el
boticario, vestido de blanco y sin sombrero; el cura,
con los gruesos zapatos asomando bajo la sotana; el
maestro de escuela, calvo y soñoliento, que
mecía una pierna cruzada sobre la otra, y con
grandes bigotes, ventrudo, dentro de su traje negro,
con cuello de pajarita, el director del Catastro e
inspector de Pesos y medidas (57-58).
Pero
“EI viajero” llega de noche y a su entorno
se van abriendo las calles del pueblo; las distancias
van midiéndose con los faroles que pasan al lado
del carruaje y él cobra momentáneamente
el papel principal, visto sin embargo, con aquella misma
técnica de silueta por la cual Bolívar
es apenas una sombra fugaz que atraviesa los capítulos
finales de Las lanzas coloradas.
“Cuentos
de camino” es una historia singular, hija típicamente
de la época inicial del criollismo. Es una pincelada
sarcástica, dolorosa, oscura, primitiva y supersticiosa,
de los caseríos y aldeas de la provincia venezolana.
“El
día séptimo” es uno de los dos cuentos
donde superviven temáticas surrealistas, pero
incorporadas a un asunto regional. Un peón cabestrero
del llano agoniza en la pulpería; el proceso
de la fiebre palúdica y del delirio que ella
produce, permite alternar los planos temporales.
Por
un lado la infancia, la faena del ganado, el amo duro
que lo hace subir, cuando adolescente, sobre un árbol,
para que le amenice la siesta de hamaca imitando el
silbido de un pájaro; por otro el futuro de los
compañeros que se marcharon delante con la punta
de ganado y que habrán llegado al pueblo a poner
la fiesta mientras lo recuerden con lástima.
El
otro cuento de reminiscencia surrealista es “El
patio del manicomio”. Es la poesía elemental
de un loco que divaga y pasa sin transiciones, de su
infancia, al recuerdo de la madre y al de la hermana
raptada. Un cuento que se sale de cualquiera consideración
—ni surrealista, ni costumbrista— es “La
pipa”. Es un relato apasionante. Surge de un estado
anímico donde las obsesiones de los personajes
cobran singular importancia. También aquí
los personajes son sin nombre como los protagonistas
de “La siembra de ajos” y “EI patio
del manicomio”.
Los
tres relatos de materia histórica se refieren
a períodos y sucesos trascendentes de la historia
venezolana.
En “El fuego fatuo” Lope de Aguirre, personaje
original y trágico de la época de la conquista,
es presentado por un coro de viejas, en cuyas voces
la figura del hombre va adquiriendo estatura de mito.
Y es precisamente en este cuento la esencia del realismo
mágico, ese hijo pródigo del surrealismo,
tan citado por la crítica y tan poco ilustrado.
Es realismo mágico, porque de una realidad histórica,
con enorme base épica, de un personaje rebelde
que agigantó su estatura desafiando al Rey de
España, se produce la leyenda que deshace y mata
caballos, asesina sin escrúpulos, remata a su
propia hija y al final, en los labios del coro, queda
sólo la superstición de una llama que
surge del fogón y, por las noches, deambula sobre
ciertas llanuras venezolanas en forma de fuego fatuo,
luz en la cual la creencia popular ha creído
ver al Tirano Aguirre.
“Gavilán
Colorao” es un cuento costumbrista donde el autor
se aproxima a ciertas formas macabras del expresionismo,
se utiliza una copla folklórica como estribillo
constructor del personaje mito:
Soy
un tigre en la montaña
y en la sabana un venao
y en la copa de los árboles
soy gavilán colorao (72).
Un carnaval celebrado por el canje de cabezas de cadáveres
decapitados por la euforia de la barbarie, reviste el
episodio, de un humor negro no siempre cristalizado
como creación; hay cierto retorno a ideas ensayísticas
de valor histórico, como aquella expuesta en
"Las lanzas coloradas", cuando Presentación
Campos, incendiada la hacienda de los amos, no sabe
a qué bando incorporarse en las luchas de la
Independencia. “No existe en el pueblo la conciencia
republicana”, sería la idea dominante en
la novela; en el cuento hay una parecida: “Aquí
no nos podemos reír ninguno, porque nadie sabe
lo que es la bendita Federación, ni falta que
hace” (74).
El
cuento que cierra el libro, “La negramenta”,
trata un asunto que ha sido materia literaria en el
ámbito antillano: la sublevación de negros
esclavos y su erección en monarcas. En el de
Uslar se desarrolla poéticamente un episodio
histórico de valor especial. La primera rebelión
venezolana contra la monarquía española,
protagonizada por el negro Miguel, esclavo de las minas
de Buria y su mujer, la negra Guiomar, quienes son elegidos
reyes de un efímero gobierno.
Desfilan las escenas de esta celebración alucinante
y se pintan los cuadros de horror y fanatismo con un
realismo sorprendente.
IV. EL ESTILO DE RED
Al contrario de lo que ocurre generalmente con el escritor
que vuelve de Europa, lleno de novedades, ganoso de
escándalo y un poco eurocéntrico en las
opiniones y criterios, el Uslar Pietri que París
devolvió a Venezuela, es un cuentista maduro
y hábil en el manejo del lenguaje. Ahora, las
técnicas del relato se han afinado. Sondea posibilidades
no intentadas como el mundo de las sensaciones, diálogos
sin nombres y atmósferas míticas.
Si
en Barrabás y otros relatos aún
prevalecían los finales cerrados por la muerte,
en Red predominan las situaciones y los finales
abiertos (Cfr. Milani). En cuanto al punto de vista,
la utilización de monólogos interiores
o de narraciones directas, constituyen avances notables
hacia la independencia de los personajes, hacia la autonomía
de la narración y la exigencia de una complicidad
con los lectores enfrentados a conflictos y situaciones
sólo sugeridas, sin la consabida tendencia a
las explicaciones o a las moralejas ejemplarizantes.
Red,
a nuestro juicio, es el primer libro venezolano que
inaugura una nueva tendencia del cuento en Hispanoamérica:
la del realismo mágico, cuyas primeras teorizaciones
abordaba Uslar Pietri en los ensayos escritos por aquellos
años para la revista El Ingenioso Hidalgo
(Milani).
©
Armando Francesconi, 2005
_________________________________________________ |
Armando
Francesconi: Profesor
de Lengua Española I y de Traducción
del español al italiano en la Facultad
de Letras y Filosofía, Universidad de L’Aquila
(Italia). Ha publicado artículos en las
revistas Merope, Bérénice, Traduttologia
y Espéculo, así como en la
revista virtual El Arco de la Rosa. |
_________________________________________________ |
Para
citar este documento:
http://www.elhablador.com/pietri1.htm |
1
- 2
- 3 -
BIBLIOGRAFÍA
|