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1
Dos niños se miran silenciosos en medio de la verde sabana
Y corren a ver quién llega primero a la sombra del único árbol;
Entre el follaje, un duende curioso juega a robarles la pluma de sus sombreros.
No hay pues, que preocuparse por la noche, sino por los cantos extraños de la selva.
La canoa que desciende por el río ve a lo lejos las antorchas de la despedida.
Uno de los hombres fuma. Como una lejanísima tea su pitillo brilla y sucumbe
Con cada bocanada. Las casas ya han sido construidas y el campo despejado,
Las lluvias vienen anunciando su arribo con fulgores de tenue tormenta.
Mientras dos niños se miran silenciosos en el frío de la verde sabana.
No tienen padres. Ni memoria. Ni futuro: juegan a la guerra donde los muertos se levantan
Para ir por la leche y el pan a la hora de la cena sobre la mesa de madera desnuda.
2
Lo he perdido todo. Busco en los viejos baúles y entre las hojas de antiguos libros.
Se me crispan los dedos sobre la áspera madera, y el aire que entra en mis pulmones
Duele. Qué me queda sino lo que hicieron de mí. Hasta mi Dios me abandona y sin embargo
Sueño lo que sueño y lo que sueño eso soy: hay de aquel que me diga lo contrario.
3
Qué es lo que puede el amor si en su magia no aparece lo que me falta
Y aquello que me entristece no desaparece. Qué es lo que puede el amor entonces.
Qué es lo que puede si aquellos que mueren por su mano nunca más podemos verlos
Ni saber de ellos, nos los arrebatan, y con ellos se nos va todo lo mas necesario. Qué
Es, entonces, lo que puede el amor.
Cuando le dije “te amo” hallé un diamante en su mirada, esa luz única, esa luz.
4
Mi bicicleta tenía la rueda torcida. Podía ir de mi casa al almacén sin problemas
Con la rueda torcida. La chica de la casa grande se reía de mi y su hermano pequeño
Me arrojaba piedras. Yo traía el vuelto de la compra apretado en la palma de mi mano y
Cuando volvía, la chica que se burlaba de mí ya no estaba en su ventana. Cada tarde
Después de sufrir el colegio trataba de reparar la rueda torcida de mi blanca bicicleta
Y era inútil. La chica de la casa grande se reía de mi siempre desde su ventana; una vez
Le dije “hola”. Al menos ya no deja que su hermanito me tire piedras.
5
Los padres son los hijos,
Los hijos son los padres.
No hay abrazo más poderoso que cuando un hijo se despide. Abrazo más poderoso
Que cuando un padre retorna.
Los padres son los hijos,
Los hijos son los padres.
Padre he hijo juegan juntos en medio del campo. El padre le enseña a su hijo a contar
hasta 100 para esconderse. El hijo le muestra a su padre el secreto para hacerse invisible.
Los padres son los hijos,
Los hijos son los padres.
Las horas que pasan y pasan se aburren, de ver al padre y al hijo recostados
En el césped, adivinando las infinitas formas de las nubes.
Los padres son los hijos,
Los hijos son los padres.
© Jorge Alberto Collao, 2008 |
