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Se busca en la historia una expresión propia que nos diferencie de lo extranjero y, no obstante, se anhela alcanzar en la carrera del progreso un grado de civilización europeo, al que se considera el culmen de la evolución.

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Diálogo, historia y utopía: Lima de aquí a cien años como unidad y la idea de nación(1)

por Christian Elguera

 

De tal manera, LCAU supera la relación incaico-arcaico(13). En la novela lo incaico no es un episodio pasado, sino una experiencia actual, pues las costumbres que la rigen posibilitan y determinan el orden de la ciudad. La propuesta heterogénea establece el discurso cuzqueño como autónomo y separado del limeño. Las cartas de Carlos de A. se inscribirán en la parte “Cusco de aquí a cien años”, que en su primera entrega responde a D. J. M. P. de la siguiente manera: “Poco o nada me sorprende, amigo, la descripción que me haces de la transformación de Lima, de esa tu querida patria. Muy al contrario, veo que son pocos los progresos que han hecho los limeños, en estos cien años” (De A., 1843: 3). Nótese la oposición al señalar a Lima como una patria ajena, con lo que se establece un contrapunto, así como la nulidad en el consenso de una idea de nación homogénea o centralista. Esto no implica que no exista una nación, de hecho la hay, pero es heterogénea a pesar del éxito del proyecto de modernización. No obstante el contrapunto entre Lima y Cusco que brinda una idea de nación heterogénea, nos encontramos ante un ambiente de coexistencia. Recuérdese el intercambio de cartas que permiten la sociabilidad provincial y limeña, así como el hecho de que los personajes compartan la misma experiencia del viaje y un lazo de “fraternidad”. Debe, además, anotarse que la expresión “esa tu querida patria” precisa el contrapunto y rivalidad entre los republicanos andinos y la elite criolla, cuyas primeras muestras las encontramos en la abolición que hace Bolívar de los títulos de nobleza india virreinal, en la búsqueda del republicanismo criollo de una historia sin precedentes prehispánicos(14), actos que se vieron motivados por la necesidad de legitimar ante la elite andina la superioridad criolla y su derecho a dirigir el país. Al respecto, Turner señala que esto se debió a que

(…) ciertos segmentos de la elite andina subordinada pero rival, representada por la clase kurakal de nobles y comerciantes indios y mestizos, y reproducida bajo el dominio colonial indirecto (una clase que era más fuerte en Cusco y en las provincias vecinas del altiplano del centro-sur), tenía un derecho mucho más fuerte y demostradamente amenazador a dicho legado [el Perú como sucesor del Tawantinsuyu] (Turner, 2006: 38).

Otro aspecto relevante en la sociabilidad de la idea de nación lo encontramos en las representaciones de la lectura. Podemos establecer tres niveles en este sentido: a) una sociabilidad como novela de folletín que involucra y determina una idea de lectura de la época a través de periódicos y su importancia en la difusión de los proyectos de comunidad imaginada; b) una sociabilidad estructural a partir de la concepción de las cartas como un medio de comunicación y lectura íntima, amical, confesativa; y c) una sociabilidad culta de carácter intrínseco: dentro del mundo representado se alude a la lectura en una biblioteca de un libro sobre Historia del Perú. A partir de esta lectura se configura una idea de nación donde el presente del autor, desde el discurso futurista, es visto como un pasado infesto de guerras, revoluciones y traiciones; se reconoce, además, que la Historia propiamente se inicia con la conquista. La escena de la lectura nos brinda, además:

(…) una escena fundacional en los albores de la narrativa decimonónica: esto es, la del sujeto ensimismado en la lectura de un libro (…) La operación de la lectura en solitario y en silencio se expandía fundamentalmente en los sectores ilustrados y se convierte en una de las imágenes emblemas de la modernidad regida por la ilustración y el autoperfeccionamiento individual (Velázquez, 2004: 26-27).

