a pesar de la risa /yo/
no siento los adioses,
pero
el aire sucio forma costras debajo
de la lengua,
en cada larva de
monosílabo esdrújulo/
en esta existencia
que figura un bote de agua en un extenso océano de arena
pájaro de yeso dándole la vuelta al río,
el feliz espanto de los ciegos que de pronto han quedado videntes.
El lienzo negro.

Lienzo negro igual que al nacer, en la sala, está la muerte, merodeando,
vestida de enfermera ,
guiñando el ojo que descubre de su mano derecha.
Detrás de ese mandil blanco es un cuerpo espléndido,
a pesar que para los minuciosos sus senos machacados por los
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . mosquitos
provoquen una famélica erección.


¿quién no ha ido a las puertas de un cuerpo ajeno a tratar de ser feliz?
¿recuerdas a la mujer que llevaba el corazón en una bolsa plástica?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿recuerdas?
¿en la sobremesa de la muerte? ...su aliento se expandía como un ruido ciego,
mientras roíamos sus pechos de aceituna/
ahora el sentido de la sangre varía en las venas de
los ejecutores,
se empoza el mar entre las rendijas de los edificios
las ancianas negras, apoyadas en las ventanas de granito, miran a
lo lejos, las ruedas de una bicicleta que se difumina en la avenida,
sin saber
grávidas de células muertas
que alumnos brillantes esperan sus tejidos musculares,
sus cráneos, enumerados en una nómina
para los exámenes del curso.

/ . . . . . esta tribu edifica sus casas sobre
el fuerte hielo
. . . . . . . . . . . del invierno—

 

en vano palparía las brillantes paredes de este caparazón donde
inicia la noche
ignorando el gran molar de la desgracia en el que
estoy de pie,
¿dónde tanta fu-
ga árbol?
cántaro clavado de luz/
aunque mis sístoles se retuerzan como se retuerce
el aire
en las capacidades torácicas de un bandoneón
aunque ahora debamos desmantelar el ruido atroz
de la mudanza de los desiertos/
días diptongos prescinden de una noche obsoleta/

la tenue luz
negra
consigue iluminar este extracto donde colgamos con nuestros
hirsutos huesos
arqueados/
aunque ya el mórbido sustantivo recaiga sobre las ideas inconclusas
de los partidarios/


. . . .
el trecemesino dolor separa la bisagra de la noche,
bandadas de peces vuelan en las oscuridades de un himen intacto

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