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Edwin
Camasca
En
el fragor del silencio
Fondo Editorial de la UNMSM
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Vocabulario del estruendo
Camilo
Fernández Cozman decía en el prólogo
del primer poemario de Edwin Camasca (Ayacucho, 1972): "Palabras
en la arena es un primer intento." Nos encontramos
ahora ante En el fragor del silencio (segunda entrega
del joven autor), libro de imágenes impactantes,
contrastes desoladores, adjetivos demoledores y un lenguaje
sin refreno. Además, es notoria la deuda del autor
con la lírica vallejiana, mejor dicho, con las palabras
utilizadas por Vallejo (en Trilce o Poemas humanos,
por ejemplo); aunque está distante de formular con
ellas un lenguaje "nuevo" o "propio".
Nos
revela aquí una preocupación por el oficio
de crear, por la "palabra": "mastico y arrojo
/ palabras / sobre mis boletos", frente al silencio.
Y ese silencio, ese "silencio como el que existió
antes", al que se refiere el epígrafe de Beckett,
nos entrega el mundo en otro enfoque, desde lo íntimo
y personal hasta lo social y concerniente a la condición
humana.
Sin
embargo, En el fragor del silencio se vuelve una
reformulación del primer libro de Camasca: Palabras
en la arena (2002). Un "Palabras en la arena 2.0"
o un "Variaciones a partir de Palabras en la arena",
ya que tan solo replantea su primer poemario, rescatando
los versos más efectivos y rehaciendo los esquemas
del poema, cambiando la disposición espacial de algunos,
favoreciendo más, en muchos casos, a la imagen visual
que a la imagen auditiva del mismo.
Aunque
de naturaleza enumerativa, la mayoría de los versos
de En el fragor del silencio tratan, como los de
su antecesor, de ser autónomos, relámpagos
en expansión, resonantes en el eco de la eternidad.
No obstante, este afán de desafiar en cada verso
al oído como a la imaginación cae en una mera
demostración de juegos de pirotecnia cuando en ocasiones
la oquedad parece avalar tantos estruendos. Una retahíla
gratuita de palabras escogidas por la contundencia de su
peso específico y su potencial crujir.
Son
los tercos e infecundos vuelos vallejianos de nuestro crepitante
poeta los que lo hacen pecar de forzado en ocasiones: lo
retumbante de ciertas palabras que, no bien utilizadas del
todo, pueden disonar gravemente. Lamentablemente no todos
pueden manufacturar una poética de desbordante sensibilidad
y nervio convulsivo con palabras que por sí solas
pueden ser desagradables o hasta groseras para el común
denominador de lectores. No basta con maniobrar por el mundo
de la poesía asumiendo ser todo lo telúrico,
chúcaro y alveolar que a nuestro querido Vallejo
le faltó ser.
Teñidos
muchas veces de sinuosas cargas ideológicas marxistoides
y de que la tierra es del que la trabaja o de que todos
somos hermanos, está este poemario, sin dejar del
lado el ángulo sentimental del enunciante, que también
tiene su corazoncito. Son pues estos versos, muestra de
un trabajo constante hacia el camino de la poética
propia, lo que hacen evidente el trabajo que se ha tomado
para con el texto, en vías a convertirse en una gema
pulida.
No
es fácil el camino hacia un estilo propio, pero es
menester. Camasca avanza con un trabajo palpable, con el
cuestionamiento de sus bases, el remezón de las mismas
y la reelaboración aplicada de cada una de sus iniciales
configuraciones para, a costa del apreciable trabajo en
la creación, enrumbarse más certeramente a
alcanzar con su poemario el lugar correspondiente a una
obra de lograda madurez literaria.
Aquí
una muestra, como punto final, de los referentes poéticos
de los que se nutre Camasca, tomados de la segunda parte
(allá en los sueños) de su poema "Cara
y sello":
allá
en los sueños
a vallejo le dan duro y duro
las letras s
y las letras h
y duro los heraldos negros
los
rebeldes altazores
. . . . . . . . . . . . con
altiastros y altibrazos
. . . . . . . . . . . . con
rompehielos y romperrocas
. . . . . . . . . . . . y multi
ecos
. . . . . . . . . . . . . . . . .
. en silencio solidario
combaten la agonía de sus poemas humanos que sudan
y no entienden que a veces la tierra es baldía
y que todas las masas del mundo
sólo cuentan con libertades bajo palabra
(p 59)
poema
que en su primera versión, publicada hace un año,
decía:
a
vallejo le dan duro y duro
con un palo y duro los heraldos negros
los rebeldes altazores
trilcean la agonía de sus poemas humanos que sudan
y no entiende que la tierra es baldía
y que todas las masas del mundo
sólo cuentan con libertades bajo palabra
(p 42)
©
Dante Ayllón Bulnes 
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