La concepción de lectura, como apreciamos, no brinda sólo una simple representación, sino que ella nos permite ahondar en la ideología del proyecto de modernidad, propuesto en dos aspectos:

a) Se busca promover la letra. En esta sociedad próspera, en esta utopía, resalta la lectura y escritura como acompañante de tal éxito. La letra se convierte en indispensable para la modernización del país, como precisaría más tardeL. F. Zegers en un artículo publicado en La Revista de Lima, “Bases para la educación democrática”,dondela lectura y la escritura“no solo son necesidades sociales, lo son del alma. La una es un consuelo en la aflicción, un bálsamo para los dolores morales, una barrera contra las inclinaciones melancólicas e impías.”(1861: III, 115). Se busca así legitimarla para la consolidación del ideal ciudadano, ya que como considera Castro-Gómez: “La formación del ciudadano como 'sujeto de derecho' sólo es posible dentro del marco de la escritura disciplinaria y, en este caso, dentro del espacio de legalidad definido por la constitución” (2003: 149).

b) Se determina una periodización de la Historia. A partir del proyecto moderno, y bajo un pensamiento eurocentrista, se establece el inicio de la Historia del Perú con la Conquista. Sostenemos que tal criterio se basa en la relación inmediata con la admiración a Francisco Pizarro, ya que éste a la vez que conquista, civiliza. Como destaca Porras Barrenechea en su trabajo “Francisco Pizarro, el fundador (Fragmentos de un ensayo próximo a publicarse)”(15) publicado en El Tiempo. Suplemento conmemorativo del IV Centenario de la fundación de San Miguel de Piura, el Pizarro que más se ha de recordar es al fundador de ciudades:

El Pizarro que vive acallada la iracunda lucha de la Conquista no es el robinsónico de la isla del Gallo ni el del contrato perjuro, ni el repartidor de encomiendas, ni el achicharrador de caciques taimados y traidores, ni el temerario saqueador del Coricancha sagrado. El Pizarro que sobrevive a acusaciones y a anatemas a odios póstumos y a sensiblerías baratas, la figura que cotejan cuatro siglos suspensos –es el Pizarro fundador de ciudades (…) sobre el arenal quemante, en el fondo fértil de los valles, sobre la puna desolada o frente a la selva impenetrable está la huella de la vida del Conquistador: ciudades que surgieron de su másculo capricho” (1932: 1).

 
De esta manera la imagen de Pizarro es la del civilizador, el que hace emerger ciudades de la barbarie, motivo acorde con las intenciones de la novela: erigir una nueva sociedad, civilizada, ordenada. Por este motivo, pues, civilizador, se estipula la conquista como inicio y se loa a Pizarro:

(…) ¡que casualidades tan felices suele haber en la vida del hombre! ¡Quien me podría decir que en esa mañana, que en ese momento me iba á encontrar de rodillas sobre la tumba de Pizarro!!! … “restos del jenio sublime, reposad tranquilos en medio del silencio en que yaces, el nombre de aquel que llevasteis queda inmortal entre nosotros; su alma enérjica y avida de anchar los minites del mundo conocido conservar en las futuras jeneraciones del Perú, un recuerdo que jamas se borrará, una fama que ningun otro eclipsará, un renombre que esculpiendose en nuestra historia, sera tan eterno como el mundo!!!... (Del Portillo, 1843: 2)

Se presentan nuevamente las contradicciones de la imagen heterogénea de nación: por un lado CCA nos muestra a un Cusco modernizado, alejado de subordinaciones, y se reconoce en tal sentido la actualidad especifica de la civilización inca, pero, por otra parte, en LCA, ésta no es reconocida como parte de la Historia(16). Asimismo, el inicio de la Historia con la Conquista nos muestra además el grado de dependencia(17) de la elite criolla ante los patrones europeos, lo cual revela nuevamente una serie de contradicciones en el proyecto moderno: a) se busca en la historia una expresión propia que nos diferencie de lo extranjero y, no obstante, se anhela, en algún momento, alcanzar en la carrera del progreso un grado de civilización foráneo (especialmente europeo), al que se considera el culmen de la evolución; b) se busca a través de la historia construir una nación civilizada y, sin embargo, como ha afirmado Flores Galindo <http://gonzaloportocarrero.blogsome.com/2005/08/27/la-hazana-como-deber-perfil-de-alberto-flores-galindo> en La ciudad sumergida, aun después de la independencia nacional “el mundo siguió derecho” (1991: 183), esto es, se continuaba con la esclavitud, con el racismo, con las exclusiones y marginaciones sociales. En esta medida, a pesar de las diversas contradicciones del discurso, es necesario precisar un predominio de la elite.

