Las
cuatro estaciones
Christiane
Félip Vidal
Descuentos
Lima: Grupo Editorial Matalamanga, 2004
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En
una pulcra edición, Christiane Félip Vidal
–francesa de nacimiento, pero establecida en el
Perú desde 1977–, nos presenta su primer
libro de relatos titulado Descuentos. Este
libro se encuentra dividido en cuatro partes, y cada
una de estas lleva el nombre de una estación
del año. Cada estación representa una
etapa en la vida del hombre. Así, en su totalidad,
el libro se configura como una unidad compacta.
Como
primera parte está “Primavera”. Aquí,
una aparente polifónica voz infantil (teniendo
como personajes a niños) nos narra historias
llenas de juegos, pero sobre todo de conflictos. Además,
nos muestra otros condicionantes, como su temor hacia
los adultos: el miedo que tiene a romper las reglas
impuestas por ese grupo de personas que parecen pertenecer
a un mundo distinto. Los niños, entonces, son
también seres marginados. En el cuento “Qué
día tan lindo”, una pequeña, frente
a su familia, trata de recitar el poema que representa
su paso a la adolescencia, pero nadie la oye, nadie
la toma en cuenta. En general, el narrador hace un recuento
nostálgico de una niñez que: “creció
de rodillas”, valiéndose de un lenguaje
apropiado que no desentona en ningún momento.
La
segunda parte, el “Verano”, nos trae consigo
la juventud. En “Puna Madre”, un personaje
belga visita por primera vez el Perú. Está
en busca de sus raíces, porque su abuelo vivió
sus últimos años aquí, y es aquí
también donde decidió morir. Así,
es a través de esta historia, en donde se resalta
el choque cultural y climático que existe entre
los hombres europeos y latinoamericanos.
Retomando el tópico de la juventud, junto con
la rebeldía que la caracteriza, esta aparece
plenamente en el relato “Crónica de cuando
los hombres no eran seres humanos”, abocándose
de lleno en hechos políticos, además de
mostrar un inconformismo latente frente a lo autoritario
y una dura crítica a sus actos venideros. Aquí
se hace un recuento panorámico de la dictadura
que durante años dominó un país,
y se centra en el impacto psicológico que ésta
infligió a los ciudadanos, cambiando su manera
de ver el mundo, cambiando incluso, la noción
lineal del tiempo.
“Otoño”,
la tercera parte de este libro, presenta una fragilidad
emocional de parte de los personajes que narran la historia.
Estos acusan una disconformidad con el pasado buscando
siempre un culpable. La soledad siempre esta presente,
y parece eterna, pues los protagonistas expresan un
encauzado pesimismo con respecto a su futuro. En el
cuento “Indicios de una ausencia”, un recuerdo
trae a la memoria la compañía de un ser
que ahora se encuentra ausente: el narrador personaje
sufre y añora estos momentos, y como en “Receta
para que deje de doler la pena”, hace todo lo
posible para dejar ese estado depresivo. Mientras tanto,
Lima, como escenario, aparece como la ciudad más
triste del mundo. El cielo gris y las escasas gotas
de lluvia contribuyen para que las reminiscencias sean
más intensas y se construya esta atmósfera
opaca alrededor de la trama de cada historia.
Considero
que la última parte, “Invierno”,
es la más lograda del libro, básicamente
por la construcción narrativa de los cuentos,
además de la elaboración propia de cada
trama. Tenemos así el relato “Sombras”,
en donde aparece un personaje que se encuentra entre
la vida y la muerte, que vive en tinieblas, un ciego
cuyo bienestar depende únicamente de la existencia
de su guía, un perro que también está
a punto de morir. En otro cuento, llamado “Quinta
Estación”, aparece una mujer que ve a su
abuela y charla con ella, teniendo plena conciencia
de que a quien se dirige no es un ser humano, sino,
al espíritu de alguien que ya dejó de
existir. En “El último tren” renace
una sorpresiva esperanza en un personaje que decide
intentar nuevamente, que no quiere morir aún:
la posibilidad que su vida gire por completo aparece
como un aliciente más a aferrarse a la misma.
Descuentos se constituye así en un libro
que logra atrapar y conmover al lector, construyendo
protagonistas invadidos por la nostalgia, que acusan
una soledad infinita e inacabable. Es un libro en el
que los personajes se presentan, cada uno, tan distintos
y tan iguales a la vez, porque pareciera que los sentimientos
y las vivencias de un mismo individuo son encarnados
por otros distintos. Las perspectivas de ver el mundo,
los escenarios y el tiempo son variados, pero el dolor
existencial y la soledad que los aqueja son sufrimientos
compartidos. Sin lugar a dudas, se trata de un libro
particular que, a través del cuidado estético,
la inserción de atmósferas y escenarios
de distintas índoles, y la agilidad de su lectura,
nos envuelve por completo.
©
Jack Martínez, 2004
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