1.
Memoria y conflicto en la Instrucción al
Licenciado Lope García de Castro
Titu
Cusi Yupanqui, hijo de Manco Inca y nieto de Huayna
Cápac, fue uno de los incas de Vilcabamba.
Esta cercanía le da a su testimonio mayor credibilidad,
en la medida en que el discurso se insertaría
dentro de las producción de las élites
andinas. Para tal fin, el autor antepone al propio
monarca español, aunque no de manera directa,
como su destinatario:
Tambien
que su Magestad sepa: que my padre Mango Ynga Yupangui,
hijo que fue de Guainacapac e nieto de Topa Inga
Yupangui, y ansy por sus abolengos deçendiendo,
por linea recta, fue el señor prençipal
de todos los reynos del Piru, señalado para
ello por su padre Guainacapac, y temido y obedeçido
por tal en toda la tierra [
]
Y tambien dar a entender a su Magestad la razón
por donde yo agora estoy con tanta necesidad en
estos montes, en los quales me dexó my padre
con ella, al tiempo que reinava y governava el Piru
y toda su tierra, que fue en el tienpo que los españoles
le desbarataron y mataron (Titu
Cusi 1992: 4; f. 2r). (1)
La
iniciativa de inca no habría influenciado necesariamente
en otros cronistas como el Inca Garcilaso o Guamán
Poma de Ayala, en el sentido de que éstos últimos
presentan lecturas "marginales
en la sociedad de su tiempo, que sienten la pérdida
de posiciones de privilegio" (García-Bedoya
2000: 172), lo mismo que sólo pueden
incluirse desde una "instauración
del orden colonial español en el espacio andino"
(171). Esta afinidad
procuraba un orden subversivo con respecto a la perspectiva
occidental, puesto que el propósito de nuestro
cronista radica en informar cómo se produjo
la conquista del Perú. La novedad del texto
radicaría en identificar la conquista, no con
la muerte de Atahualpa, sino, antes bien, con la consumación
definitiva del Tawantinsuyo a partir de la captura
del Cuzco.
Titu
Cusi Yupanqui observa la actitud de los conquistadores
desde un estado de asombro e incredulidad; a tal punto
que no escatima en conmoverse, como narrador de los
sucesos, ante la muerte de Pascac, hermano de su padre
Manco Inca, quien
como
fue avisado desta manera por aquel su criado español,
agradesçioselo mucho, e tubo quenta para
quando biese benir a su hermano que otras vezes
solia hazerle la mocha y quando le vio, dexole hazer
la mocha, y con un puñal que para el efecto
tenia, le dio de puñaladas, y el español
que asy avia dado el aviso le acabó de matar.
Visto todo esto por los sircunstantes que alli esta
// van presentes, cayoles a todos gran admiraçion
de ber un hecho tan estraño y tan supito
[sic: ¿Súbito?] y no ubo naidie que
osase a hablar palabra (39;
f. 33r-33v).
La resistencia desde Vilcabamba optaba por un nuevo
contexto cultural, a fin de que se prolongaran por
muchos años más. Al respecto, otros
cronistas, como el Inca Garcilaso por ejemplo, describen
los acontecimientos de la resistencia en Vilcabamba.
Así, en el capítulo VII del Libro Cuarto
de la Segunda Parte de los Comentarios Reales,
se advierte que
Jugando
así un día el Gómez Pérez,
porfió más y más que solía,
porque con los favores que el Visorrey le había
hecho y con la esperanza de salir de aquel lugar
muy aína, le parecía que podía
tratar al Inca como a un indio de servicio de los
que el mismo Inca les había dado. A una mano
de las del juego estuvo Gómez Pérez
tan desacatado, y porfió con tanta libertad
y menosprecio del Inca, que, no pudiendo ya sufrir
el pobre Príncipe, le dió una puñada
o rempujón en los pechos, diciéndole:
"¡Quítate allá, y mira
con quién hablas!".
Gómez Pérez, que era tan colérico
como melancólico, sin mirar su daño
ni el de sus compañeros, alzó el brazo
con la bola que en la mano tenía, y con ella
le dió al Inca un tan bravo golpe en la cabeza,
que lo derribó muerto. (1959:
I, 343)
En
cambio, la visión de Guamán Poma es
distinta. En su Carta al Rey sostiene que un
mestizo, llamado Diego Méndez, tras haber ingresado
al Cuzco,
con
su embuste y mentira al Inga Mango Inga, avisaba
este dicho mestizo al dicho Inga cuando salía
la recua del rey o de algún español
rico, para que saltease Mango Inga en el camino
real. [
] Y así una vez, estando borracho
Mango Inga y Diego Méndez, mestizo, los dos
muy borrachos comenzaron a jugar, de porfía
le mató y le dio de puñaladas y le
dejó muerto al dicho Mango Inga el dicho
mestizo
(1993: I, 312 y 314)
Ahora
bien, ¿qué papel asume la crónica
de Titu Cusi Yupanqui, dentro del proyecto andino?;
¿se posibilita algún medio de insertar
la cosmogonía andina en un informe de su naturaleza?
