El viaje, una búsqueda por el sentido último, la respuesta de lo obvio cuando todo lo racional se resquebraja y la irrealidad impera. Resulta tan predecible e indetenible a la destrucción como los mitos griegos

 

 

 

José Donayre Hoefken
La trama de las moiras
Fondo editorial de la PUCP


El juego de los espejos

Puede ser un título poco feliz el escogido para iniciar este comentario, pero no deja de atraernos su fácil semejanza con la "trama" deliberada por el escritor, una especie de ilusión, de espejismo, que nos advierte desde el capítulo inicial sobre el juego que nos invita seguir.

El protagonista central, un profesor de literatura, se ve arrastrado por la antigua pareja de un amigo, a un viaje al Cusco, en una situación tan inesperada como los hechos que se encadenan. Su mirada interior, racional y reflexiva, la incertidumbre existencial presentada una y otra vez, apelando al mito griego de las Moiras, tan universal y conocido (y por ello tan efectivo) integran el pulso narrativo de la historia.

Todo ello es una excusa para descubrirnos cómo la visión racional va siendo consumida por la etérea y mística irrealidad. Lo demás es accesorio, artificial, estructurado con oficio y sobriedad —qué duda cabe— pero en un escenario fortuito, Lima como punto de inicio frío, lejano; Cusco, excusa para lo místico y el misterio. Se trata de una historia que logra interesar, aun cuando intuimos que los espacios escogidos, aunque descritos y cercanos, bien cumplen una función tan ilusoria como los hechos que rodean al personaje central. Eros y tánatos, como es obvio, están presentes y ligados siempre (algo también semejante en el caso de la literatura griega).

El viaje, una búsqueda por el sentido último, la respuesta de lo obvio cuando todo lo racional se resquebraja y la irrealidad impera. Resulta tan predecible e indetenible a la destrucción como los mitos griegos. Es imposible no usar la palabra ilusión, o más bien espejismo, pues todo parece un artificio para conducirnos al final de la trama, en busca de una verdad, tal como lo hace el personaje central —o ingenuo lector— y llevarnos al extremo de la madeja, inevitable y simple.

© Arturo Vargas León descargar pdf

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