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Ricardo
Sumalavia
Enciclopedia Mínima
Lima: Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú,
2004.
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Del
cuento breve y sus posibilidades
Las
reflexiones alrededor de la brevedad del cuento han sido
muchas. Y lo seguirán siendo, pues el cuento, al
igual que la literatura misma, continuará agotando
sus posibilidades expresivas. Pensar en el cuento breve
es pensar en los maestros del género o en las pequeñas
obras maestras del relato.
El
género mismo tuvo su origen no en occidente sino
en las fábulas orientales, así como en los
relatos fantasmagóricos que pueblan la literatura
árabe. Nos referimos en realidad a textos sagrados
y canónicos que subrayan la importancia de la palabra
justa en comunión con lo divino e intransferible.
De allí que la brevedad como tal sea un requisito
casi obligatorio en el concepto mismo del género,
se trate o no de un relato de diez o doce páginas,
por citar un ejemplo.
Sin
embargo, no cabe duda que el cuento se perfeccionó
en occidente, principalmente en el siglo XX, con autores
que sentaron las bases en lo que se refiere a la temática
y a la técnica para poder lograr el efecto que consigue
un relato logrado, en sí. Mencionar a Chejov o Poe
puede ser importante pero quizá vicioso, con respecto
a lo que perfeccionaron aquellos autores. Lo que si no resulta
vicioso, a lo que Latinoamérica se refiere, es señalar
que dos son los maestros del relato breve y que de alguna
manera consiguen ser referentes inmediatos en nuestra tradición
cuentística: Augusto Monterroso y Juan José
Arreola. Sobre ellos es posible hablar del cuento breve
en lengua española, y sobre ellos es posible juzgar
lo que se realiza en adelante.
Enciclopedia
Mínima, de Ricardo Sumalavia (Lima, 1968) es
un libro inquietante, cohesionado en sus partes y arriesgado
en la tarea del cuento breve. En sus páginas transitan
las preocupaciones tanto temáticas como estéticas
del autor, la influencia de la literatura oriental y el
legado de la obra de Arreola para la lengua castellana.
Sumalavia intenta construir fantasías en las que
lo real se aproxima a lo lúdico y extraño.
El libro se encuentra bien estructurado, constituido por
seis partes (Homini Et Urbi, Letra Negra, Mininos, Monogatari,
Prostitución Sagrada y Tramontanos) que guardan una
notable correspondencia.
El
primer relato adelanta una cercanía a construir atmósferas
que pueden completarse como asfixiantes, que intentan lograr
la sorpresa final. Así “Bien Mirado”
adelanta un fluir de situaciones normales que sobre el paso
desencadenarán una situación inexplicable,
como sucede con otro relato de la primera parte –“Verdaderas
amigas”– que intenta una ambigüedad, bastante
convencional, entre lo que es lo real y lo que es la fantasía
más pueril.
Lo que resulta paradójico es que otro relato de esta
primera parte, que no guarda una correspondencia exacta
con los otros, resulta el más interesante y en el
que el autor ha depositado su gota más bella tratándose,
sin duda, del mejor relato del libro: “Primeras Impresiones”.
Este cuento tiene que ver con el amor y con la pasión,
con las fantasías de la adolescencia y con la poesía,
que viene a ser la que al final resume todo el ímpetu.
Se trata de un joven aspirante a escritor que ingresa a
trabajar a una imprenta. En esta conoce a la que es la mujer
del dueño, la señora Leonor, quien inspira
a criterio suyo el que es su mejor poema, el que coloca
en una plancha de madera, listo para verse publicado y para
ser enseñado a su instigadora. Llegado el día
y entintada la plancha, aparece la mujer en una de sus tantas
visitas esta vez sin que el marido se encuentre. La seducción
surge entre ambos, y la pasión hace que él
la apoye encima de la plancha donde reposa su poema. Así,
al terminar el acto la mujer se levanta con el poema impreso
en el cuerpo, se despide y le da un beso sin que él
diga nada. El cuento concluye con una reflexión del
protagonista, quien se da por iniciado en el mundo, con
su poema impreso y con la seguridad de que vendrán
muchos más con igual número de inspiradoras.
En
este cuento se vislumbra la anécdota que busca ser
original, y se deja de lado el remate final que buscan los
demás relatos, que resultan tener una pretensión
que no logran del todo: los demás cuentos buscan
una semejanza en lo que concierne a mantener la cohesión
entre ellos. Los de Letra negra serán una aproximación
al relato oscuro, los de Mininos intentarán la perplejidad
entre el comportamiento de los gatos y el de los seres humanos,
los de Monogatari la influencia de la poesía japonesa
mediante la utilización versos que rematan la escena
inicial, los de Prostitución Sagrada el tema del
sexo en situaciones extremas y por último en Tramontanos,
el afán enciclopedista del autor. En todos ellos
predomina la inmediatez por lograr el efecto que un cuento
consigue con talento y genio. Es una continuidad en Sumalavia
la exploración arriesgada del género. El cuento
breve le brindará muchas más posibilidades.
©
Aldo Incio Muñoz, 2004 
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