Inútil
Como siempre, caminas por las calles
volando entre los postes manchados de sangre confundida,
te miras las manos
el cuerpo
y burlas la saliva que se embarra de tu piel.
Como siempre en estas calles
donde te mueres en el más inútil olvido
fumando un cigarrillo a la deriva de un puente
que jamás existió.
Como siempre
sobre esta acera caliente cantando silenciosamente en tus entrañas
una vieja melodía que arranca los gusanos de tus pies
la soledad y el dolor
que vacían tus ojos
sobre un perro que te lame el cuello
sin descanso.
Campo minado
Este es el lugar:
Una raya enrojecida
una pequeña voz que cuenta desesperada
los últimos cadáveres amados.
Un niño
araña una moneda,
su madre le coge de las manos
lo mira sin decir una palabra
y vuelve a ser parte del cemento.
Este es el lugar:
Un árbol en llamas
mil niños rodeando una piedra
buscando incesantemente
a el rostro de sus padres.
Represión ante la realidad
Es ese puerto
nuevamente.
Esa esfera de tristeza que impulsa
a dejar
nuestra alma ahogada en el océano.
Como dormir
con un revolver debajo de la almohada,
el cuerpo
empieza a devorar al hombre,
el polvo
en que te convertirás
el polvo
que no podrá gritar
jamás.
Pucca (Fun love)
Cenizas en mi boca derraman la tristeza de mi polo
una foto en el poste y mi voz como danza rota
escondida en un cadáver a la moda.
Vacía estás como el abismo que se oculta en el sudor de tus manos
quemadas por la indiferencia de aquellos ojos desconocidos
donde no se puede llorar porque está prohibido mientras bailas
en esta discoteca.
Y deseas los bailes cortados con cuchillas eléctricas
mientras arrancan tu voz que grita en el silencio de un baño maloliente
perdidas lágrimas arañando tu cuerpo
perdidas entre la multitud de cadáveres improvisados llenos de sudor
mientras sus rostros desaparecen en un mar de eructos cerveceros
y disparos al aire.
Sonríe. Y detrás de ti
diluye las miradas en tu cara blanca y en tu piel garabateada
por las mismas sombras de donde escapas
y te mueves haciendo sueños
como un niño que hace una burbuja
y llora al estallar. Sonríe, porque tus dientes prueban el piso
mientras te mueves sin compasión
por la soledad de algún espejo, por las calles arremolinadas a un perfume
desasido por las formas que te invaden,
cuando de pronto te das cuenta
que tú también sientes frío
y que tus manos
están llenas de lágrimas rojas,
mientras te vuelves a convencer
que es tu sangre
tu sangre.
(De: Anatomía de un vacío)
© Paolo Mario Astorga Requena, 2006 |