II:
El devenir caótico
El
orden está ausente para el autor. El orden
tradicional, auténtico, el que se vio destruido
por la conquista, se ha debido de mantener, o al menos
restaurar. Podemos ver que lo que realmente denuncia
y critica Guamán Poma es la ruptura de un orden
racial, político.
Su
preocupación agravada por la disminución
ostensible de la población indígena,
esto por las mitas, el abuso de corregidores y curas,
además del aumento de mestizos. "En las
mitas los indios disminuyeron por miles. Según
cálculos de Bowser, la población india
había disminuido, entre 1525 y 1571, de 6 millones
a un millón y medio. Siendo la costa la más
afectada porque esta se despobló en un 90%
"
(4).
Es aquí en donde podemos enlazar su odio recalcitrante
hacia el individuo mestizo. Los indios estaban obligados
a la mita, a pagar tributos, los mestizos no. Surge
entonces la noción de mundo al revés:
el mestizo privilegiado. Los cataloga de perezosos,
faltos de carisma, de aptitudes, de prestancia física.
Como medida propone que el mestizo sea expulsado de
tierras indias, que se unan a los españoles
(que irían a Castilla), que se vayan a Chile
o (irónicamente, sin duda) al mar.
Esta
posición, del autor, estaría fuera de
toda vinculación eminentemente racista, pues
no alude a diferencias biológicas (método
racista), sino a un criterio de clasificación
que proviene del incanato. "Pensamos que más
correcta sería definir su visión del
orden social como de orientación endogámica
y jerárquica. Él asumió su visión
del orden social como de orientación endogárica
y jerárquica [Sic]. Él asumió
el orden jerárquico preexistente y utilizó
las categorías binarias de Hanan y Hurin para
clasificar a los individuos de acuerdo a si pertenecían
o no al grupo central que el consideraba como de referencia.
Esta manera de concebir el orden social está
profundamente arraigada en el mundo andino; la realización
máxima de este ideal endogámico gozaba
del privilegio de poder desposar a su propia hermana.
De este matrimonio nacía el gozaba del privilegio
de poder desposar a su propia hermana [Sic]. De este
matrimonio nacía el legítimo heredero"
(5).
Lo
humano se pierde, ya no existe aquella igualdad de
semejantes, la dominación española considera,
progresivamente, a los indios como simples cuerpos,
sin la posesión de ningún derecho.
El
autor intenta demostrar que el indio es capaz de muchas
cosas, como la de preservar la fe cristiana y de gobernar.
El impedimento crucial para esto, se ve, en las figuras
del corregidor y el cura.
Ambos
están relacionados por su apego, dócil
o violenta, a las mujeres indias. El autor cataloga
al corregidor como un aprovechado, que gasta mucho
dinero pues no le cuesta trabajo, ni sudor, que sí
son de los indios. El corregidor abusa del trabajo
de familias enteras; Guamán Poma encuentra
esto aborrecible por su ya mencionado apego a las
personas trabajadoras. No está de acuerdo con
aquella noción de cambio rápido o ascenso
social en una vida, siendo a expensas del trabajo
de otra persona. "De los funcionarios reales,
el Corregidor fue el clásico verdugo de los
indios y el que superó a los encomenderos por
sus iniquidades y abusos, puestos en práctica
desde que fueron creados los Corregimientos"
(6).
Guamán
Poma acusa al cura de someter sexualmente a las mujeres
a su servicio, de pegarles a palos, del abuso indebido
de su investidura. Sin duda este personaje influye
en demasía en su esquema de separación
física de razas. "Los padres de las doctrinas
tienen indias para el servicio de la cocina de sus
casas o fuera de ellas, con las que conviven como
si fueran casados; y tienen también otras por
mancebas y en todas ellas tienen hasta veinte hijos
"
(7)
Rolena
Adorno (8)
afirma que hay otro fenómeno, a parte del mestizaje
que lleva a lamentar a Guamán Poma la inversión
del mundo: las pretensiones extravagantes de los extranjeros
que desempeñan oficios; estos se llaman a sí
mismos "don" y "doña":
el mundo está al revés.
Frente
al mestizaje, los abusos, a este mundo trastocado
observamos, en Guamán Poma, que su reflexión
cristiana se ve encarnada en una noción de
orden trascendente a los hombres, y que esta noción
provendría de Dios. Así, el orden de
Dios, según el autor, sería cada pueblo,
cada raza en su sitio, en su mundo.
Un
reclamo
Esta
noción de cada cosa en su sitio en una conclusión
dirigida directamente al Rey Felipe III. Para eso
utiliza como modelo su propio pasado histórico,
es decir, una experiencia concreta para una acción
inmediata. Para ello tan sólo bastará,
afirma el autor, suprimir todo vínculo con
lo español. Dejar la ciudad al español
y al esclavo (incluye mestizo) y devolver al indio
al campo para una nueva reagrupación.
Para
plantear ello ilustra al Rey sobre el comportamiento
de sus funcionarios, el exceso en la conquista (que
es justificado por la evangelización), el aumento
del mestizaje. "Así autorizado, critica
severamente la encomienda que ve como institución
corruptora de los españoles y destructora de
los indios" (9).
Guamán
Poma, ilustra al Rey la ineptitud de su gobierno.
A sus ojos hace una categorización de valores,
poniendo a los indios como buenos y a los españoles
como malos. Esta peligrosa muestra de ejemplos se
verá amortiguada por su intención moral
para todo ello.
"El
modelo de monarquía que le propone Guamán
Poma a Felipe III es el del Tawantinsuyo: 4 regiones
gobernadas por el Inca, a través de subalternos"
(10).
Esto
correspondería a la utopía andina. Que
el Rey, viendo toda esta exposición, restituya
la tierra a sus dueños originales para que
el pasado retorne, para que todo vuelva a ser como
antes. "De allí que se busca conmover
al Rey presentando un cuadro patético de la
situación del indio, acompañado de exclamaciones
lacerantes
" (11)
_______________
(4)
Francisco CARRILLO. Cronistas Indios y Mestizos
II: Guamán Poma de Ayala. Lima, Editorial
Horizonte, 1992. p. 43
(5)
Juan OSSIO. Ideología mesiánica del
mundo andino (antología). Lima, Imprenta
Gráfica, 1973. p. 189.
(6)
José VARALLANOS. Guamán Poma de Ayala
cronista, precursor y libertario. Lima, G. Herrera,
1979p. 95.
(7)
Ob. Cit., pp. 102-103.
(8)
Rolena
ADORNO, Ob. Cit., pp. 215-216.
(9)
Raquel CHANG-RODRIGUEZ. El discurso disidente:
ensayos de Literatura Colonial Peruana. Lima,
Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica
del Perú, 1991. pp. 96-97.
(10)
Mercedes LOPEZ-BARALT. Icono y conquista: Guamán
Poma de Ayala. Madrid, Hiperión, 1988.p.
296.
(11)
Carlos GARCÍA-BEDOYA. La literatura peruana
en el periodo de estabilización colonial.
Lima, Fondo Editorial UNMSM, 2000. p. 179.
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