2.
El Taki Onqoy y la
Instrucción al Licenciado Lope García
de Castro
Como
se vio en el acápite anterior, se aspira a
reconstruir un tiempo y espacio míticos en
una sociedad político-religiosa en plena decadencia.
La abjuración a los criterios del eje dominante
(español) trae consigo una enmascarada cosmovisión
que, procurando sobrevivir tras una imagen maniquea,
conllevó a divulgar una "secta" denominada
como diabólica. En efecto, el sacerdote jesuita
Francisco de Ávila al recopilar las historias
de Huarochirí puso el título de "Tratado
y relación de los errores, falsos dioses y
otras supersticiones y ritos diabólicos en
que vivían antiguamente los indios de las provincias
de Huaracheri, Mama y Chaclla y hoy también
viven engañados con gran perdición de
sus almas" (Ávila
1966: [199]). Sin embargo, ¿tendría
alguna coincidencia lo expuesto por el jesuita con
los aportes del Taki Onqoy? Una aproximación
sensata sobre el tema radicaría en que "Al
vincular la religión andina con la adoración
al Diablo, los españoles empezaron a evaluar
en su integridad la práctica y teoría
religiosas andinas bajo criterios europeos."
(Silverblatt 1982: 37)
En todo caso, el punto de vista de Titu Cusi Yupanqui
refiere la persistencia de la dinastía inca
como modelo de renovación histórica.
Por ello, "tras una etapa
de hostilidad representada por Manko Inka, los indígenas
van tomando en forma creciente rasgos de la cultura
dominante, su propio Inka Sauri Túpac deviene
en encomendero (1558). Por último, se produce
la crisis del año 65; elementos moribundos
pre-hispánicos so revividos como parte de una
fórmula mágica encargada de transformar
la sociedad de manera favorable al grupo dominado"
(Millones 1973b: 97)
No
obstante, ¿qué buscaba Titu Cusi Yupanqui
con su crónica? La inserción de los
valores andinos si bien se muestran trastocados por
la presencia del enemigo; en realidad, parece "que
después de 1565 el objetivo de Titu Cusi Yupanqui
no sea más el de echar a los españoles
del Perú: él busca mayormente a preservar
y hacer reconocer la independencia del Estado neo-Inca."
(Wachtel 1973b: 117)
Esto es, la esperanza del pueblo por recuperar su
estado de pureza va más allá de una
significación xenófoba; al contrario,
el rechazo por el régimen colonial induce a
proyectar estadios cognoscitivos que prevén
las injusticias que traen consigo doctrineros y conquistadores.
En suma, lo descrito por la crónica grafica,
dentro de lo objetivamente posible, que
La
revuelta de Vilcabamba pudo prolongarse porque ella
se instaló en una región aislada,
marginal. [
] La repulsa de la situación
colonial encontraba también otros medios
de expresión, como lo ilustra el ejemplo
del Taqui Ongoy, movimiento milenarista que subleva
a una parte de las masas indígenas. (Wachtel
1973b: 117-118)
Este
vínculo por proclamar la supervivencia de un
Estado neo-Inca anunciaba un periodo de convulsiones
ideológico-religiosas que conllevaron a esclarecer
ciertas puntos acerca del Taki Onqoy, puesto
que éste, "-el conflicto
entre nativos y blancos- se sintetizaba en dos principios
morales: la resistencia al mundo hispánico
y la solidaridad en el interior del mundo andino."
(Stern 1982: 55)
Incluso, la presencia de los conquistadores, desde
un inicio, marcó una jerarquía en la
manera de interpretar los usos y costumbres de la
sociedad quechua. Así lo entiende Steve Stern:
La
victoria de los españoles en Cajamarca era
una demostración de que los dioses cristianos
eran más poderosos que las principales divinidades
andinas incorporadas al Estado incaico. Nadie que
estuviera en su sano juicio podía ignorar
la trascendencia de tales hechos. [
] La conquista
española puso en tela de juicio el poderío
de los dioses andinos, y "comprobaba"
de otro lado el riesgo que acarreaba ofender a las
divinidades cristianas. (56)
Los
enigmas que encerraban estos hechos de insurgencia,
lograron persuadir a los sacerdotes cristianos quienes
vieron con recelo y odio tales medidas por parte de
los indígenas. De hecho, los propios cronistas
indígenas no tardaron en identificar sus propios
ritos como paganos y aun diabólicos. Como se
sabe, esta estrategia discursiva, presente en las
cónicas andinas, planteaba un eje de transformación
aparente hacia los parámetros occidentales.
