(HUMANO)
URIN
En este caso, la dicotomía base del yanantin(23) que se actualiza en este episodio reúne dos elementos: lo humano y lo mítico. El primer elemento, representado por Angicha y por Liborio, ocupa la posición urin (abajo) porque ambos personajes aparecen ligados a la tierra en la escena. El segundo elemento, constituido por Wirakocha y Pachamama, se ubica en la posición hanan (arriba), ya que ambas entidades míticas están transfiguradas en animales aéreos (halcón y paloma, respectivamente). Además, es evidente que esta dicotomía inicial (humano/mítico) se bifurca al articularse con dos elementos opuestos y complementarios: lo masculino (ubicado a la derecha o allauca) y lo femenino (situado a la izquierda o ichuq). De este modo, se forman las cuatro regiones que constituyen el yanantin. Así, tenemos una saya masculina dividida en hanan (Wirakocha) y urin (Liborio) y otra saya femenina escindida también en hanan (Pachamama) y urin (Angicha). En este episodio, un acontecimiento cotidiano, terrenal, se convierte en un acto mítico, divino o elevado. Este pasaje de la novela enfrenta al lector occidentalizado ante una racionalidad distinta, la andina, actuante y vigente en el Perú contemporáneo con la finalidad de mostrar que esta forma de pensamiento no ha desaparecido, sino que ha sido negada y silenciada por el discurso moderno/colonial; de ahí el carácter contrahegemónico del texto.
Finalmente, citemos un par de ejemplos que grafiquen cómo se instalan la polifonía y el carnaval bajtinianos. Como hemos demostrado anteriormente, el primer punto se relaciona con la multiplicidad de discursos y la pluralidad de perspectivas presentes en la novela (Quiroz 2007). Por otro lado, podemos ejemplificar el segundo aspecto si recordamos la escena en la que Liborio es despedazado luego de la explosión de las granadas de guerra al final de la novela (Colchado 1997: 213-214). Siguiendo a Bajtín, planteamos que el autor implicado posee una “concepción carnavalesca del mundo” puesto que, en este caso, la catástrofe social y la crisis de la modernidad colonial (cuerpo social) se encarnan en el cuerpo individual de Liborio (Bajtín 1988: 305).(24) Se establece, entonces, una relación que une cuerpo-pueblo-historia-cosmos basada en la renovación (recuérdese que Liborio regresa de la muerte a “voltear el mundo”), en la alternancia de la muerte y la vida.
El pensamiento andino expresado claramente en esta novela, que está construido sobre el principio de la dualidad, no sólo ofrece una vía para renovar la co-existencia entre los sujetos, sino, fundamentalmente, puede construir un lugar de enunciación alter-nativo (“otro”-“de aquí”) desde el cual se puede replantear el sistema actual y trascender las distintas jerarquías coloniales de la modernidad.(25)
© Víctor Quiroz, 2009
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23 Para una explicación detallada de estos aspectos véase Quiroz 2006a.
24 Este desmembramiento corporal tiene su correlato en la fragmentación del texto novelístico que constituye una forma de “violencia narrativa” (Dorfman 1970: 35-37) que se instaura como el “correlato narrativo del abrupto, resquebrajado, casi epiléptico dominio que ejerce la violencia en los cuerpos de los hombres” (Dorfman 1970: 24). A la vez, este des-orden fragmentario, también está graficando un momento clave de inestabilidad que, desde una perspectiva utópica andina, indica no solo el fracaso (la muerte) del sistema moderno/colonial, sino, sobre todo, el tránsito hacia la restauración (el renacimiento) del orden andino.
25 No se trata de deslegitimar los logros de la cultura moderna ni de encumbrar a la cultura andina como “superior” a las demás (ya que esto implicaría caer en las antinomias moderno/coloniales), sino de enfatizar el potencial dialógico de la racionalidad andina y de revelar el lado oscuro de la modernidad (la colonialidad), el cual ha sido encubierto sistemáticamente.
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