 

3. El proyecto moderno: el conflicto y la fe

El conflicto del corpus señalado se muestra en el proyecto de nación propuesto: si bien estamos ante una novela dialógica que expresa la tensión y condición heteróclita del país, también nos encontramos frente a un discurso que considera a la educación, al progreso, a la tecnología, es decir, a lo moderno, como la ideología salvadora, “como la personificación de la racionalidad humana y de la felicidad” (Coronil, 2003: 107). Ahora, si bien tanto en LCA y CCA se traza el proyecto moderno, no nos encontramos ante una idea de nación homogénea, ya que nos encontramos ante un contrapunto entre Lima-Cusco que determina un tiempo heterogéneo. Este contrapunto puede expresarse en la competencia en la modernidad, en la oposición de estilos arquitectónicos y en las diversas focalizaciones que cada uno de ellos presenta ante la modernidad: en Lima se presentará un apego al lujo, al donjuanismo, a ciertos lastres coloniales como la presencia de catedrales; mientras el Cusco se convierte en espacio de magia, abundancia, cultura y preocupaciones morales. Consideramos a ésta como una diferencia capital, ya que desde ella el autor crítica la poca atención que el limeño pone en la corrección y disciplina de sus costumbres ante el lujo, la comodidad y el buen gusto. De hecho, el mayor logro de la obra es el constructo de una nación a partir de las disyuntivas entre sus miembros. Esto puede apreciarse en la segunda parte de CCA, en donde apreciamos cómo en un plano moral Cusco resulta superior a Lima: en la abolición de la usura, en el éxito educacional y en el respeto a la mujer (quinta entrega):

Tan en carrera me llevas del teatro a la catedral, de allí a la calle Liverpool, al bote, a tu hotel de París y a la calle de la Union, que en un coche aéreo solo fuera capaz de seguirte. Pero poco o nada te detienes en la descripción de las mejoras morales y materiales, y casi nada me dices del respeto a las costumbres limeñas al presente. Lejos de imitar tu ejemplo, te quiero hacer un lijero bosquejo sobre los adelantamientos del Cusco en esta parte (De A., 1843: 1).

Para hacer óptima la formación de una actitud favorable hacia la modernidad se busca la concretud del discurso: no se configura la utopía simplemente como un no lugar, sino más bien como un lugar que espera, y al que tanto Arthur como Carlos han llegado y desde el cual nos informan, en el cual viven; de hecho, el carácter concreto de este futuro se establece desde las primeras líneas. A la manera de un viajero(18) que nos informa sobre su “experiencia” se nos dice: “(…) para ver nosotros mismos la suerte feliz que desde entonces estaba reservada a nuestra patria” (Del Portillo, 1843: 1). LCAU de esta manera se refracta directamente hacia el lector advirtiéndole(19) las consecuencias del cambio de su barbarie, modelando su mente hacia un ideal de modernización.

Dicho ideal fue en realidad un componente nuclear de las elites criollas en América Latina. Encontramos así el caso de Eduardo L. Holmberg en Argentina, quien bajo el seudónimo de Ladislao Kaillitz publicó el texto “La ciudad imaginaria (artículo fantástico para mañana)” en el diario La Crónica,del 14 de abril de 1844. En dicho texto se presenta el triunfo de la razón y la modernidad en la celebración por la fundación de la ciudad de La Plata, ciudad surgida de la Pampa y donde se dice “Progreso”, ciudad que es la concretización del imaginario positivista. Lo mismo sucede en LCAU. En el específico caso de Lima nos encontramos ante una serie de cambios, principalmente: a) políticos, como la superación del caudillismo que condujo a guerras intestinas, cinco constituciones, seis presidentes en menos de cuatro años y la anarquía; y b) formales, ya que se trata erigir una nueva Lima, contraria a la barbarie, a las calles con acequias, a las “casas “inconclusas” de ladrillo, adobe y madera”, “a los mercaderes ambulantes” y “bufones de la Plaza Mayor” (Tristan, 1946: 387)(20), una Lima que, como nos advierte Sánchez en Don Ricardo Palma y Lima, se caracterizaba por “rumorear de conjuraciones”, “ambiente pueblerino” y “revueltas” (Cfr. Sánchez, 1989: 66-68).