De esta manera, hallamos que "fueron
los primeros caçiques que acudieron en el tambo
de Caxamarca a hazerse xpianos, negando primero todas
las falsedades y rritos y cerimonias del tiempo de
la gentilidad, enbentados de los enemigos antigos
del género humano, que son los dimonios y diablos,
en la lengua general <se llaman> hapiñuñu,
achacalla." (Pachacuti
1993: 183) Sin embargo, el recelo que la Iglesia
y el régimen colonial proyectaban, configuraba
categorías que pronto remecieron la identificación
de los códigos ocultos dentro de una falsa
cristiandad. Así, el papel de los evangelizadores
hallaron eco en las festividades andinas: "Tienen
guardados cavellos de diffuntos, uñas, manos,
y caveças y los rostros cortados de los cuerpos
humanos ya forrados en pellejos y untados de dentro
con çebo los quales se ponen por máscaras
quando le (se) hazen fiestas; hanse quemado destos
cuerpos adorados gran cantidad." (Ávila
1966: 257)
Esta
iniciativa por ocultar las festividades andinas fue
perseguida a parte del ya citado Francisco de Ávila,
por Cristóbal de Albornoz. Este último
recorrió varios asentamientos donde se realizaban
cultos locales con la finalidad de destruirlos. Se
impartieron severos castigos a quienes fuesen sorprendidos
en el acto tan pecaminoso de adorar falsos ídolos:
Fueron
condenados y castigados por taquiongos, y maestros
y predicadores de esta mala seta de Taquiongos,
e por ydólatras Ynés Astoma Curipalla,
Alonso Marca Guamani, prinçipales en esta
seta, los quales fueron açotados y encoroçados
y desterrados de este pueblo de [en blanco], y que
sirviesen en el ospital de la çiudad de Guamanga
y se desdixieren de la herroína que avían
predicado. (Albornoz 1990:
260)
Los
procesos de aculturación se vieron así
reflejados por quienes pretendían reducir la
cosmogonía y ritos nativos a pequeños
espacios de purificación hacia la cristiandad.
Dicha cosmogonía responde a estadios que los
indígenas, no sólo del Perú,
practicaron, sino, antes bien, otras sociedades insertaron
sus usos y costumbres para describir que
Espacio
y tiempo estaban ligados y formaban una unidad inseparable.
A cada espacio, a cada uno de los puntos cardinales,
y al centro en que se inmovilizaban, correspondían
un "tiempo" particular. Y este complejo
de espacio-tiempo poseía virtudes y poderes
propios, que influían y determinaban profundamente
la vida humana. [
]
El advenimiento del catolicismo modifica radicalmente
esta situación. El sacrificio y la idea de
salvación, que antes eran colectivos, se
vuelven personales. La libertad se humaniza. Encarna
en los hombres. (Paz 1998:
191)
Los
taquiongos advierten una señal de continuidad
de sus ritos a través de posturas accidentalizadas;
esto es, la asimilación de los ritos cristianos
permitieron ocultar las prácticas del Taki
Onqoy. De esta manera,
era
importante confesarse con los llamados predicadores
del Taki Onqoy y cumplir con "ciertos ayunos
ciertos días conforme al tiempo de los ingas".
El ayuno debía ser de cinco días evitando
comer sal, ají, maíz, ni "durmiendo
hombre con mujer", y bebiendo únicamente
"una bebida de açua [chicha] destemplada".
Adoraban solamente a sus divinidades nativas, a
las que ofrendaban exclusivamente productos indígenas,
rechazando todo aquello que fuese de origen europeo.
(Varón 1990: 344)
Como
hemos podido notar el rechazo concernía a un
propósito de expulsar los cánones de
sometimiento del hombre andino; pero, a la vez, se
procuraba insertar los valores indígenas fuera
de las referencias de conquista. La crónica
de Titu Cusi Yupanqui es clara al narrar los acontecimientos
previos a la muerte de Atahualpa:
Los
capitanes y gente, como oyeron el razonamiento de
my tio Ataguallpa, parescíoles muy bien lo
que les dezia lo que les dezia, y dixieron todos
a una boz: Hu Çapay inga, que quiere dezir
muy bien as dicho señor, bueno sera que matemos
a estos, porque ¿qué gente es esta
para con nosotros?, no tenemos en todos ellos un
almuerzo (12; f. 9v).
Si
bien se acepta la muerte del Inca, la Instrucción
refiere una identificación anti-hispanista
entre los miembros de las élites andinas. De
hecho, ello es punto de partida para entender el fenómeno
del Taki Onqoy, punto de interés de
nuestro próximo capítulo.
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