El cronista advierte su papel de informante de los
hechos, dejando en claro, en más de una ocasión,
su rol protagónico como
hijo
mayorazgo que soy de Mango Ynga Yupangui // y nieto
de Guaina Capac, señores naturales que fueron
destos reynos e provincias del Piru, digo que por
quanto yo tengo neçesidad de tratar en los
reynos despaña muchas cossas y negoçios
con el Rey don Phelipe nuestro señor y con
otras justiçias, de qualquier estado y condiçion
que sean, ansy seglares como eclesiasticas (69;
f. 64r-64v).
El
discurso reconoce al cronista como hijo del inca y,
por lo tanto, propone instaurar un nuevo sujeto andino
sobre la base de los relatos expuestos por él
mismo ante la llegada de los españoles. El
asombro que supone el arribo de nuevos sujetos (extranjeros
en su totalidad) aclara la pureza autóctona
de la perspectiva indígena; de esta forma,
la Instrucción se alza como el más
fidedigno rechazo de las huestes españolas:
pareçian
viracochas, ques el nonbre con el qual nosotros
nonbramos antiguamente al criador de todas las cossas
diziendo Tecsi Viracochan, que quiere / dezir prençipio
y hazedor de todo, y nonbraron desta manera a aquellas
personas que avian visto, lo uno, porque diferençiavan
mucho nuestro traje y senblante y lo otro, porque
beyan que andaban en unas animalias muy grandes,
las quales tenian los pies de plata, y esto dezian
por el relunbrar de las herraduras; y tambien los
llamavan ansy porque los avian visto hablar a solas
en unos paños blancos como una persona hablava
con otra, y esto por el leer en libros y cartas;
y aun les llamavan Viracochas por la exçelençia
y paresçer de sus personas y mucha diferençia
entre unos y otros, porque unos heran de barvas
negras y otros bermejas, e porque les veyan comer
en plata y tambien porque tenian yllapas, nonbre
que nosotros tenemos para los truenos, y esto dezian
por los arcabuzes, porque pensaban que heran truenos
del cielo (5; f. 2v-3r).
El
reconocimiento de los españoles como viracochas,
cambia tras los actos producidos de la Conquista.
Líneas más arriba, en el parlamento
que Mango Inga sostiene con sus capitanes, se describen
los horrores que se practican por parte de las huestes
invasoras:
sabed
hermanos que estos, segund me han dado las muestras
despues que entraron en mi tierra no son hijos del
Viracochan sino del demonio, porque me hazen y an
hecho, despues que en ella estan obras de tales,
como podeis ver por vuestros ojos, que me pareçe
que no podeis dexar si me amáis verdaderamente,
de resçibir gran pena y congoja en ver a
my vuestro Rey aprisionado con prisiones y tratado
desta manera sin merecerlo, y esto por aver metido
yo en my tierra semejante jente que esta, que yo
mesmo me he degollado (19;
f. 16r).
No
obstante, ¿cuál era la visión
de los conquistadores? Quizá sean los preceptos
de Juan Ginés de Sepúlveda los que mejor
representen el discurso de quienes pretendían
instaurar un nuevo orden en las Indias; así,
et
tales esse barbaras et inhumanas gentes a vita civili
et a mitioribus moribus abhorrentes. Quibus commodum
esset a natura justum ut humanorium et virtute præstantium
principium, aut gentium imperio subjicerentur, ut
horum virtute, legibus atque prudentia, deposita
feritate, in vitam humaniorem, mitiores mores, virtutum
cultum redigerentur (Sepúlveda
1979: 84). (2)
En
tal sentido, lo que propone el Tratado sobre las
justas causas de la guerra contra los indios era
justificar la supremacía cultural de occidente
sobre las indígenas, las mismas que debían
someterse a lo que se creía justo. Claro está,
no es posible generalizar esta perspectiva entre quienes
vinieron en la empresa de Francisco Pizarro, puesto
que en muchas ocasiones se mantuvo un interés
de protección hacia la masa indígena.
Quizá el caso más trascendente esté
en la figura de fray Bartolomé de Las Casas.
Ahora bien, tampoco puede obviarse la fuerte represión
con la que acometieron muchos sacerdotes (entre quienes
cabría citar a Francisco de Ávila y
Cristóbal de Albornoz principalmente). Las
consecuencias de ésta y su lucha por poner
fin a las revueltas aparecidas en Vilcabamba, a la
que pertenecía nuestro cronista, será
el tema de nuestro siguiente punto.
_____________
(1)
En adelante, para nuestro texto en estudio, sólo
acotaremos el compaginado, seguido del foliado correspondiente.
(2)
Tales
son las gentes bárbaras é inhumanas,
ajenas á la vida civil y á las costumbres
pacíficas. Y será siempre justo y conforme
al derecho natural que tales gentes se sometan al
imperio de príncipes y naciones más
cultas y humanas, para que merced á sus virtudes
y á la prudencia de sus leyes, depongan la
barbarie y se reduzcan á vida más humana
y al culto de la virtud (85).
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