Por este motivo se especificaran los contrastes entre una y otra época, a saber: a) el suelo suave de 1943 en contraposición al suelo duro de 1843 (“piso formado de piedras grandes perfectamente picadas é igualadas es tan suave como era duro el que teniamos en otro tiempo en todos nuestros patios”); b) luz-vida frente a la oscuridad-muerte (“cual fue mi sorpresa al ver el alumbrado! Que luz Dios mío! …te acuerdas, Carlos, de los indecentes y tristes faroles del siglo en que nacimos, que mas bien parecían lámparas sepulcrales que luminarias de hombre”); c) avanzar en oposición a obstáculo (“enlozado fantásticamente caprichudo, que en otro tiempo no nos dejaba caminar y que parecia deseoso de detener nuestra marcha”); d) gustos de ciudad frente a gustos de aldea (“al recordar aquellos cartelones llenos de disparates con que adornaban los actores en otros tiempo nuestros antiguos portales, dignos mas bien de exitar la curiosidad de habitantes de aldeas y ver esos cuadritos tan sencillos y elegantes, exclamé: el progreso es general”).

Con el fin de afianzar la fe en el proyecto moderno se otorga una meta y un método de ejecución, propio de toda utopía, pues “las sociedades o gestos utópicos, por definición, son paradigmáticos, modelos a seguir o a ejecutar” (Urbano, 1997: XVI). Así, bajo la preceptiva de un método moderno se dirá: “vea U. resultado de la paz y del trabajo!”, “Consecuencia del orden y del trabajo, y nada mas amigo mio!”, “Hay muchos colejios para la juventud de ambos sexos”, al cual debe agregarse el plan que se determina en la tercera entrega, a saber: propiciar la llegada de extranjeros al país con el fin de “alentar nuestras virtudes con las suyas, y damos el ejemplo de industria, actividad, órden y economia”. A partir de estas recomendaciones se busca una refracción directa, que moldee y viabilice la conducta de la lectoría de 1843, a fin de conseguir la prosperidad de 1943, intencionalidad de concretud que LCAU comparte con gran corpus de la novela decimonónica, tal como Unzueta determina:


(…) provocar un impacto en la vida de los lectores, permea varias de las características que la definen, incluyendo una apertura hacia el mercado y hacia audiencias más vastas, marcado didacticismo y un contenido político, social y “extra-literario.” Continuando la tradición de la Ilustración, la mayoría de los escritores del siglo, desde Lizardi hasta Matto de Turner, buscaban educar al pueblo, mejorar sus costumbres y optimizar la sociedad. La novedad es que escribieron para un público mucho más vasto gracias a la gran circulación del género y al estilo lingüístico utilizado. En otras palabras, la novela como forma literaria se volvió popular en ambos sentidos del término (Araucaria).


4. La utopía como crítica
 
El aspecto crítico de la obra se muestra con mayor despliegue en la carta donde se narra la historia del anciano amigo de D.J. M.P acerca del estado caótico de Lima (cuarta entrega). Subrayamos, además, la advertencia que hiciera el autor en relación con esta carta:

Pintar con mayor exactitud que sea posible el cuadro que presentó el Perú a mediados del siglo XIX tratando las cosas bajo un punto de vista general sin individualizarlas, es el objeto que se ha propuesto el autor de este folletín: distraer el animo del que lo lea y vea en él tantas desgracias, el fin de los adornos; las mejoras y reformas de positiva utilidad para el país pintan los ardientes votos de mi corazón.

 

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13 Méndez sostiene que arcaico era el constante adjetivo al sector andino. (Cfr. Méndez, 2000: 32.)

