Rubem
Fonseca
Historias
de amor
Editorial
Norma
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El fervor del antagonismo
Dentro
de la narrativa contemporánea, Rubem Fonseca merece
un lugar importante dentro de los renovadores y exponentes
máximos del cuento. Nacido en 1925 en Juiz de Fora
estado de Minas Gerais Brasil, Fonseca se aparta de la literatura
tradicional de carácter rural para inscribir su producción
literaria en la violenta urbe del mundo suburbano, donde
conviven el narcotraficante de las favelas con el próspero
empresario de moral disfrazada. Fonseca posee, además
de la capacidad de conmover y sorprender, el manejo de un
estilo personal e íntimo que le ha valido el reconocimiento,
aunque, inscrito, apresuradamente, como exponente del género
del relato de la novela negra.
Si
bien Fonseca utiliza los elementos del relato de crimen,
policial y con preponderancia a los seres marginales, además
de una temática consecuente con el bajo mundo suburbano
que retrata, podemos afirmar que sería mezquino catalogarlo
solo como tal, en el sentido de que Fonseca transgrede y
de esta manera trasciende los límites del género
para revelarnos de este modo la violenta cotidianeidad de
las vastas emociones a las que está expuesta la existencia
humana. Es de esta manera que los cuentos de Fonseca requieren
un tinte antagónico para lograrse. Si hablan de amor
(en muchos de los cuentos este amor se sobrepone al infortunio
y sale victorioso), hablan así mismo de desamor (en
el más genuino sentido del término con personajes
sobrecargados de una dimensión inevitablemente desafortunada
por no llamarla trágica). Si hablan de vida como
germen de plenitud (en algunos pasajes de los cuentos se
reboza la certeza de la felicidad alcanzada), hablan también
de muerte, de esa muerte que nos acompaña como la
sombra que despegamos al caminar o la rutinaria manera en
que aparece y desaparece y se hace nuevamente vida. Uno
de sus personajes en algún momento se pregunta: "¿alguien
debe morir para que nuestro amor siga vivo?"; y es
que este consecuente antagónico se respira en la
narrativa de Rubem Fonseca como una poética del arte
de matar (por amor), especialmente en el conjunto de relatos
que componen estas Historias de Amor.
Los personajes de estos cuentos prevalecen en una atmósfera
donde la represión y la insatisfacción por
vivir los obligan a anteponer un crimen o cualquier mecanismo
de sobrevivencia para ese amor a pesar de los convencionalismos
y las morales sociales.
Siete
son los cuentos que componen este conjunto de relatos, desde
el logro del cuento breve "Betsy" hasta ese émulo
de novela corta que es "Carpe Diem". El arte en
los relatos se encuentra dentro de lo que Fonseca ha sabido
muy bien aprovechar: La intriga y los elementos de la novela
negra, y el lenguaje cinematográfico (recuérdese
que Fonseca es además un reconocido guionista de
cine).
Además
de esa suerte de prevalecer en Fonseca el gusto por los
individuos que giran en un entorno dramático, ese
dramatismo cotidiano es favorecido por un discurso que alimenta
su propia forma y disposición. Es un lenguaje breve
y efectivo que consigue la inmediatez del cuento; y que
maneja la tensión con diálogos sucesivos,
sin intermitencias, monólogos interiores y con la
disposición de los capítulos que se asemejan
a la disposición de las escenas en un film.
En este conjunto de relatos los más logrados (siendo
mezquinos con el narrador pues todos dan la sensación
de ser antologables) son aquéllos que alcanzan la
redondez perfecta en sus miserables pequeños mundos.
Sobresalen
entre todos aquel relato maravilloso "Betsy",
donde el amor traspone los límites de la raza humana
y donde es posible morir de pura melancolía; "Ciudad
de Dios" que recrea una favela perennizada por su peligrosidad
y donde el amor y el rencor y el odio se yuxtaponen dejándonos
una sensación de vacio imposible de llenar para la
protagonista; "Ángel de la guarda" donde
el miedo se convierte en el arma para no morir y donde los
criminales se convierten en víctimas de su propio
designio; asi como "Carpe Diem" donde se concentran
todas o la mayoría de las artes narrativas de Fonseca:
el diálogo fluido sin las pausas clásicas
del relato como Dijo tal o dijo tal, monólogos, cartas
de amor que acentuan la idealización de la pasión
en la relación amorosa y lo que ha fusionado con
maestría en el manejo de la brevedad: la descripción
como en un film que redondea lo necesario y hace que el
cuento se vuelva autosuficiente con su propio discurso y
con lo que tiene que contar. Para muestra un ejemplo: para
situarnos en una escena le es suficiente decir "En
el Motel" y no hondar en innecesarias descripciones.
Rubem
Fonseca a sus setentinueve años ha alcanzado el reconocimiento
internacional con la entrega del premio Juan Rulfo 2003.
Esperamos que este sea el inicio de un despertar más
atento hacia su narrativa y su aporte, muy significativo
y necesario, que lo catalogan ahora como un autor indispensable
dentro de la literatura universal.
©
Aldo Incio 
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