14 En este sentido, la elite criolla buscaba legitimar su derecho a gobernar y construir su propio modelo alejado de los legados prehispánicos, a los cuales habría de recurrir únicamente a partir de los usos de la retórica nacionalista. Al respecto, Turner nos brinda la siguiente apreciación: “Entonces, sin ningún pasado utilizable, el republicanismo criollo miraría mayormente hacia el futuro (y con ello al artificio o al modernismo) como la fuente de la nacionalidad latinoamericana, y no en la medida de lo posible al pasado ibero o andino. En suma, Bolívar no andaba buscando un Inca, sino la tábula rasa liberal desde la cual volver a comenzar de cero” (Turner, 2006: 41)

15 Porras mantendrá la misma consideración en el ensayo “Pizarro el fundador”, el cual puede consultarse en el libro de Edmundo Bendezú, Literatura, historia e ideología en la biografía de Pizarro. Respecto de la fundación, el crítico la destaca como “Uno de los capítulos mejor escritos”. Señala, además: “El destino y el carácter de primacía que tiene Lima sobre las otras ciudades del Perú llevan todavía el sello que le dio Pizarro, el creador de un sistema político y social y el fundador de una constelación de ciudades, cuyo centro indispensable sería siempre Lima (Bendezú, 1992: 107).

16 En este sentido CCA se halla inserta en una retórica subalterna que Basadre puntualiza de la siguiente manera: “Sin embargo, el pasado que reivindican los arquitectos del Estado peruano es sólo el pasado indígena. Al dirigirse el Congreso Constituyente a los pueblos de la Republica después de haber jurado las 'bases' de la primera Carta, para ensalzarla, dice que es 'una Constitución (…) que nos recuerda esa humanidad genial de los Incas, nuestros mayores' (…) Cuando da cuenta de la victoria de Junín, el periódico 'Nuevo Día del Perú' de Trujillo empieza ese anuncio con las palabras: 'La sangre de los Incas va a ser vengada, la humanidad respira y la América es libre' (…). La realidad del interesa como símbolo y como historia. El indio contemporáneo, en cambio, queda incorporado a la condición de 'peruano' y regido por leyes generales que reposan sobre 'los principios eternos de la justicia natural y civil' (…). Por eso se explica que, al par que se proclama que los Incas han sido vengados, se decreta o se legisla en 1825 y 1828 que sean vendidas las tierras de las comunidades agrarias y se deroga el estatuto teóricamente protector del indio establecido por el derecho indiano". (1952: 28-29)

17 Esta contradicción de la dependencia de una literatura que buscaba independizarse es también resaltada por Antonio Cornejo Polar <http://www.dartmouth.edu/~rcll/homenaje/cornejo.htm> en “Sobre la literatura de la emancipación en el Perú”, donde precisa: “no deja de ser contradictorio –y mucho– que un discurso que dice independencia se configure como un acto de dependencia (…). Como queda insinuado, la contradicción visible en el plano literario parece reproducir la contradicción, menos clara pero más decisiva, del proceso social correlativo: aquí también la independencia se obtiene en un cierto nivel, el político, pero no en otros como el social y el económico” (1981: 87).

18 La expedición de Arthur debe compararse con la de un viajero que busca retratar las costumbres limeñas, de allí sus paseos por billares, teatros, etc.

19 Velázquez reconoce este aspecto como un defecto de la novela: “(…) el fin pragmático del texto no solo se impone a partir de la lógica de los acontecimientos relatados, sino que se remarca insistentemente desde un narrador que constantemente se está dirigiendo al lector real” (Velásquez, 2004: 33).

20
Para 1838, año de la primera publicación de Peregrinaciones de una paria, Flora Tristán reconocía el grado de inferioridad que presentaba Lima frente a Europa: “La fase de civilización en que se encuentra este pueblo está aún muy lejos de la que hemos alcanzado en Europa” (Tristán, 1946: 400). Esta fue también la perspectiva de la elite intelectual peruana. En tal medida, LCAU ha de entenderse como la necesidad de superar dicha inferioridad.

 

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